Por razones como estas el Audi 90 Quattro IMSA GTO es un clásico que siempre estará en nuestros corazones

Un coche ligeramente basado en el Audi 90 con un motor salvaje y pilotado por los gigantes (en todos los sentidos) Hans-Joachim Stuck y Walter Röhrl

Para muchos, Trans-Am era el deportivo americano que Burt Reynolds y su bigote utilizaban para burlar a la Policía. Era un Pontiac, con un águila dorada en el capó, y  capaz de realizar derrapes tan largos y anchos como la propia Texas.

El control de Estados Unidos sobre la cultura popular era tan férreo que el Trans-Am era sin duda el mejor coche del mundo. Muchos años después, se descubriría que en realidad era uno de los peores.

Pero el poder de las carreras que inspiraron su nombre nunca se deshará. La primera carrera se celebró en Sebring y la ganó Jochen Rindt en un Alfa Romeo GTA (una combinación que está tan lejos de Burt Reynolds y un Pontiac como puedas imaginar).

En 1970, ese campeonato era prácticamente el patio de recreo de los "pony cars" estadounidenses, con nombres estelares como Mark Donohue, Sam Posey, Dan Gurney y Roger Penske. 

Con el paso de los años, la Trans-Am se transformó en una fórmula de siluetas y, en 1988, llegó un improbable aspirante al campeonato en forma de Audi 200.

Audi contrató a Group 44 de Bob Tullius para dirigir el equipo (Tullius había competido con coches europeos como el E-Type y el Triumph TR7). Hurley Haywood, Walter Röhrl y Hans-Joachim Stuck fueron los pilotos elegidos para competir. Una alineación formidable.

Audi ganó el campeonato con ocho victorias en 13 carreras en parte gracias a un motor de 2,1 litros al que exprimieron 510 CV, pero sobre todo gracias a la unión del sistema Quattro con Torsen y diferencial de deslizamiento limitado delante y detrás. Tanto fue así que al final de la temporada se prohibieron los coches de tracción integral.

En su lugar, Audi se pasó a la serie IMSA y se puso manos a la obra para crear un nuevo chasis de acero tubular con una carrocería que se parecía a la del 90 quattro... 

Pero solamente si te habías fumado un poco de peyote y/o consumido tu peso corporal en licor fuerte. Este fue, y sigue siendo, uno de los coches de carreras más temibles de la historia.

Te gustará el hecho de que metieran con calzador la mecánica del exitoso coche del mundial de rallies con Röhrl al volante que batió el récord de Pike's Peak en 1987

Recordemos que, por aquel entonces, Audi aún era una marca un tanto minoritaria en el mercado americano para la que el sueño de las carreras de resistencia y la conquista de Le Mans aún estaba a  décadas de distancia. 

Es más: la marca estaba luchando contra las consecuencias de un escándalo de "aceleración involuntaria" en el mercado estadounidense con el Audi 5000 como diana.

Un motor para la historia

El motor de 20 válvulas de cinco cilindros con 2,2 litros tenía acoplado un enorme turbo KKK y rendía alrededor de 720 CV para 1.207 kg. 

La mayor parte del bloque y la caja manual de seis velocidades estaba situado por delante del eje delantero. El tubo de escape salía, de forma gigantesca y poco sutil, a través de lo que habría sido la puerta del pasajero en el coche de calle. 

Se utilizaron varios compuestos de carbono en la carrocería y se empleó mucho esfuerzo en el túnel de viento para crear el deflector de aire delantero y el enorme alerón trasero. La suspensión del Audi 90 era de doble horquilla y muelles helicoidales, con discos ventilados en todas las ruedas.

En lugar de confiar en Tullius y Group 44, Audi of America se encargó de la campaña IMSA. Con el campeón de Trans-Am Hurley Haywood, junto con el poderoso Hans-Joachim Stuck, el equipo ganó siete de las 13 carreras de la serie, pero fue derrotado por los Mercury Cougar de Roush Racing.

Optó por saltarse las carreras de Daytona y Sebring de ese año, porque el coche aún estaba en fase de desarrollo y debutó en Miami, donde los problemas de la caja de cambios bajaron de su ritmo. 

Stuck y Haywood consiguieron un doblete en Summit Point, en Virginia Occidental, en mayo de 1989, Stuck volvió a ganar en Mid-Ohio, luego en Topeka, en Sears Point, en Watkins Glen, en Lime Rock y en Laguna Seca. Al final, acabó tercero en la general y Audi fue subcampeón del campeonato de constructores. Si hubieran corrido en Daytona y Sebring, seguramente habrían ganado.

A pesar de esta buena actuación, los jefes alemanes de Audi prefirieron centrar los esfuerzos de la compañía en el deporte del motor en la serie nacional DTM, poniendo fin a las hazañas del 90 quattro en  Estados Unidos después de una única y gloriosa temporada. 

Esta brevedad de su carrera es otra de las razones por las que el 90 quattro perdura en la memoria. "Cuando llegamos a Estados Unidos con este coche", recordaba Stuck 20 años después, "nadie podía creer lo que podíamos conseguir con un motor pequeño de cinco cilindros". 

"Podíamos utilizar un punto de frenada más lejano y prácticamente cualquier trazada que quisiéramos [en el circuito]. Cuando crucé la línea de meta, ¡comencé a aullar!"