Prueba Bentley Flying Spur V8 S: ¡cómo un marqués!

Probablemente sea el Bentley más sensato que he conducido jamás.

¿Qué tenemos aquí?

Se llama Bentley Flying Spur V8 S, sí, el nombre es casi tan largo como el coche, pero está ahí buena parte de su sensatez. Me explico: es un Bentley y cuando hablas de un coche así te imaginas lujo, lujo y más lujo. Este es el caso. Flying Spur hace referencia a la carrocería limusina basada en el Continental GT. Es decir, es un coche fabricado para disfrutar detrás, mientras el chofer va al volante. V8: incorpora un motor más pequeño pero mucho más moderno y eficiente que el W12, es el mismo que montan muchos coches del grupo, como por ejemplo un Audi RS6. ¡Ah, y me dejo la S! Eso significa que tiene un aire deportivo tanto en la imagen como en su carácter dinámico. Bueno, esto último está por ver durante la prueba del Bentley Flying Spur V8 S.

Entonces, ¿es una limusina?

Bentley ofrece coches para todos los gustos, especialmente tras la llegada del Bentley Bentayga. El Flying Spur se coloca como la opción perfecta para quienes buscan un sedán de superlujo pero sin buscar la máxima excelencia y opulencia que ofrece el Bentley Mulsanne: se podría considerar como una mezcla entre este y un Audi A8 largo. Pero sí, es una limusina pensada para viajar detrás: te das cuenta rápidamente cuando te encuentras una nevera con una botella de champagne entre las dos butacas traseras.

¿En serio?

Así es, este detalle y muchos otros son los que terminan marcando la diferencia en este coche. No lo puedo evitar: decido empezar la prueba del Bentley Flying Spur en los asientos traseros. El espacio para las piernas es inmenso, así como el resto de cotas: aquí no hay agobios, eso sí, está pensado para que sean dos los que disfruten a lo grande de estas plazas traseras. Una cosa que me gusta es el sistema de entretenimiento detrás, gestionado mediante una pequeña tablet que es capaz desde la temperatura de la climatización hasta la emisora de radio seleccionada, puedes bajar y subir las persianas eléctricas que ofrecen un extra de intimidad o colocar un nuevo capítulo de tu serie favorita. En el Bentley Flying Spur tienes todo el control del coche en las plazas traseras: el pobre chófer aquí no tiene ni voz ni voto.

Ya esperaba que detrás fuese cómodo, ¿qué tal al volante?

Sinceramente, lo mío no es ir en las plazas traseras con copa de champán en mano así que no tardo mucho en pegar el salto tras el volante. Es de recibo decir que en este interior la calidad raya a gran altura, los materiales nobles, como la madera o el cuero con acabado a rombos, son protagonistas. El arranque se realiza mediante botón y aunque en un primer momento se aprecia un agradable borboteo, rápidamente se apacigua dejando el interior en un silencio casi absoluto. Esto es un Bentley de lujo, aquí el confort acústico es eso clave.

Cómo no, me encanta el refinamiento de la mecánica y empiezo a rodar con la sensación de estar en un coche algo incoherente en este apartado: por un lado parece que quiere buscar el máximo refinamiento pero a su vez quiere tener un ligero toque deportivo. ¿Cómo se come eso? Hundo el acelerador y el V8 de cuatro litros, doble turbo y 528 CV me deja pegado sin concesión a la butaca. ¡Vaya, esto corre! Acelera de cero a cien en menos de cinco segundos, así que amigos, esto puede ir muy rápido: supera los 300 km/h. Vale, vale, ya veo por dónde van los tiros.

¿deportivo o lujo?

¿Pueden ser ambas cosas? Es difícil y si me tengo que quedar con algo, me quedo con el lujo, pero es cierto que este coche es capaz de correr como un demonio, aunque no me imagino a un lord inglés yendo de tramo con su Bentley Flying Spur V8 S: imagino que esa potencia está ahí debajo porque pueden, porque al final la potencia también es un lujo. Eso sí, de ahí a tener un comportamiento dinámico deportivo va un mundo.

Decido acudir a un puerto de montaña para ver qué tal se comporta. La suspensión se puede modificar tanto en dureza como en altura, lo coloco en la posición más baja y en el modo más duro. Aunque el coche no se mueve mal en curvas, es evidente que no se encuentra cómodo: sus dos toneladas y media y más de cinco metros de largo se mueven como un cocodrilo en un microapartamento de 20 metros cuadrados. Es lento y algo torpe, pero quizás menos de lo que podrías esperar de un Bentley de superlujo. No obstante, repito: no es su cometido, su cometido está cerca, en las autopistas.

Y es que es allí donde realmente se disfruta un coche así: lo siento, pero debo regresar a las plazas traseras. Decido colocar algo de música clásica, bajar las persianas para que nadie ni nada me moleste, abrir la botella de espumoso y dejar que un suave masaje se encargue de mantener contentas a mis lumbares. Señores, esto es lujo. ¿Un deportivo? No es más que una herramienta de marketing para confeccionar una gama para todos los gustos. ¿Necesita más cilindros? Ni de coña: el ocho cilindros sienta de maravilla al Flying Spur, mejorando notablemente las cifras de consumo respecto al doce cilindros. ¿Necesita ya una versión híbrida? No tengo duda que sería el complemento perfecto para un coche así, igual que también estoy seguro que lo veremos más pronto que tarde. 

En definitiva, ¿por qué dices que es el Bentley más sensato?

A la hora de elegir un Bentley debes elegir dos cosas: qué tipo de carrocería necesitas y qué tipo de motor es el más adecuado. Tras la prueba del Bentley Flying Spur V8 S tengo bastante claro que esta es la opción más sensata. La carrocería de cuatro puertas permite tener el mismo lujo, refinamiento y dinamismo en las plazas traseras, y un auténtico salón de hotel de cinco estrellas en las plazas traseras. Un Bentley para usar cuando quieres y para que te lleven cuando estés cansado.

En cuanto al motor, generalmente siempre suelo decir que ande o no ande, caballo grande, pero en este caso, menos es más. El V8 biturbo tiene un comportamiento noble y eficaz, se siente más moderno que el vetusto W12 de seis litros, es capaz de consumir dos litros menos de combustible cada 100 km sin perder apenas en términos de prestaciones. Sinceramente, no tiene mucho sentido elegir el motor grande, ya que en términos de refinamiento tampoco siento una mejora importante. El único motivo para elegir el W12 es por el hecho de poder decir a tu vecino que tienes la versión más cara y exclusivo, ¡ojo! Un argumento de peso en este tipo de adquisiciones de superlujo. 

En definitiva, el Bentley Flying Spur V8 S es una berlina perfecta para quienes busquen un extra de exclusividad respecto a un Audi A8 o un Mercedes Clase S 2017, un extra de imagen tremendamente potente, especialmente si decides pintarlo de color naranja con el interior azul como mi ejemplar de pruebas. Un coche para comprar con el corazón.

Nuestro veredicto

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