El nombre de un coche es su alma, su seña de identidad, el primer paso para que tú, un posible comprador, pueda empezar a ser atraído. Por eso, en muchas ocasiones, las marcas intentan adornar el nombre de sus coches al máximo, con siglas, letras y acabados que a veces poco tienen que ver con la realidad: ¡hoy te presento algunos casos en los que el nombre de un coche podría ser considerado como un auténtico fraude, un error difícilmente justificable!
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Por ejemplo, unas siglas muy utilizadas y a veces apaleadas: Racing Sport, RS. Estas siglas deben evocar deportividad, prestaciones, sensaciones, emoción al volante: lo que ofrece un Ford Focus RS o un Renault Megane RS. Pero si estas siglas las colocas a un Kia Rio 1.3, atmosférico, de 82 CV, pues la cosa se vuelve casi trágica.
Otro dúo de letras cuanto menos polémico: GT. GT significa Grand Tourer, gran turismo. Por ejemplo, un Ferrari 812 Superfast podría ser considerado un Gran Turismo: un coche rápido, deportivo, pero también lujoso y refinado, perfecto para recorrer largas distancias con rapidez y estilo. Este término nació en la Inglaterra de principios de Siglo XX, cuando los pioneros conductores viajaban desde Inglaterra hasta el sur de Francia o Italia. Ahora bien, llamar GT, por ejemplo, a un Peugeot 3008 2016, es como para pedir explicaciones.
En la galería puedes ver otros casos como estos, algunos son más graves, otros podrían incluso tener un pase, pero a veces las marcas se complican demasiado: si tienes un buen producto, no hace falta adornar tanto un nombre, ¿no os parece?