Ah, aquel día en que probamos el Lamborghini LM002: el brutal todoterreno que rompió todas las normas

Prueba Lamborghini LM002 (derrape)
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En los años 80, Lamborghini vendió un vehículo militar movido por el V12 del Countach. Urus, este es tu padre.

Hoy te traemos algo muy especial, la prueba del Lamborghini LM002, un SUV que ha pasado a la historia por muchos motivos. Sí, parece que lo dibujaron con una escuadra y un cartabón después de una larga comida italiana. 

Pero lo mires por donde lo mires, el Lamborghini LM002 es la génesis del segmento de los SUV de altas prestaciones. Puede que a marcas como Audi, Bentley o Rolls-Royce les llevara un par de años (o décadas) darse cuenta, pero este modelo inició un nicho de mercado altamente exclusivo y bastante lucrativo. 

Y más importante, el LM también supuso la semilla del Lamborghini Urus... y de paso le ha dado mayor credibilidad al proyecto. Los SUV de altas prestaciones están estigmatizados. Es un subsegmento entre perseguido y ansiado por los más ricos, pero que intenta unir dos mundos complicados de acercar. 

Eso sí, cuando te puedes permitir el lujo de conducir uno, también te encuentras con que todos tus prejuicios se han ido al garete. Modulando el pedal del acelerador entre un giro y otro, el LM se balancea con su suave suspensión, haciéndome trabajar intensamente para mantener la trayectoria que quiero tomar.

Se mueve y balancea, sí, pero se mantiene. Y además me regala un grito feroz procedente del motor que heredó del Countach. Tiene 450 CV, tracción integral, tres diferenciales autoblocantes, neumáticos sencillamente descomunales, pesa casi tres toneladas, está repleto de cuero en su interior y, por fuera, parece construido con piezas de Tetris.

No es de extrañar que el Coronel Gaddafi, Mike Tyson, Pablo Escobar, Tina Turner y Sylvester Stallone hayan tenido uno. La historia del desarrollo del Lamborghini LM002 de esta prueba bien daría para hacer una serie de Netflix con sus protagonistas. Porque no le falta detalle: querellas, intromisión de los militares, archivos de alto secreto, coches superdeportivos...

Todo empezó a finales de los años 70 cuando Lamborghini quería sacarle partido a un mundo poblado de guerras de baja intensidad aderezado con una industria militar con mucho dinero para quemar. 

Con esto en el horizonte, los italianos montaron un todoterreno de propulsión con un V8 de Chrysler junto a un contratista militar norteamericano, Mobility Tecnology International. Se le llamó Cheetah (guepardo) y el objetivo era colocárselo al ejército americano.

Pero tenía un problema: era pura basura. Con el pesado motor detrás el manejo era complicado. A esto se le unió que el ejército no podía importarlo y que el diseño del exterior estaba envuelto en líos judiciales: al final el Tío Sam le dio el contrato a Humvee. La parte peor de todo es que este episodio machacó la reputación de Lamborghini y dejó a la marca tiritando.

Luego resucitó el proyecto en 1980. Le puso un motor diferente con un diseño similar y lo llamó Lamborghini Militaria 1 (LM001). Seguía siendo basura. De vuelta en el centro de diseño se dieron cuenta de que el motor estaría mejor situado delante, así que lo movieron allí. 

Y no colocaron cualquier propulsor: estaban utilizando el V12 de 5,2 litros que utilizaba el Lamborghini Countach de la época. Su objetivo seguía siendo los militares, pero el modelo nuevo (LM002) tampoco fue un exitazo, ya que arreglar y poner a punto seis carburadores de doble cuerpo en la arena del desierto era una especie de pesadilla. 

Prueba Lamborghini LM002 (puesto conducción)

Así que en Sant’Agata se centraron en una versión civil. El equipamiento de paz de este modelo tenía cuero de la cabeza a los pies, elevalunas eléctricos, alfombrillas bien mullidas, una radio colocada en el techo, aire acondicionado... y se movía con unos Pirelli Scorpion monstruosos hechos especialmente para este modelo con tecnología run-flat. 

