Viejas glorias: Opel Kadett GSi

Ríndete ante él...

Hoy te traigo la historia del Opel Kadett GSi, uno de los modelos más emblemáticos de la firma alemana del rayo que, junto a otros cuantos iconos GTI, supo marcar una época dorada de la automoción en el Viejo Continente. Sí, amigos y amigas: nos encontramos ante una nueva entrega de nuestra sección de viejas glorias -inaugurada por modelos como el Lancia Delta HF Integrale o el Ford Sierra Cosworth- protagonizada por un automóvil tan amado como odiado por todos los petrolhead con unas cuantas décadas en el contador. Como Shakira, pero sonando mucho mejor. 

1984: el origen

Corría el año 1984 y, tras un éxito arrollador de la cuarta generación de uno de sus modelos estrella -aquí tienes los 80 años de historia de los compactos de Opel-, la marca afincada en Alemania decidió ponerse manos a la obra para lanzar al mercado uno de sus vehículos más prolíficos: el Kadett E. Con una imagen exterior muy personal y discutible, sus mayores ventajas se encontraban en un apartado aerodinámico sobresaliente que se unía a una habitabilidad y un maletero mejorados con respecto al modelo precedente sin prácticamente alterar ni un ápice sus cotas -no llegaba a los cuatro metros de longitud-. Aunque la variante más atractiva de todas era la de tres puertas, a lo largo de su trayectoria el quinto Kadett de Opel adoptó formas variopintas que incluyeron la de carrocería con cinco puertas, otra sedán de cuatro, otra descapotable... e incluso una con silueta más orientada al trabajo denominada Combo. 

Distribuido alrededor del mundo durante muchos años y en diversas formas -en el Reino Unido fue conocido como Vauxhall Astra o Belmont, mientras que en otros lugares fue comercializado bajo la firma Chevrolet-, su acertado diseño fue aprovechado hasta límites insospechables cuando, años después de haber desaparecido de forma oficial del mercado en favor del nuevo Astra -año 1991-, volvió a renacer con el nombre de Daewoo Nexia. Con una ligera restilización de sus formas que no impedía que cualquiera que lo viera pensara que estaba ante un Kadett disfrazado

Y llega el primer Opel Kadett GSi

El Opel Kadett GSi de 1984

Conscientes del interés del público en poder conducir vehículos compactos prácticos para el día a día pero con tintes deportivos para disfrutar de sus carreteras favoritas los fines de semana, los ingenieros de Opel no perdieron ni un minuto y para el Salón de París del mismo año del lanzamiento de su modelo estándar ya tendrían lista la versión más espectacular de la gama: el Kadett GSi. Equipado con un bloque de 1,8 litros de cilindrada, 115 CV y tracción delantera, la variante más deportiva del modelo dejó sin palabras a la prensa especializada y a todo el público al poder presumir de unas cifras realmente escandalosas: se trataba del primer automóvil con motor inferior a los dos litros de cilindrada que era capaz de rebasar los 200 km/h. 

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Disponible únicamente con carrocería de tres puertas -y unos tronchantes tapacubos que cubrían un juego de llantas de acero impensables hoy en día-, la imagen exterior del Opel Kadett GSi de 1984 difería bastante de la de sus compañeros de gama, con unos paragolpes específicos muy acertados pintados en el mismo color de la carrocería y un alerón posterior que mejoraba aún más su ya de por sí portentosa aerodinámica -con un Cx de 0,30-. En su interior el mayor foco de atención siempre estuvo en su futurista cuadro de instrumentos digital, que era un verdadero puntazo. Aunque pueda parecerte el compacto deportivo definitivo, cualquiera que haya conducido uno coincidiría con los periodistas de la época en un detalle fundamental: era todo corazón. Y con esto no quiero decir que estuviera repleto de buenas intenciones -que también-, sino que su bastidor, desgraciadamente, nunca supo estar a la altura de las bondades de su bloque.

