¡Pelotazo! Probamos el único Ferrari 365/4 Daytona Shooting Brake

Sí, no es una broma: nos ponemos al volante de uno de los one-off de Ferrari más alucinantes. Se va a subastar pronto; ya hemos comprado el cerdito.

La prueba de un Ferrari siempre es algo que esperas como un niño la llegada de los Reyes Magos, pero si ese Ferrari es un one-off, algo único, la emoción y los nervios se disparan. Hablo del Ferrari 365/4 Daytona Shooting Brake, probablemente el único Shooting Brake con un cavallino rampante en el frontal, una joya única con un estilo que enamora…y sí, ¡no es broma! Lo hemos probado.

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Y es que el ser humano siempre ha querido tener todo, por lo que entre la máxima deportividad y la practicidad, parece ser que hay un hueco donde se cumple esta cuadratura del círculo…y es espectacular: prestaciones, estilo Ferrari y practicidad, todo en un mismo envoltorio. Si a eso sumamos exclusividad y pasión por los detalles, el resultado es abrumador. 

Esta necesidad de combinar prestaciones con un uso práctico ha llevado al mundo a crear coches tan interesantes como el Audi RS6 o el Mercedes C63 AMG, coches capaces de acelerar de cero a cien en menos de cuatro segundos pero también de llevar a los niños al cole o de ir a hacer la compra. Mención aparte merecen los poderosos SUV deportivos, bestias que parece insultar a la lógica pero que terminan dejándote con cara de tonto.

Pero ninguno de estos son Shooting Brake, un concepto algo emocional que no termina de definirse del todo. En teoría está claro: un concepto de deportivo donde el espacio en la parte trasera se incrementa pero lo que realmente se incrementa es su estilo y exclusividad. ¿Quién no recuerda coches como el BMW Z3 Coupé o el Volvo 1.800 ES? Recientemente dos vehículos han renacido esta idea, aunque de manera diferente: por un lado Mercedes creó una serie de familiares deportivos bajo esa denominación (los CLA y CLS Shooting Brake), por otro lado, Ferrari recuperó este concepto en un Ferrari FF y posteriormente lo ha mantenido en el Ferrari GTC4 Lusso. Pero no son los primeros Ferrari con esta carrocería, qué va.

El Ferrari 365/4 Daytona Shooting Brake nació en 1975 cuando el empresario inmobiliario estadounidense Bob Gittleman acudió a su buen amigo Luigi ‘Coco’ Chinetti, en Paoli, Pennsylvania, pidiendo algo “ligeramente diferente”. Vaya que si lo era, ¡crear un shooting brake sobre el Daytona! Chinetti, casi más loco que Gittleman, no dudó y aprovechó la montaña de dinero que este le había dejado: ¡con semejante dinero podría haber comprado cuatro Daytonas ‘normales’! Lo que hoy en día sería más de 1,5 millones de euros.

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El carrocero encargado de confeccionar a medida la nueva carrocería de aluminio fue Panther Westwinds, local de Brooklands, Inglaterra. Inspirado en el Ferrari 250GT SWB ‘Breadvan’, el resultado no pudo ser mejor. Se sacó de la manga un concepto elegante y de proporciones áureas. Hasta el pilar A las diferencias con el Daytona son menores, a partir de ahí, no queda nada de lo original. La nueva carrocería contaba con un notable espacio de carga por el que se accedía mediante dos ventanas alargadas situadas en el lateral. La trasera, con una ligera caída tremendamente sexy, estaba protagonizada íntegramente por cristal.

Toca empezar la prueba del Ferrari 365/4 Daytona Shooting Brake y me tiemblan las pierdas. Abro la puerta y entro en su lujoso y estrecho interior sin estar a la altura en términos de elegancia. En el momento que estoy dentro y todo sabe a lujo, doy gracias a todos los dioses por estar en ese lugar. Los asientos no cuentan con regulación y tengo la sensación de estar en una de esas sillas de playa que utilizan los asiduos a Benidorm en viajes del IMSERSO.

Tomo la delicada llave y giro media vuelta. El V12 de 4.4 litros cobra vida con un notable estruendo, pequeños golpes de gas hacen que mi emoción aumente por momentos. Esta mecánica no ofrece variaciones respecto al original, por lo que sigue produciendo 352 CV a 7.500 vueltas y 431 Nm entre las 5.000 y las 5.500 vueltas. Sí: este coche que parece realizado para enterrar muertos es capaz de acelerar de cero a cien en 5,9 segundos y rozar los 300 km/h…¡en 1975!

Antes de arrancar, un intenso olor a aceite y gasolina inunda el habitáculo. Acaricio suavemente la palanca de cambios hasta colocar la primera. Arranco y a baja velocidad el embrague es duro, la dirección incluso lo es más y el motor parece estar poco a gusto. Por debajo de 50 km/h no transmite demasiada confianza, menos aún cuando me doy cuenta que no tiene cinturón de seguridad; quizás lo debería haber comprobado antes, pero bueno, a mi alrededor solamente hay árboles.

Empiezo a acelerar y por fin la mecánica parece recibir lo que deseaba: más gasolina y más aire. Es como un fumador compulsivo tras una noche de fiesta. Evito a toda costa ser brusco con el acelerador, hay mucho par y su comportamiento es rudo, cómo debe ser en un Ferrari clásico. De repente, voy rápido y me doy cuenta de lo delicado que es este coche. Donde antes encontraba torpeza ahora tengo agilidad. No obstante, la dirección tiene la misma precisión que una escopeta de feria y existe una cierta holgura en el centro que te hace estar constantemente moviendo el volante. Te hace trabajar y eso me encanta, se comporta como esperas de un superdeportivo de la vieja escuela, requiere habilidad y trabajo y para extraer todo su potencial necesitas tenerlos bien puestos.

Decido descansar un poco para echar un vistazo a su noble interior. La remodelación fue notable y la disposición de mandos cambió radicalmente respecto al Daytona. Los ocho indicadores del panel de control (dos grandes, seis pequeños) se mantienen, pero cambian por completo de ubicación: ahora todo se centra en la parte central del salpicadero y dos gruesos paneles de madera cubren el espacio frente a los afortunados pasajeros. El resultado es un interior más noble y elegante, perdiendo mucha deportividad por el camino pero elevando esa sensación de exclusividad máxima: echar un vistazo al maletero recubierto de elegante madera es una experiencia religiosa.

Toca poner fin a la prueba del Ferrari 365/4 Daytona Shooting Brake con la sensación de haber conducido algo único, algo irrepetible. Me siento afortunado al haber colaborado en las menos de 4.000 millas (unos 6.450 km) que marca el cuentakilómetros. El coche ha recibido recientemente una restauración por parte de los chicos de Hexagon Classics y luce como en sus mejores tiempos. Esta se ha llevado a cabo con la colaboración de Andrew Mackenzie, trabajador que participó en su producción original para asegurar un nivel de originalidad y fidelidad máximo.

Esta semana se pondrá a la venta en el marco del Concurso de Elegancia de Pebble Beach, de la mano de la casa de subastas Gooding & Co. Si te sientes tentado de robar un banco e irte a por él, tranquilo, me parecerá la decisión más lógica del mundo.

Nuestro veredicto

0.9

Etiquetas: coches clásicos