Mazda y el color rojo: una relación nada casual

Prueba del Mazda3 e-Skyactiv X

Un rasgo más de la marca

Cuando se trata de la creación de un coche, todo suma, y la pintura puede cambiarlo todo. Un diseño concreto puede favorecer a un modelo, pero si el color no es el adecuado, todo lo demás puede quedar en un segundo plano. Es por ello que Mazda se ha centrado en un tono concreto desde hace años: el rojo. Y no, en absoluto es casualidad.

El rojo es el color que define a los vehículos de la marca japonesa desde hace años y con el que presentan habitualmente a sus nuevos modelos. Todo tiene una justificación detrás y es que, según señala la firma, este tono siempre ha representado a la pasión y la velocidad en el automovilismo.

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En definitiva, se trata de potenciar la deportividad de cada coche, y esto no es algo que se reserve exclusivamente a los modelos específicamente creados con ese carácter como puede ser un MX-5 o el legendario RX-7 Type-R. Mazda señala que este efecto se logra incluso con un coche pensado para el uso diario como puede ser un SUV, y lo cierto es que este atractivo añadido es captado y aceptado por sus clientes, ya que hasta un 27,2% de sus modelos vendidos lo fueron con esta pintura.

Presente desde los años 60

Todo comenzó con el R360 Coupé, el primer coche que construyó la firma tras la Segunda Guerra Mundial. En aquel modelo ya se ofrecía el color ‘Mazda Red’ y con el paso de las décadas se fueron añadiendo nuevas variaciones con distintas configuraciones y nombres. ‘Sunrise Red’ en el RX-7, ‘Burgundy Ice Metallic’ para los 323 y 626, ‘Classic Red’ para el famoso MX-5… Más de 100 colores diferentes han sido utilizadas por la compañía en sus distintos modelos.

Sin embargo, Mazda optó por profundizar en esta pintura en el año 2012, con la llegada de su lenguaje ‘Kodo’ de diseño. La idea era crear una sensación de movimiento y dinamismo en todo momento, creando un juego de luces y sombras que no se pudiera encontrar en otros fabricantes. Aquello dio lugar a la creación del ‘Soul Red’, que supuso un gran avance respecto de los trabajos anteriores.

Aquello aportó un toque de distinción para la marca, pero la investigación continuó y el equipo de Keiichi Okamoto se enfocó en crear un tono que destacara incluso en situaciones con poca luz. El trabajo no fue sencillo, pero el resultado fue el denominado ‘Soul Red Crystal’.

¿Y en qué consistía? Su aplicación cuenta con tres pasos. En primer lugar, se aplica una capa de pintura con dos tipos de escamas de aluminio -una refleja la luz, y la otra, la absorbe-, de manera que posteriormente se añade una capa translúcida con un pigmento que añade profundidad al color al actuar sobre las escamas de aluminio. Finalmente, se agrega una capa brillante y protectora, dando como resultado un tono con un 20% más de saturación y un 50% más de profundidad que el ‘Soul Red’ presentado años atrás.

Es este el tono que el fabricante ahora muestra en sus modelos, como un elemento más que define a la firma. Sin embargo, no existen límites y no sabemos cuál será el siguiente paso en la evolución del color rojo de Mazda. Lo que es seguro es que no dejará a nadie indiferente.