Te ofrecemos seis alternativas a las baterías de iones de litio

Las baterías de iones de litio podrían dejar paso a las de sal.

Gustavo López Sirvent

Las de iones de sodio, las de litio-azufre, las de estado sólido, las pilas de combustible de hidrógeno, las acuosas de magnesio y de grafeno podrían ser, en un futuro no muy lejano, las que sustituyan a las habituales, que están dando más quebraderos de cabeza que beneficios a los fabricantes que apuestan por ellas.

Las baterías de iones de litio, que en la actualidad son las más numerosas en los coches eléctricos, van perdiendo credibilidad a la vez que aparecen otro tipo de pilas que pueden tener mayor efectividad, durabilidad y rendimiento en general. Te vamos a mostrar diferentes alternativas a las de litio, que, además, empiezan a escasear debido a que las minas se van quedando sin ese elemento.

Los investigadores se esmeran en probar nuevas tecnologías que puedan acabar con la predominante en la actualidad. Una de ellas es la de de iones de sodio, que reemplazan los iones de litio con iones de sodio como portadores de carga. ¿Ventajas? Que es más abundante que el litio en el planeta y puede extraerse de fuentes como la sal de océano. 

¿Desventajas? Los iones de sodio son más grandes que los iones de litio, lo que da lugar a una menor densidad de energía. Esto podría traducirse en una menor autonomía para los vehículos eléctricos.

Otra opción: las de litio-azufre. Estas sustituyen el cobalto utilizado en las baterías de iones de litio con azufre como material catódico. ¿Pros? El azufre es más abundante y económico que el cobalto, lo que también podría reducir los costes de producción y mitigar los problemas relacionados con la escasez de recursos.

¿Contras? Tiene una tasa de degradación muy rápida, por lo que afectaría a su vida útil y al rendimiento. Sigue en proceso de investigación y desarrollo, ya que todavía no es un proyecto consolidado.

La tercera posibilidad es la batería de estado sólido. Éstas utilizan electrolitos sólidos inorgánicos en lugar de líquidos orgánicos inflamables. ¿Ventajas? Además de eliminar los riesgos de incendio, las baterías de estado sólido ofrecen una mayor densidad de energía y tiempos de carga más rápidos.

En ésta igual debemos prescindir de las desventajas puesto que ya hay marcas como Honda y Toyota que han mostrado su interés por incorporar esta tecnología en sus futuros vehículos, lo que es indicativo de que puede ser una clara alternativa a las de iones de litio.

Una cuarta preferencia puede ser el de pilas de combustible de hidrógeno. Aunque no son baterías como las conocemos habitualmente, son capaces de generar electricidad al combinar hidrógeno almacenado con oxígeno del aire, produciendo vapor de agua. Esa es su gran ventaja. 

Su inconveniente es que, a pesar de ser respetuosa con el medio ambiente, su instalación es muy limitada debido, en gran medida, a la necesidad de infraestructura de hidrógeno y los costes elevados que se asocian de la construcción de pilas de combustible.

Una quinta elección podría ser el de las baterías acuosas de magnesio. Como usa iones de magnesio como portadores de carga y un electrolito acuoso en lugar de un líquido inflamable, este componente puede presumir de ser más segura y menos perjudicial para la sostenibilidad ambiental. Asimismo, tiene otra ventaja que es que el magnesio es más abundante que el litio.

¿Contras? Los materiales catódicos actuales con el magnesio son, a día de hoy, incompatibles. Además, tiene limitaciones relacionadas con el voltaje máximo debido al electrolito acuoso. Estos dos factores obstaculizan que esta opción pueda ponerse en marcha con volúmenes elevados.

El grafeno también podría considerarse como alternativa a las baterías de iones de litio. Cuenta con una interesante conductividad eléctrica y la estructura física única del grafeno lo convierten en un material propicio para que se hagan baterías más eficientes y de un rendimiento mayor.

La desventaja es que este tipo de baterías no han alcanzado la viabilidad comercial debido a su elevado coste. El grafeno sobrepasa los 60.000 dólares por tonelada métrica, por lo que su uso está limitado a pequeñas cantidades en aplicaciones destacadas.

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