¿Qué hay detrás de esta foto? El español que puso fin a una era

Alfonso de Portago Mille Miglia 1957
Su trágica muerte cambió el rumbo de la competición del motor.

Puedo ser pesado pero estoy seguro que los años 50 fueron la década dorada del automóvil. Europa resurgió de sus cenizas y lo hizo a lo grande: más velocidad, más belleza y la conocida como 'Dolce Vita'. Lo que ves en la foto es un Ferrari 335S con el dorsal 531 y el piloto que lo conduce a toda velocidad era el marqués Alfonso de Portago. Aquel 12 de marzo de 1957 en la Mille Miglia fue el fin de una era, el fin de la 'Dolce Vita' y el fin de una carrera legendaria. ¡Casi nada con la foto!

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Alfonso de Portago fue el primer español en participar en la Fórmula 1 pero por encima de su palmarés en la competición, me quedo con la persona, con la figura que se esconde detrás. Alfonso Antonio Vicente Eduardo Ángel Blas Francisco de Borja Cabeza de Vaca y Leighton nació en Londres en 1928 y su historia es la historia de un hombre apasionado por vivir.

Falleció a los 28 años, pero en su corta vida tuvo tiempo para correr 5 carreras de Fórmula 1 con Ferrari, completar la Carrera Panamericana, volar por debajo del puente de la Torre de Londres o ganar una medalla olímpica en Bobsleigh. También tuvo tiempo para enamorar a decenas de mujeres, entre ellas la más deseada de su tiempo: Dorian Leigh. Fue un vividor y su historia es digna de película de Hollywood: ¡si hubiera nacido en EEUU que nadie dude que ya se habría estrenado!

La Mille Miglia de 1957

Hay muchas fotos que han marcado la historia del automovilismo, pero creo que esta foto, momentos antes de sufrir el accidente que terminaría con la vida del Marqués de Portago y dejaría tocada de muerte a la Mille Miglia, representa el fin de una era. El automóvil entendido como un elemento de júbilo y distracción, de emoción, de diversión, de adrenalina.

Hoy en día todo debe pasar 500 filtros para poder llevarse a cabo. Vivimos en una sociedad con miedo al qué dirán, con miedo en general. En aquella época la gente vibraba con el automóvil, no dormían pensando en el momento en que un Ferrari a más de 200 kilómetros por hora pasara por la puerta de su casa a unos pocos centímetros de la acera.

Ferrari Mille Miglia 1957

Dicen que una roce con una de estas aceras en Mantova provocó el reventón del neumático delantero izquierdo del Ferrari 335S de Alfonso de Portago. Todo ocurrió en la parte final de la prueba. Cuando el marqués rodaba en tercera o cuarta posición, no está muy claro.

Se dice que los asistentes de Ferrari avisaron a Fon, como lo llamaban los amigos, que sus neumáticos estaban al límite. Que aflojara que la carrera estaba sentenciada. Pero él no solo estaba allí para ganar, como ocurre hoy en día, estaba para disfrutar, para vivir cada segundo como si fuera el último. Finalmente, a las afueras de Guidizzolo, su último segundo llegó.

Ferrari 335S, una salvajada

El Ferrari 335S era una mala bestia, algo absolutamente loco e increíble: conducirlo a más de 200 km/h por carreteras abiertas no era obra de pilotos, era algo sobrenatural. Su motor V12 Colombo generaba casi 400 CV, para los apenas 880 kilos de peso del conjunto. ¡En 1957! Su velocidad máxima era de 300 km/h y por supuesto apenas frenaba y su volante tenía el diámetro de una paellera. 

Ferrari 335 s interior

Llevar un coche así a fuego por carreteras comarcarles era una auténtica locura y no fueron pocos los accidentes mortales que ocurrieron. Pero el de Alfonso de Portago fue el peor. Su coche se salió de la pista dando vueltas de campana, llevándose por delante la vida de varios espectadores, incluyendo cinco niños. El marqués murió en el acto, su copiloto, algunas horas después en el hospital.

Pero la tragedia de Guidizzolo fue más allá de un simple accidente trágico. Provocó el fin de una era, fue el principio del fin de los gentleman drivers y empezó la era de la racionalidad. Solo el pequeño oasis del Grupo B de rallys, 30 años después, devolvió parte del embrujo y la emoción de las competiciones de superdeportivos en carretera abierta.

La Mille Miglia se canceló y con ella, terminaron muchas pruebas históricas de resistencia. Sí, las carreras de resistencia en circuitos, como las 24 horas de Le Mans o los 1.000 kilómetros de Nürburgring, siguen siendo pruebas emocionantes, pero el hecho de ir de una ciudad a otra, en carretera abierta, con la muerte esperando en cada curva. Esa emoción y ese encanto se ha perdido para siempre. ¡Nacimos 50 años tarde!

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Etiquetas: carreras de resistencia