Prueba del Mazda CX-60 e-Skyactiv D de 200 CV: el diésel aún tiene mucho que hacer

Prueba del Mazda CX-60 e-Skyactiv D 200 CV

Hemos conducido el Mazda CX-60 diésel en su versión de 200 CV, un coche que demuestra que los motores diésel aún son una buena opción.

Conducir un coche nuevo con un motor diésel de seis cilindros es algo que no esperaba poder volver a hacer, pero Mazda cree que este combustible tiene aún mucho que ofrecer. Eso es lo que voy a comprobar en esta prueba del Mazda CX-60 e-Skyactiv D de 200 CV, la versión de acceso de la nueva motorización disponible para este SUV japonés.

El Mazda CX-60 llegó originalmente con una mecánica híbrida enchufable, pero ya se anunció que llegaría una diésel. Esto parecía una locura, teniendo en cuenta que muchos fabricantes están abandonando estos motores. Claro, que muchos también están optando por el downsizing, con bloques cada vez más pequeños en sus coches. En ambos casos, Mazda piensa diferente.

Diseño e interior del CX-60 diésel

Prueba del Mazda CX-60 e-Skyactiv D 200 CV

Con una propuesta que parece ir a contracorriente, el CX-60 diésel ya está aquí y llega con las mismas cualidades de la versión PHEV. De hecho, estéticamente ambas son iguales, salvo por detalles como la ausencia del puerto de carga para un motor eléctrico y las inscripciones de las aletas delanteras. Aquí pone ‘Inline 6’, en referencia al motor, pero hablaré de eso más adelante.

Como en la configuración híbrida, me encuentro ante un SUV de aspecto robusto y buen tamaño : 4.745 mm de largo, 1.890 mm de ancho, 1.680 mm de alto y una distancia entre ejes de 2.870 mm. Además, hay varios acabados disponibles que cambian varios aspectos del coche, pero yo me encuentro con unidades en los dos superiores, llamados Homura y Takumi.

El primero de estos tiene un toque más deportivo e incluye elementos como la parrilla y las molduras en negro. Por otro lado, el Takumi es más elegante y aporta detalles cromados, pero me quedo con el deportivo. 

De esta forma, me adentro en el interior del CX-60 e-Skyactiv D dispuesto para conducir y me encuentro lo que ya se podía ver en este SUV. De entrada, veo una pantalla para el cuadro de instrumentos y una central que, como es habitual en la marca japonesa, manejo con una ruleta en el túnel central. Hay mandos físicos, sí, especialmente para funciones importantes. Eso me gusta.

Más allá de esto, en general me siento cómodo y los materiales me dan buena sensación al tacto. Asimismo, el espacio también es suficiente, aunque en las plazas traseras me veo con las rodillas algo justas, midiendo yo 1,90 m y teniendo el asiento del conductor ajustado a mi altura. Eso sí, no es algo demasiado incómodo.

Motor del CX-60 e-Skyactiv D

Motor del Mazda CX-60 e-Skyactiv D

Sea como fuere, lo realmente importante de este SUV es su mecánica. Independientemente de la versión, el motor del Mazda CX-60 diésel es un seis cilindros de 3,3 litros. En este caso, se trata de un bloque de 200 CV y 450 Nm de par, fuerza que se gestiona mediante una caja automática de 8 relaciones y que se envía al eje trasero.

Sin duda, es una configuración interesante, pero también es llamativo que se trata de una mecánica microhíbrida. Gracias a un sistema híbrido de 48 voltios, con un motor eléctrico de 12,4 kW y una batería de 0,33 kWh que acompañan al motor de combustión, este SUV diésel cuenta también con la etiqueta ECO de la DGT.

¿Cómo se conduce?

Con su mecánica, no cabe duda de que este todocamino tiene algunos rasgos atractivos, pero conviene ver cómo se comporta en el mundo real. Así, comienzo mi prueba del Mazda CX-60 e-Skyactiv D de 200 CV, con una suavidad que percibo en las velocidades típicas de ciudad. Aquí, la conducción es cómoda y me gustan elementos como el freno, con un tacto que no es demasiado duro.

