Por qué el Rallylegend merece la pena

Gronholm. Biasion. Salonen. ¿Necesitas más argumentos?

El Rallylegend 2016 pasa tristemente a la historia por lo que no debería, por lo que se hacen eco diarios y medios generalistas que sólo dedican tiempo a este deporte cuando hay desgracias de por medio. Como no es nuestro estilo, nos quedamos con todo lo bueno que tiene, que es mucho, para lanzar un mensaje positivo. Merece la pena que vayas al rally de las leyendas, de verdad.

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Su nombre da lo que promete, lo que hace que el público acuda en masa a los tramos… pese al mal tiempo. El sábado por la tarde llegó la lluvia a San Marino, la diminuta república (y estado soberano más antiguo del mundo) que lleva 14 años acogiendo este evento. El domingo por la mañana estalló el diluvio. Pero con una lista de inscritos como la de esta prueba, a nadie le importa mojarse en las especiales.

Los coches del Rallylegend 2016

Muchos de los vehículos pertenecen a la época en la que brillaban los Grupo B (sí, amigos, he dicho Grupo B). Y en el Rallylegend de San Marino hemos visto un elenco de 150 automóviles que harían brillar los ojos de cualquiera. Apunta: Porsche 911 RS de 1975, Audi Quattro de 1983, VW Golf GTI de diez años antes… y lo que estás esperando leer. “Deltonas”. Sí. La representación de los Lancia Delta es numerosa, pero la de los 037 no se queda atrás. Añade algún Talbot Lotus, un Ford Focus WRC, BMW M3… Oh, y el mítico Stratos. Y el Opel Manta.

Te aseguro que en el parque cerrado, como dice Luis Moya, “no sabes a qué atender”. Tanta historia te marea. Los Peugeot 206 WRC o Mitsubishi Lancer Evo casi parecen absurdamente fuera de lugar, demasiado modernos para este sitio en el que el tiempo parece haber retrocedido.

Porque en San Marino todo acompaña. Una prueba con estas máquinas no puede realizarse en un escenario al uso, así que la localizad acoge un reagrupamiento nocturno. Ajá, he dicho nocturno. Los primeros tramos de la cita se celebran al caer el sol, con el fin de disfrutar del sonido de los vehículos aproximándose, de las parrillas de faros iluminando el asfalto, de los frenos al rojo. Venga, a derrapar hasta pasada la medianoche.

Al volante, también leyendas (por algo el nombre de esto es Rallylegend, evidentemente). Marcus Gronholm, tan alto y delgado como siempre, lleva uno de los muy actuales VW Polo WRC. Precede a Gilles Panizzi, Armin Schwarz, Alister McRae, Piero Longhi, Gustavo Trelles. Antes que el finlandés afronte las especiales ya hemos visto a Miki Biasion y a Hayden Paddon, aquí convertido en un pipiolo que quiere aprender de sus mayores para seguir sus andanzas en el Hyundai i20 WRC. Ah, Graziano Rossi, el padre de Valentino, abre la caravana de seguridad con un M3. Es el aperitivo.

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No nos ha extrañado ver más animación en este parque de trabajo que en cualquiera de los del Mundial. En el Rallylegend, las cosas vuelven a ser lo que eran, lo que nunca debieron dejar de ser. Señores de la FIA y organizadores, tomen nota, por favor: los sistemas de puntuación raros y las trabas para llegar a las especiales hacen que el público se quede en su casa. Y en este deporte, como en cualquiera, los aficionados son lo más importante.

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