Las costosas averías que puede tener tu coche por ir siempre a 100 km/h en carretera

Conducir coche fase 2

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Ir despacio es más seguro y supone ahorrar combustible, pero, si abusas de una conducción excesivamente relajada, es posible que acabe siendo perjudicial para tu vehículo. Éstas son las costosas averías que puede tener tu coche por ir siempre a 100 km/h en carretera.

Vaya por delante que no estamos animando a nadie a circular a velocidades ilegales, pero lo que sí es cierto es que darle un “apretón” al coche de vez en cuando es bueno para su salud a largo plazo.

De hecho, para no incurrir en velocidades que lleven a posibles multas, respetando la legalidad sí que es recomendable que de vez en cuando te olvides de la marcha más larga de la caja de cambios, pensada para desahogar el motor y reducir consumos, y emplees una relación más corta, que hará que trabaje a mayores revoluciones el propulsor.

Esto servirá para limpiarlo (mira por el retrovisor y seguramente veas salir carbonilla al acelerar fuerte, sobre todo en un diésel) y evitará que los sistemas anticontaminación acaben colapsados.

Las averías que ocurren en el coche por ir a 100 km/h

Autopista, consumo

El elemento que es más proclive a averiarse por este hábito de conducción es el filtro antipartículas. Circular a una velocidad media/baja hace que en la combustión se produzca más hollín del habitual y que no se queme. 

Éste va a parar al filtro, que lo retiene para que no salga al exterior y la acumulación será cada vez mayor, lo que provocará que el sistema lleve a cabo regeneraciones automáticas de manera más habitual de lo normal, por lo que sufrirá un mayor desgaste y dará fallos. 

Esto obliga a pasar por taller y ya os adelantamos que no es algo precisamente barato, pues la factura puede oscilar entre los 500 y los 2.000 euros.

Pero el hollín no solo afecta al filtro antipartículas, también es el principal motivo de avería de otros elementos mecánicos muy costosos: la válvula EGR y el turbo.

La válvula EGR (Exhaust Gas Recirculation) se encarga de la recirculación de gases y su función es la de reducir las emisiones contaminantes, sobre todo las de NOx. Todos los diésel nuevos lo tienen y empieza a ser cada vez más común en los gasolina.

Su funcionamiento es sencillo: redirige parte los gases de escape de nuevo a la cámara de combustión, los quema y así reduce las emisiones y ayuda a rebajar la temperatura del motor. 

El problema radica en que, si se circula a una velocidad de 100 km/h, en marcha larga y a bajas revoluciones, la combustión no es tan eficiente y, de nuevo, la acumulación puede llegar a bloquearla. 

Si ocurre, no es que sea un paso por taller precisamente barato: puede llegar a suponer más de 500 euros, aunque el precio varía en función de lo fácil que sea acceder a ella para desmontarla y reemplazarla.

Por último, el turbo puede averiarse por diversas causas, entre ellas que le llegue carbonilla, algo que hará necesario limpiarlo o incluso reemplazarlo porque rompa.