Viejas glorias: el primer coche que habló al conductor

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Los locos (y visionarios) años 80...

Si piensas en coches que hablan, lo primero que se te viene a la cabeza es KITT, el ‘Coche Fantástico’ . No digas que no. La serie nos hizo pensar que comunicarnos con nuestro vehículo era lo más, adelantaba un futuro en el que los modelos atenderían nuestras peticiones y podrían conversar con nosotros, darnos algo de charla mientras estábamos al volante… y resulta que teníamos ese porvenir delante de nuestras narices. En esa misma época, llegaba a nuestro país el Renault 25, uno de los primeros coches que habló al conductor en España. Sólo por eso, merece estar en nuestro apartado de ‘Viejas glorias’.

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Se produjo entre 1983 y 1992 y fue el automóvil más caro, prestigioso y grande de la marca en su época, una berlina que resultaba un auténtico buque insignia. Los motores estaban a la altura: ninguno bajaba de los 2 litros y existían incluso dos V6: un 2.9 y un 2.4 turbo (con 205 CV) que le permitían rivalizar con el Mercedes Clase E o el BMW Serie 5. Y el interior… sólo tienes que echar un vistazo a las fotos de la galería para hacerte una idea del confort que debían proporcionar esos asientos.

Lo más llamativo del habitáculo, sin embargo, era el cuadro de mandos, obra del diseñador italiano Marcello Gandini, de Lamborghini. Fue muy controvertido, pero innegablemente rompedor. Botones por todas partes daban una idea de la cantidad de equipamiento que llevaba el Renault 25. Para empezar, tenía elevalunas eléctricos de un solo toque en la puerta del conductor.

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Bien, no era el único. Aunque sí fue uno de los primeros vehículos en el mundo que montó los controles del equipo de sonido en la columna de la dirección. También estuvo entre los pioneros al ofrecer un ordenador de viaje que informaba de la autonomía según el combustible restante o de los kilómetros recorridos desde el último repostaje.

Pero lo mejor eran las alertas por voz. El coche que hablaba con su conductor le informaba sobre la presión del aceite, la temperatura del motor o avisaba si había una puerta abierta o una bombilla fundida. Cierto, mucho menos emocionante que KITT. Pero era un comienzo.

Por desgracia, el Renault 25 sufrió continuas averías y fallos electrónicos; los responsables de la marca reconocieron estos problemas de calidad y, tras aquel ‘mea culpa’, lograron unas cifras de ventas muy decentes en el mercado francés. En el resto de Europa ya fue otro cantar… aunque siempre destacó por su exotismo. Quizá se pasaba la vida en el taller, pero el R25 te hablaba. TE HABLABA. No todos podían presumir de eso en los 80.

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