Seguramente que harto de ver las típicas fotos de F1, Joshua Paul ha decidido distinguirse del resto de reporteros gráficos. Y vaya que si lo ha conseguido. ¿Cómo? Pues retratando la atmósfera y la esencia de la F1 como no lo hacía nadie desde hace más de un siglo. Como herramienta, una cámara Graflex 4x5 de 1913 que le regaló a cambio de una ayudita un profesor suyo de la escuela californiana donde estudiaba.
Y no te creas que resulta sencillo trabajar con dicha cámara, puesto que solo permite realizar 20 fotos , lo que obliga a seleccionar con bastante antelación y mucha precisión los planos que se deseen captar. Por cierto, también requiere tener un pulso de neurocirujano.
A pesar de estas dificultades técnicas, está claro que Joshua se ha adaptado muy bien a su máquina de 104 años de antigüedad . Si no nos crees, solo tienes que echar un ojo a la galería de imágenes que te hemos preparado. Allí te vas a encontrar unas fotos en blanco y negro con un rollito retro muy molón.
Está claro que Joshua es todo un artista y eso que llegó al mundo del Gran Circo por casualidad en 2013. En ese año viajó a Barcelona para asistir a un concierto y como sabía que en ese finde se disputaba el GP de España se pasó por allí. Y desde entonces (casi) no se ha separado de los monoplazas. Felicidades, amigo.
Siento deciros que con Ayrton Senna no soy objetivo. Es mi auténtico ídolo. Si alguno de vosotros tiene dudas de por qué Senna es el más grande os invito a que disfrutéis con la carrera del GP Mónaco 1984. Inmediatamente lo entenderéis. Aquel año debutó en la F1 con un humilde Toleman. Pero el diluvio universal que se extendió por las lujosas calles del Principado obró el milagro. Las mecánicas se igualaron y ante esa cortina de lluvia emergió una leyenda. Ayrton fue adelantando a los bólidos que le precedían hasta que se decidió suspender la carrera. En esos momentos comandaba la prueba un tal Alain Prost. El francés comprobaba como poco a poco se acercaba el bólido del carioca, tras él. Entonces la dirección de carrera decidió suspenderla. Ahí, además de un mito, nació una de las rivalidades deportivas más intensas de todos los tiempos. El piloto que conversaba con Dios fue capaz de explorar nuevos límites en la conducción de cada monoplaza al que se subía. Siempre buscaba las fronteras de la física para ser el más rápido. Su brillante trayectoria se truncó el 1 de mayo de 1994. Ese día alcanzó la inmortalidad en la maldita curva de Tamburello en el GP de San Marino, Ímola donde se estrelló. Desde esa fatídica fecha reina en el Olimpo automovilístico junto a otros ilustres compañeros. Era más veloz y competitivo que ningún rival. Solo pensaba en la victoria y en la perfección. Así lo define su frase: “El segundo clasificado es el primero de los perdedores.” En el ámbito personal fue un ciudadano muy comprometido con las causas sociales. En Brasil recuerdan sus donaciones para la construcción de hospitales y escuelas. A este respecto solía comentar lo siguiente: “No puedo vivir en una isla de prosperidad, cuando estoy rodeado de un mar de miseria." Talento, magia, carisma y humanidad en uno de los corredores más recordados e idolatrados. El paulista permanece muy vivo entre sus fans. Fue campeón del mundo en 1988, 1990 y 1991. Corrió 11 temporadas en las que participó en 161 grandes premios, firmando 41 victorias, 65 poles, 19 vueltas rápidas y 80 podios. A día de hoy nadie ha osado destronar al príncipe de Mónaco, ganador en 6 ocasiones en el trazado más exigente y técnico del globo.
El argentino Juan Manuel Fangio es sin ninguna duda uno de los corredores más grandes del motor. Y además es considerado por muchos expertos como el primer astro de las carreras de F1. Consiguió los títulos mundiales de 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957. Y nada menos que con 4 escuderías distintas: Alfa Romeo, Maserati, Mercedes y Ferrari. Este dato revela la versatilidad y facilidad de El Chueco para adaptarse a las características de cualquier montura, algo que muy pocos han logrado. Fue el absoluto dominador de los 50 derrochando calidad y valentía a los mandos de aquellos bólidos. Porque amigos, no podemos obviar que los coches de aquellos tiempos resultaban extremadamente peligrosos. No solo se trataba de llegar el primero, sino de sobrevivir a cada carrera. En ambos aspectos Fangio destacó como nadie. El pentacampeón obtuvo en la categoría reina del automovilismo 24 victorias, 35 podios, 29 poles y 23 vueltas rápidas en un total de 51 grandes premios disputados. Esos números arrojan un promedio de triunfos y poles en torno al 50% de las pruebas en las que participó. Unos impresionantes registros muy difíciles de superar. Además es el corredor más veterano al sumar su quinta corona con 46 años. Increíble.