Si querías más potencia y tenías una cartera muy llena, pero mucho, mucho, podías pedir una variante denominada L804: te montaban un V12 marino de 7,2 litros de las fueraborda de competición de la Clase 1.

Prueba Lamborghini LM002: 1 de 300

En siete años de producción se hicieron 300 LM002. Y yo tengo las manos sobre uno de ellos, el espectacular modelo restaurado por Lamborghini Polo Storico (el departamento de la marca especializado en restauraciones).

Parece que ha tenido una lucha a muerte con un expendedor de estiércol; tanto es así, que casi hasta me siento culpable al pensar a quién le tocará limpiarlo después de las fotos. Tengo excusa: ¿cada cuánto tiempo tienes la oportunidad de probar un Lamborghini LM002? ¿Ser el protagonista de una especie de Call of Duty con un SUV V12 exótico como pocos?

Prueba Lamborghini LM002 (charco)

Pues eso. Tras una breve vuelta de reconocimiento en la que me hago al coche, ataco un importante charco tras una curva a izquierdas. Sin piedad. Abro la puerta para mirar desde arriba. Tras cerrar la puerta (¡cómo pesa!), de nuevo me dejo mimar por el aroma de los suntuosos asientos de cuero. 

Dado el ingente tamaño del habitáculo, resulta curiosa la disposición del interior. Cada uno de los asientos está en una esquina, mientras que un anchísimo túnel de transmisión separa a los ocupantes de cada lado.

El conductor tiene que vérselas con un volante que no se puede regular, una amplia variedad de botones de colorines tan grandes que un astronauta podría manejar con su traje espacial y dos palancas destinadas al manejo todoterreno... una vez que hayas cogido la dinamométrica para conectar las ruedas delanteras y llevar 4x4.

450 euros de gasolina para quemar en un rato

Arrancar el gran V12 es algo sencillamente brillante. Tus oídos dicen  “Countach”, tu cabeza dice “Countach”, tus ojos dicen “WTF”

Miro la aguja de la gasolina. El repostaje es una de las grietas por donde se te escapa el dinero: mientras lo alimentas con los 290 litros que es capaz de tragar (eso son tranquilamente más de 450 euros) no puedes evitar pensar que vas a quemarlo en cuestión de minutos. Pero así es una prueba del Lamborghini LM002: todo debe ser brutal...

Con unas ruedas de 325 de ancho -seguimos con la brutalidad-, el ritmo y el movimiento del LM es más manejable fuera del asfalto; curiosamente, en superficies sueltas, el chasis tubular con su suspensión independiente es juguetón y predecible, algo que jamás me hubiera imaginado. 

Este modelo tan anguloso, gigante y pesado es relativamente fácil de colocar, algo que viene muy bien cuando estás probando un coche único bajo la atenta mirada de sus cuidadores... y estás rodeado de enormes y duras piedras de esas que no se pueden mover si no es con un bulldozer. 

Prueba Lamborghini LM002

Pero dicho esto, la dirección es lenta; la palanca del cambio está tan lejos que parece que está en otro huso horario. Al menos la postura de conducción y los pedales no están situados como por ejemplo en el Miura o el propio Countach. 

Pero pisar el embrague es como intentar tirar de una patada la puerta de la caja fuerte de Fort Knox mientras que los frenos, con discos delanteros de doble pistón y unos tambores traseros de 12x3, son sencillamente lamentables.

Pero aun así no puedo dejar de maravillarme en esta prueba del Lamborghini LM002 al ver lo que puede hacer un V12 de 35 años que parece diseñado con el Telesketch (si no sabes de lo que te hablo, eres asquerosamente joven) a más de 150 km/h. 

Lo malo es que tras un buen rato quemando gasolina con el Rambo Lambo como si no existiera un mañana, la aguja está preocupantemente baja. Como no soy ningún jeque ni tengo los petrodólares por castigo, la prudencia viene a verme y me desaconseja que vuelva a repostar. Pero siempre es mejor haber amado y haberse quedado en la reserva que jamás haber amado, ¿no? (o algo así).

Nuestro veredicto

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Etiquetas: SUV