Opinión: La Fórmula E y los coches eléctricos no acabarán con el motorsport

La eterna lucha entre los defensores del motor de combustión y los coches eléctricos

A riesgo de parecer muchas cosas, creo conveniente dejar claro cómo empecé en este mundillo. Desde que tengo uso de razón, me levantaba todos los fines de semana a ver la Fórmula 1 y a mis dos ídolos: Michael Schumacher y Fernando Alonso. A ratos emocionado con la leyenda de Ferrari y en otros momentos, celebrando los triunfos del piloto español.

Viajamos al TT Isla de Man: el Olimpo del motociclismo

Después de eso vino el Dakar, el Campeonato Mundial de Rallys (WRC) y las 24 Horas de Le Mans. Crecer con el auge de internet fue una gran ventaja que me permitió asombrarme con las batallas de antaño, protagonizadas por pilotos como Niki Lauda, Ayrton Senna o Tommi Mäkinen al volante de sus sensacionales bólidos.

Con el paso de los años, la pasión te lleva a los circuitos. A competiciones regionales, a carreras de resistencia o subidas y tramos con amigos. A dormir en una silla dentro de un box del Circuito del Jarama en enero, esperando a la parada del piloto para el cambio de gomas con un frío aterrador e impregnado en olor a gasolina y aceite durante más de 10 horas.

Para muchos, los coches son nuestra vida. Y la competición va un paso más allá. Son las sensaciones, los olores, el sonido... Aunque en esencia, todo se reduce a la velocidad y la rivalidad. Es ahí donde reside el verdadero gusto por todo esto. Vamos pues, con la pregunta: ¿Qué pasa con los coches eléctricos?

"Ir a la Fórmula E junto al equipo Nissan e.dams ha sido una de las experiencias más sorprendentes en competición"

El pasado fin de semana pude asistir al E-Prix de Londres de la Fórmula E con el equipo Nissan e.dams para descubrir esta competición de monoplazas eléctricos con mis propios ojos. Caminé por el paddock, observé el trabajo de los mecánicos en boxes, la clasificación, la carrera...

Escuché, toqué y me empapé de absolutamente todo en el emplazamiento londinense del evento. Y lo que me llevé fue una gran impresión, comparable a lo que viví hace unos meses en el TT Isla de Man. Quizá no tan grande, cierto, pero por ahí van los tiros.

Una de las frases que más he escuchado en rallys o eventos de todo tipo del mundo del motor ha sido: "Los eléctricos van a acabar con esto, con la emoción". Creo que es un error, uno que solo se resuelve asistiendo a uno de estos eventos.

No lo podemos negar. El pelo erizado al paso de las máquinas de MotoGP a pie de pista o de un motor V12 del Pagani Zonda R en Monza, es algo incomparable. Sin embargo, los coches eléctricos producen otro tipo de sensaciones. No hacen poco ruido precisamente, y la velocidad es alucinante.

No hay olor a gasolina y aceite, y los boxes son más limpios que los de la mayoría de categorías, pero esta nueva forma de concebir las unidades de potencia no va a acabar con el motorsport. De hecho, es probable que las competiciones se sigan desarrollando en un futuro con combustibles sintéticos y otros métodos variados, y que deban convivir con la electrificación.

Ver el ambiente de una de estas carreras impresiona. La cantidad de aficionados, los pilotos con el semblante serio, repasando las telemetrías de estos monoplazas extremadamente complejos a nivel de software y gestión de energía, el sonido de las carracas de los mecánicos...

Odiar a una categoría por la forma en la que las ruedas de sus máquinas se mueven, es una soberana sandez. La esencia es la misma: la lucha de titanes y equipos completos por cada décima, en cada metro, para sobrepasar al que tienes delante hasta que solo veas rivales en el retrovisor. Eso está completamente intacto, y eso son los deportes de motor.

El resto, son diferentes enfoques sensitivos que nosotros, como afición, podemos percibir de una forma u otra. La Fórmula E me cambió ese enfoque, como hizo Isla de Man respecto a la peligrosidad del motociclismo en las Road Races.

El mayor escollo existente es a nivel técnico: una autonomía y potencia limitadas. El día que los coches eléctricos superen esa barrera (y llegará en no más de 10 años), podrán plantar cara a los grandes circos de este deporte sin ningún problema. En los mejores circuitos del mundo.

Porque duda que haya alguien que no quiera ver a la Fórmula E corriendo en su cuarta generación sobre el asfalto de Spa-Francorchamps o en Imola. Aún queda, pero esta categoría es una de las que tiene mayor proyección en el futuro si se hacen las cosas bien.

Tiempo al tiempo, y que el amor por el motorsport continúe durante muchas generaciones. Sea en la forma que sea.