Este popular y sensacional piloto es uno de los grandes favoritos de los aficionados a la velocidad. Más allá de sus tres coronas -1975, 1977y 1984-, Niki Lauda se ganó el corazón del público al sufrir un aterrador accidente en el Circuito de Nürburgring en 1976. Salvó la vida milagrosamente. Sin embargo sufrió varias fracturas y quemaduras que le dejaron unas marcas en su rostro y en otras zonas del cuerpo para el resto de su vida. A pesar de la gravedad del siniestro y de su convaleciente estado de salud -sufría un dolor insoportable al ponerse el casco puesto que tenía la piel abrasada- volvió a correr tan solo un mes y unos pocos días después del siniestro. El gesto de superación personal conmovió a todos. Se convirtió en un héroe y en un ejemplo a imitar. Había nacido un mito. En esa temporada -1976- fue subcampeón, después de retirarse en la última carrera del calendario disputada en Japón. Consideró que las condiciones no eran las adecuadas. Al año siguiente se tomó la revancha y el segundo título fue a parar a las vitrinas del vienés. Cosechó en 13 temporadas 25 victorias, 24 poles, 24 vueltas rápidas 54 podios, en 171 grandes premios disputados. Sus duelos con James Hunt marcaron a toda una generación, dos personajes antagónicos dentro y fuera del asfalto, pero con una misma meta: vencer.
Michael Schumacher ostenta la mayoría de los récords de la F1. Desde el punto de vista cuantitativo el Káiser no tiene rival, y desde el cualitativo, también es uno de los mejores de todos los tiempos. En 19 temporadas, participó en 307 carreras, sumó 91 victorias, 68 pole positions, 77 vueltas rápidas y 155 podios. Su mayor e impresionante registro son los 7 títulos, de campeón del mundo logrados en los años 1994, 1995, 2000, 2001, 2002, 2003, 2004. Su ambición dentro del trazado no tenía límites. Nada ni nadie debía interponerse entre Schumi y el triunfo, su único objetivo. Protagonizó algunas actuaciones polémicas, que le valieron varias descalificaciones y sanciones. Sus detractores consideraban su conducción muy sucia y sus fans, simplemente competitiva. En lo que todos ellos están de acuerdo es que el germano es uno de los grandes mitos de la especialidad. Desde el accidente sufrido en 2013 se encuentra en un complicado estado de salud. Desde Top Gear le enviamos toda nuestra solidaridad, apoyo y mejores deseos.
Hasta la llegada de Fernando Alonso poco se sabía de la F1 en España. Con él se desató la locura en nuestro país por las carreras de velocidad. En poco tiempo, el asturiano se convirtió en una estrella dentro y fuera de nuestro país. Pocos pilotos tienen el talento que el ovetense, quien siempre ha quedado por delante de sus compañeros de equipo y ha sabido rendir por encima de las prestaciones de sus bólidos. Llegó al Gran Circo cuando los españoles carecíamos casi completamente de protagonismo en él. Y lo más sobresaliente, se hizo con un asiento sin comprarlo, lo que revela su extraordinario talento. Los más frikis recuerdan la anécdota del Nano cuando probaba para Minardi. Salió a pista y pulverizó el crono del piloto oficial del equipo. El jefe de la escuadra asustado le dijo que no fuera tan al límite ya que podía destrozar el coche. Y Fernando le respondió que no había hecho la vuelta a fondo, pero que si lo deseaba, podía demostrárselo. En Renault consiguió dos títulos inolvidables -2005 y 2006-. Tocó la gloria y su legión de fieles también. Todavía se mantienen en la retina de los buenos aficionados aquel duelo épico que le ganó a Schumacher en el GP de San Marino 2006. El Káiser era destronado por un españolito con un Renault frente al todopoderoso Ferrari. Toda una gesta inolvidable que supuso el relevo generacional. Más tarde, la mala suerte y las elecciones de escuderías no siempre correctas, nos han privado de volverle a ver triunfar. Pero no perdemos la esperanza.