BMW 420i Cabrio: probamos el que necesitas, no el que quieres

Prueba BMW 420i Cabrio

Un cabrio muy bueno

Quizá empezar titulando la prueba del BMW 420i Cabrio de este modo puede parecer un poco agresivo, pero lo cierto es que tras haber conducido la segunda generación del Serie 4 Cabrio he llegado a la conclusión de que no necesitas más.

"Estás pensando en pobre", es la única respuesta que me dio un amigo cuando se lo comenté. Y puede que no le falte razón, ya que la gama está compuesta por tres versiones de gasolina y una diésel, todas ellas más caras que este 420i. Son estas:

  • BMW M440i Cabrio: 374 CV, mild hybrid. Precio: 83.400 euros
  • BMW 430i Cabrio: 258 CV. Precio: 61.400 euros
  • BMW 420i Cabrio: 184 CV. Precio: 57.300 euros
  • BMW 420d Cabrio: 190 CV, mild hybrid. Precio: 58.250 euros

Como puedes ver, el 420i es el escalón de acceso, no solo por precio, sino por motor. Claro, todos queremos un M440i por cómo suena, por cómo corre, por el mero hecho de tener el motor más atractivo de la gama BMW bajo el capó. De hecho, pude probar el BMW M340i y me dejó con la duda de si es más apetecible que un M3.

Pero hablar de precios en torno a los 60.000 euros es hacerlo en mayúsculas. Y pienso que el '20i' podrá satisfacer a la gran mayoría de sus compradores, sobre todo si tienes en cuenta que el 430i, aunque tiene 74 CV más, utiliza el mismo motor y pierde, en mi opinión, el carisma que tenía el seis en línea atmosférico anterior. Un saludo desde aquí a las normas anticontaminación.

Volvamos al coche. Todos los Serie 4 Cabrio tienen en común un tren de rodaje específico, con unas suspensiones y frenos propios y una mayor caída negativa en el eje delantero. Las vías crecen 28 mm en la parte delantera y 18 en la parte trasera y además recibe puntos de rigidez extra para evitar torsiones indeseadas en la carrocería. Yo, que tengo un descapotable de los años 90, sé lo que es eso: hay veces que miras y ves el parabrisas moviéndose como un postre de gelatina.

Pero aquí no ocurre nada; es rígido como una institutriz austríaca del siglo XIX. El coche se comporta como si fuera un Serie 4 Coupé: no escuchas los crujidos de que vez en cuando se escuchaban en los anteriores Serie 3 Cabrio y Serie 4 Cabrio con techo duro retráctil. Esto en parte se debe a que ¡por fin! han vuelto a la capota de lona (el último en llevarla fue el BMW Serie 3 E46), con lo que de paso te ahorras sustos con el seguro, tranquilidad con el paso de los años y, especialmente, un 40% del peso que tenía el anterior sistema.

Motor del BMW 420i Cabrio

El bloque es un cuatro cilindros turbo de 1.998 cc con 184 CV que son más que suficientes para mover los 1.690 kilos que pesará como poco. La potencia máxima la entrega entre 5.000 y 6.500 rpm y su par, 300 Nm, llega tan pronto como a las 1.350 vueltas y se mantiene estable hasta las 4.000. Con esto empuja desde muy abajo y sube con ganas, especialmente cuando se acerca a la marca del '4' en el cuentavueltas. Sin embargo, no es un lugar donde lo haya encontrado cómodo: lo suyo no es batir récords de revoluciones ni de potencia.

Tras haber probado el BMW 420i Cabrio durante una mañana por todo tipo de carreteras, creo que como mejor se disfruta es haciendo una conducción fluida: eso de acercarse a fuego hasta una curva, frenar tarde y tirarlo al eje no es lo suyo.

No es lo suyo... pero mantiene el tipo mejor que algunos modelos que van de deportivos. El 420i que tenía en mis manos montaba la suspensión M Sport con amortiguadores específicos (pienso que merece la pena pagar los 683 euros que piden por ella) y la dirección deportiva variable: muy rápida y precisa, guía a un eje delantero que marca el camino a las ruedas traseras con claridad. No vas a notar cabeceos y balanceos más allá de un límite más que aceptable y, si la cosa se pone fea, es tan comunicativo que rápidamente sabrás lo que tienes que hacer. 

Los Pirelli Cinturato P7 (225/45-255/40) con llantas de 18 pulgadas (de serie en el acabado M Sport como el de las fotos de arriba) aguantan el tipo y en combinación con este tren de rodaje me han ofrecido unas sensaciones satisfactorias.

Interior: como en un palacio rodante

Como satisfactoria es la vida a bordo. Durante la mayor parte de la prueba de este BMW 420i Cabrio conduje con la capota quitada incluso a velocidades de autopista. Ahí, mientras circulas con tranquilidad a 120 km/h con el motor girando tranquilo a 1.700 rpm, no se te va a mover ni un pelo si optas por poner el deflector de aire trasero. Eliminas las plazas posteriores, pero te evitas las molestas turbulencias típicas de los descapotables que no lo llevan: es la diferencia entre disfrutar de una mañana de descapotable o acabar hasta la coronilla de él...

El Serie 4 Cabrio que conducía tenía el acabado M Sport, por lo que los asientos de cuero 'Vernasca' son de serie (1.800 euros en el acabado normal). