Visitamos el museo de Mulhouse: las 6 joyas de la Cité de L’Automobil

En esta pequeña ciudad francesa se puede experimentar el “perderse en un mar de coches” de forma literal, y sólo como a nosotros nos gusta. ¿Nos acompañas?

Más de 400 vehículos clásicos, es el tesoro que esconde el museo de Mulhouse, una antigua pero reformada nave industrial de tres pisos que es más una cápsula del tiempo que un simple museo del automóvil. Y es que la Cité de L’Automobil es una visita obligada para todo aquel amante del motor que pase cerca.

Tras cruzar el puente que da acceso a las instalaciones ya te das cuenta de que tus expectativas van a ser complacidas: ahí puedes ver una fachada repleta de coches colgando de cables. Piezas de colección que abarcan desde el 1895 hasta hoy en día. Y es que esta exposición supone un chute de emoción que saca de lo más profundo de tu interior a ese niño juguetón que corre como loco de un lado a otro para no perderse ni una de las joyas automovilísticas allí presentes. No has terminado de admirar un coche cuando ves que por detrás en la lejanía asoma el morro otro que te apasiona aún más...

Lo cierto es que esta anarquía friqui hizo que mi visita al museo de Mulhouse me llevara más tiempo del necesario (según me dijeron, lo normal es emplear dos horas y media): cuando creía haber concluido mi visita, me di cuenta de que había pasado por alto algunos modelos... Y sería imperdonable que me fuera de allí sin ver absolutamente todo.

Dos formas de visitar el museo de Mulhouse

Son tantas las bellezas que hay en la Cité de L’Automobil, en este museo de la historia de la automoción, que resulta imposible hablar de todas ellas. Por ello he elegido las que considero las seis joyas más destacadas.

Hay dos maneras de recorrer este museo de coches clásicos: la recomendada (con audioguía y siguiendo el recorrido del mapa) y la que el entusiasmo me forzó a hacer (ir por libre, saltando de un coche a otro como una abeja de flor en flor). Como te puedes imaginar, yo fui directo al medio del salón... Pero tiene una explicación: en este caso se llama Maserati Biplace Sport 2000, un deportivo del 1930 con motor 8 cilindros de 1.980 cc que conseguía exprimir 155CV y una velocidad máxima de 180 km/h. Sin duda, un coche raro de ver y muy llamativo.

Masetari biplace sport 2000 Museo Mulhouse

Tras admirarlo un rato pasé a otros Biplace Sport, el primero firmado por Bugatti. Un precioso ejemplar del modelo Type 35B del año 1927. El hito más importante de este modelo y de sus variantes es el dominio que ejerció en el mundo de la competición, donde ganó más de 1.850 carreras. Todo esto se debía a una mecánica excepcional, un motor 8 cilindros y su motor de 2.261 cc que desarrollaba la -para entonces- altísima suma de 140 CV y una velocidad máxima que hoy en día casi te asegura la cárcel, 210 km/h. 

El segundo Biplace Sport, firmado por Mercedes-Benz, es un modelo bastante peculiar: fue uno de los Clase S diseñado originalmente por Ferdinand Porsche. El diseño para Mercedes-Benz se produjo mientras Ferdinand era fundador-diseñador en la oficina de estudios automovilísticos Porsche (justo dos años después de diseñar este Mercedes nace Porsche AG). Esta estrella en particular es la 38/250SS (Súper Sport) de 1929, y monta un motor de 6 cilindros con nada menos que 7.065 cc que desarrolla 230 CV. Un caballaje suficiente para poder alcanzar una velocidad máxima de 200 km/h.

Antes de seguir esta visita por el museo de Mulhouse quiero retroceder unos años más hasta 1924. Hace 93 años salía de la fábrica de Audi la versión moderna del Torpedo Type E21/78, creado en 1912. Este modelo se caracterizaba por la parrilla frontal altamente aerodinámica y por su carrocería en forma de Torpedo. Fabricado por Erdmann&Rossi, los rasgos de este coche eran muy típicos en el estilo alemán de los años 20. Este modelo monta un motor 4 cilindros de 5.663 cc que desarrollaba 55 CV y una velocidad máxima de 85 km/h. Lo curioso de esta unidad en particular es que es la única que ha sobrevivido al inexorable paso del tiempo, obligando a quién quiera verlo a tener que visitar este museo en particular. 

Ahora sí, paso a lo que se considera la joya de la corona del museo. El Bugatti Type 41 Royale Coupe Napoleón de 1929. Este imponente vehículo de superlujo mide 6,4 metros de largo y 4,3 metros de ancho (con estas dimensiones casi podríamos decir metros de manga y eslora), pesa tres toneladas y su motor tiene 14.700 cc que desarrollan 300 CV. Este potente bloque permite al elefante de Bugatti alcanzar los 200 km/h. Pero este vehículo no es especial porque sólo haya 6 Royale en el mundo, ni porque su valor pueda superar los 15 millones de euros. Es especial porque esta unidad era el coche personal de Ettore Bugatti, fundador de la marca.

Lo del Elefante de Bugatti no es una referencia al tamaño del coche, sino a que, al igual que Mercedes tiene la estrella y Rolls-Royce tiene el Espíritu del Éxtasis, los Bugatti Royale tienen un elefante esculpido por el hermano pequeño de Ettore, Rembrandt (a día de hoy, algunos bronces de Rembrandt Bugatti llegan a alcanzar precios millonarios).

Pero esta colección no se conoce por un Bugatti sólo, sino por un conjunto de 122 bugattis maternalmente cuidados por el Gobierno galo. Otras joyas de la marca francesa son el Bugatti Type 41 Royale Cabrio Esder (otro de los 6 que hay en el mundo), el Bugatti Type 57 Atalante de 1936 y el Coach Type 101. Por supuesto, los nombres que aparecen en el resto de la colección son también dignos parar un buen rato admirándolos.

Alfa Romeo 8C (1) Museo Mulhouse

Otras obras de arte que se pueden contemplar en este templo del motor son el Alfa Romeo 8C de 1936. Es sencillamente precioso, gracias a su diseño aerodinámico y extremadamente elegante. En principio el 8C se diseñó para competiciones de superdeportivos, pero al final también se ofreció una versión para carretera del 2.9A. Tan sólo 20 unidades habilitadas para circular fueron producidas, ya que los costes de producción eran desorbitados. Esto hace que sea un coche muy difícil de ver, y sólo se puede contemplarlo en movimiento en algunos concursos. Sus competidores directos eran, por ejemplo, el Bugatti 57S Atlantic o el Mercedes 540K Spezial Roadster. Su motor de casi 3 litros desarrollaba 220 CV y lograba una velocidad punta de 220 km/h.

Texto: Rafael López San Martín.

Etiquetas: Museos de Coches