Por otro lado, la suave dirección me permite maniobrar con facilidad y la visibilidad que tengo desde la elevada puesta de conducción también ayuda en el ámbito urbano. A la hora de mirar atrás, sin embargo, tampoco hay problemas, aunque la cámara trasera ayuda. También vienen bien las pequeñas ventanillas traseras junto al pilar C.

Prueba del Mazda CX-60 e-Skyactiv D 200 CV

Aun así, un coche así brilla en carretera, ya que los viajes deberían ser lo suyo. Aquí, lo cierto es que la sensación mejora, con unos asientos cómodos y un interior bastante silencioso, ya que el cambio automático mantiene bajas las revoluciones. Eso sí, al adelantar o incorporarme, el bloque empieza a sonar más de lo deseado, si bien es un tono más agradable que el de un tres cilindros…

Además de esto, algo que percibo es cómo el motor se apaga en ocasiones -en concreto, lo hace en un 37% del tiempo de conducción- para bajar más el consumo. En ese momento, me muevo solo con la inercia del coche y esto ayuda a prolongar el depósito, pero al reactivarse de nuevo da algún tirón que me resulta poco cómodo.

Sea como fuere, más allá de estas cuestiones, el motor funciona con suavidad y la entrega de potencia es adecuada. Es posible circular de forma relajada pero, cuando necesitas hacer todo el uso de la potencia, la respuesta es prácticamente inmediata y la caja de cambios no duda a la hora de actuar, lo que sí sucede en otros coches.

Aun así, si no quieres quedarte solo con el cambio automático, puedes subir y bajar de marcha con las levas situadas tras el volante. Su respuesta es lo suficientemente buena y, durante un tiempo -no hay un modo 100% manual- puede ser útil, pero no creo que lo vayas a usar demasiado en un modelo de este tipo.

Prueba del Mazda CX-60 e-Skyactiv D 200 CV

Sin duda, en autopistas o viajes largos no pensarás en cambiar tú las marchas, pero puede que quieras hacerlo en carreteras como las de zonas montañosas, para comprobar qué puede hacer el CX-60 diésel. Puedes probarlo tú, pero yo te diré que, si bien no es un deportivo, tampoco te decepcionará.

En este entorno, de nuevo el motor responde sin problemas y la ligera dirección te ayuda a conducir en zonas más reviradas. Eso sí, no lo hace tanto la suspensión, que tiene un tarado más bien blando que ayuda a absorber las imperfecciones, pero crea algo de inclinación de la carrocería en curvas. Es lo esperable en un todocamino de estas características, eso sí.

Cabe destacar que esto no cambia al seleccionar uno u otro modo de conducción -normal y deportivo- y la mayor diferencia entre ellos es la relación de marchas del cambio automático y los gráficos del cuadro. Más allá de esto, todo sigue igual, pero este SUV está pensado para conducir en el día a día y recorrer grandes distancias. Y no, eso no se le da mal.

Tras hacer un recorrido que ha combinado ciudad, autopista y carreteras secundarias, he podido firmar un consumo de unos 5,5 litros/100 km. Es una buena cifra, más aún si tenemos en cuenta que no he llevado la conducción más eficiente al querer probar distintos elementos. El consumo oficial es de 5 litros y la verdad es que no lo veo descabellado.

Precio y rivales del Mazda CX-60 diésel

En España, el precio del Mazda CX-60 diésel de 200 CV arranca en 48.719 euros sin descuentos y esta variante podría ayudar a alcanzar las 1.682 unidades de este SUV que la marca japonesa espera vender en nuestro país. Eso sí, para ello tendrá que superar a algunos de sus contrincantes, ya que hablamos de un segmento claramente competitivo en los tiempos que corren.

Por ejemplo, el todocamino asiático tendrá que enfrentarse a modelos como el Audi Q5 -55.400 euros en la versión 35 TDI- o el BMW X3 -55.350 euros en el modelo sDrive18d xLine-. La ventaja del precio la tiene, pero habrá que ver si su fórmula seduce al mercado. En cualquier caso, es refrescante que contemos con un nuevo seis cilindros diésel en el mercado y le seguirá otro gasolina.

Nuestro veredicto

8.5

Etiquetas: SUV, Motor, Diésel