Aumenta la cilindrada... y el número de puertas

Sólo dos años después del desembarco en el mercado del primer Opel Kadett GSi llegaría una ligera renovación que lo convertiría en una pieza mucho más atractiva todavía: a la variante de tres puertas se sumaría una de cinco... y todas ellas estarían dotadas de un bloque cuya cilindrada aumentaría hasta los dos litros para entregar 130 CV. Pese a no suponer un verdadero salto adelante en cuanto a prestaciones -su velocidad máxima era ahora de 206 km/h con una aceleración 0-100 de 8,5 segundos-, la implementación de una variante más práctica a la gama resultó ser un verdadero acicate para las ventas del compacto alemán, que para entonces ya gozaría de una gran aceptación por parte del público y se había ganado por méritos propios el haberse erigido el enemigo por antonomasia del Volkswagen Golf GTI de segunda generación -aquí tienes sus 40 años de historia en imágenes-

Llega el Opel Kadett GSi 2.0 en 1986... ¡ahora con cinco puertas!

Entre otros detalles, destacan la introducción de las llantas de aluminio de 14 pulgadas como equipamiento de serie del coche, la modificación de la terminación de su cola de escape y el aumento de la capacidad de su depósito de combustible, que ahora pasaría a poder albergar dentro de sí hasta 52 litros de carburante. 

Mejor con más válvulas: llegan las 16

En 1987 aterrizaría la versión más brutalmente salvaje del Opel Kadett GSi jamás fabricada gracias a la introducción en su vano motor de una mecánica de dos litros con culata de 16 válvulas desarrollada en colaboración con Cosworth. Gracias a los 156 CV erogados por este voluntarioso motor -que pronto pasaría a convertirse en uno de los mejores de la Historia-, la variante más potente del GSi podía conseguir cifras verdaderamente espectaculares para un compacto de su tiempo: con un consumo en carretera -recuerda que antes estas mediciones se realizaban a velocidades de 90 y 120 km/h- inferior a la variante de sólo ocho válvulas, el nuevo 16V era capaz de alcanzar los 100 kilómetros por hora en 7,7 segundos con un poder de recuperación abrumador. 

El Opel Kadett GSi, con 16 válvulas

Además de la introducción de elementos como el puente trasero con discos de freno o ligeras mejoras en las suspensiones para mejorar su comportamiento dinámico -que nunca estaría, repito, a la altura de su brioso motor-, el mayor cambio del Opel Kadett GSi de 16V con respecto a su hermano pequeño era su precio: casi 400.000 pesetas superior -eso son 2.400 euros, para los imberbes-. Con las mismas llantas del modelo más comedido y una brutal entrega de potencia y par a lo largo de su tacómetro, la prensa de la época no tardó en considerar que la motricidad del coche se veía comprometida con demasiada facilidad al ser efusivos con el gas, al tiempo que su parte trasera gustaba de salir a bailar sin el permiso expreso de su conductor. 

¿Y en competición? 

El Kadett GSi en competición

Desgraciadamente, Opel nunca realizó una apuesta demasiado contundente por el Kadett GSi en el universo del automovilismo, y por eso es difícil encontrar demasiadas imágenes o ejemplos por ahí. En tierras españolas los más añejos podrán recordar a un jovencísimo Luis Climent tratando de hacer a la bestia digerir las irregularidades de los tramos del Campeonato de España de Rallyes de Asfalto de 1989, hasta dar el salto al equipo oficial en 1993 a lomos de un Astra GSi -que también iba tirando a regular pero era algo más moderno- tras haber despuntado pilotando los más modestos Corsa en los años anteriores. 

Ediciones especiales

Aunque este apartado no sea especialmente abultado, es preciso hacer mención a dos variantes más especiales todavía del glorioso Opel Kadett GSi: la descapotable y la Champion. La primera de ellas nació en 1987 como respuesta a otras propuestas lanzadas por rivales como Ford o Volkswagen y estaba firmada por Bertone. Aunque no era precisamente una delicia para los ojos de los verdaderos aficionados, lo cierto es que su rareza la ha convertido en una pieza de coleccionista cuyo valor se ha mantenido estable durante los últimos años en el mercado de segunda mano -debido, quizá, a la burbuja que experimentan los clásicos-

Opel Kadett GSi Champion

La más destacable de todas es, por supuesto, la conocida como Champion o "tres banderas", que se diferenciaba del resto de Kadett GSi 16V gracias a un mayor equipamiento de serie y opcional -que incluía unas llantas de 15 pulgadas, una estabilizadora trasera más gruesa, tapicería de cuero con posibilidad de disponer de asientos calefactables, espejos de regulación eléctrica y dirección asistida- y que sólo era ofrecido en cuatro colores: negro, burdeos, gris plata y gris mistral. ¿Quieres uno de estos? Pues te deseo toda la suerte del mundo: encontrar uno pata negra es realmente complicado. 

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