Los residuos agrícolas acuden al rescate del motor de combustión

tractor en un terreno agrícola

Gustavo López Sirvent

Repsol echará mano de residuos de cosechas y podas para fabricar combustibles renovables que puedan utilizar aviones, barcos, automóviles o maquinaria agrícola. Este tipo de carburante usará una gasolina "impia" en emisiones de CO2, si bien falta que la Unión Europea la certifique y equipare como ahora lo hace con el e-fuel.

 Los residuos agrícolas, en concreto de cosechas y de podas, van a servir para fabricar combustibles renovables que pueden ir a aviones, barcos, vehículos o maquinaria agrícola. Ésa es la idea primigenia de Repsol, quien, aparte de mirar por un combustible sostenible, busca el desarrollo rural y potenciar así la maltrecha economía rural siendo así una economía circular. 

El propósito principal es que con este nuevo carburante, la emisión neta de CO2 de un motor de combustión sea nula y los propulsores que lo usen podrían quedar al margen de la prohibición de 2035 de la Unión Europea.

Aparte de reutilizar materia orgánica agrícola residual, se ha logrado fabricar una gasolina "limpia" en emisiones de CO2, ya que puede presumir de que la cantidad neta de dióxido de carbono que se emite al quemarla en un motor será nula. Todo el carbono presente en la gasolina y que se liberará en forma de CO2, será ese mismo que habían fijado las plantas cuyos restos se van a utilizar.

Pero existe un trámite burocrático que la empresa energética ha de sortear y es que el hecho de que la gasolina sea neutra en CO2, que certifique la descarbonización y se reutilice, todavía no está sobre la mesa de la Comisión Europea, con lo que tendría que autorizarla a partir de 2035. 

En esa fecha, según la norma, no se podrán emplear motorizaciones que emitan CO2 durante su funcionamiento, aunque existe una cláusula que admitirá los denominados e-fuel o electrocombustibles. 

Repsol cree que su combustible hecho de residuos agrícolas podría colocarse bajo ese amparo
legislativo, cuando esta cláusula se someta a revisión en 2026,
como está previsto. 

El gobierno italiano ya ha solicitado que estos biocombustibles avanzados se equiparen a los e-fuel, pues ambos buscan eliminar el CO2 del ambiente y con él fabricar un combustible de uso para vehículos.

Como no existe la autorización de la Unión Europea a este combustible sostenible, es probable que se apliquen las tarifas se muevan en torno a las del e-fuel, lo que vienen a ser 0,35 euros por litro respecto al combustible convencional, si bien sólo es una hipótesis que baraja la propia Repsol.