Allá por la década de los 2000, Lexus decidió dar el salto al mundo de los coches deportivos. La marca de lujo de Toyota poseía una gran reputación como fabricante de cómodas y fiables berlinas, pero como toda marca que se precie, necesitaba una obra maestra. Así nació el Lexus LFA.

El coche fue presentado en el Salón del Automóvil de Ginebra en 2010, portando un motor V10 en la parte frontal del vehículo y con un avanzado y aerodinámico diseño que convenció al mundo de lo que Lexus podía llegar a hacer.

El eje central del proyecto: un motor V10 con un sonido indescriptible

El actual presidente de Toyota, Akio Toyoda, aprobó el proyecto para que Lexus diese un fuerte golpe en la mesa. Este tipo de coches fuera de lo normal no eran nuevos en Toyota, que ya creó el conocido 2000GT de motor delantero y en los años 90' fabricó la versión MK.4 del Toyota Supra con el motor 2JZ.

Coches deportivos que junto a otros más comedidos como el Toyota AE86 o los Celica, llevaron a la marca a exprimir toda su experiencia en fiabilidad y trasladarla a coches de Lexus en su fundación. La construcción del Lexus LFA contó con pocos apoyos internos y un gasto de capital y recursos humanos (los mejores de las dos compañías) enorme.

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La unidad de potencia del Lexus LFA se construyó en exclusiva para este modelo. Se trata de un motor V10 a 72º atmosférico de 4,8 litros y una potencia máxima de 552 CV y 480 Nm de par a las 6.800 rpm, con un límite de 9.000 rpm.

Este motor V10 fue desarrollado conjuntamente con Yamaha, que ideó también el sistema de escape con su característica triple salida y ese sonido que recuerda a los antiguos Fórmula 1. Se trata de un motor DOHC (con doble árbol de levas en cabeza por cada bancada de cilindros), 40 válvulas (4 por cilindro) y el sistema de Toyota VVT-i de sincronización variable de válvulas, parecido al sistema V-TEC de Honda.

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Se construyó con los materiales y aleaciones más avanzadas: aluminio, magnesio y titanio. Estos increíbles metales hicieron de este V10 un motor más pequeño que la mayoría de V8 del mercado y un peso similar a un V6.

Su lubricación se llevó a cabe mediante un cárter seco capaz de soportar hasta 2G sin perder rendimiento, y se montaron diferentes radiadores a lo largo del coche para su refrigeración.

Un desarrollo complejo

Así nació el bólido, limitado a 500 unidades. Incorporó un chasis de fibra de carbono modular creado con innovadoras tecnologías para aquel entonces, y más en las fabricas de Toyota y Lexus, donde no existía experiencia con este material.

Su diseño fue transeje, es decir, la caja de cambios automática se encontraba en la parte trasera del coche, conectada al motor a través de un sistema de torsión. Los coches fueron totalmente personalizables y eran construidos de forma individual en el plazo de un mes aproximadamente.

De hecho, 50 de las 500 unidades montaron un paquete especial 'Edición Nürburgring', con un alerón de doble anclaje con endplates que sustituía al alerón activo de serie, canards, splitter frontal y diversos elementos adicionales en fibra de carbono. Su potencia también se vio aumentada, hasta los 563 CV.

En competición, participó en forma de prototipo durante su desarrollo en el ADAC 24H de Nürburgring, y sirvió de precedente para que el Lexus RCF GT3 debutase en las Blancpain Series (actualmente GT World Challenge) con el equipo Emil Frey Racing.

Un lanzamiento y vida turbulentos

En 2010, el Lexus LFA salió a la venta en el mercado. ¿Su precio? Cerca de 400.000 dólares, lo que le puso en confrontación directa con algunos de los mejores coches de Ferrari o Lamborghini. Fabricantes italianos con décadas de experiencia, historia y renombre.

Sus ventas, al contrario de lo esperado, fueron reducidas. Entre otras cosas, por la espera en el lanzamiento del modelo y el tiempo de construcción y pruebas de cada unidad. Respecto a esto, se rumorea que Lexus aún conserva muchos de los LFA sin vender.

Pero el trabajo de Toyota y Lexus tuvo sus frutos. Fue una gran inversión en imagen de marca, porque todos saben ahora que los nipones son capaces de crear superdeportivos de semejante calibre. Por otro lado, también supuso la apertura de puertas a futuros deportivos de Lexus que vinieron después, como el Lexus LC 500 o el Lexus RC.

Sin embargo, en el mercado actual es una joya muy cotizada que se acerca cada año más y más a 1 millón de euros de precio por unidad, con muy pocas en venta en todo el mundo y todas las papeletas para convertirse próximamente en todo un clásico de culto (si no lo es ya).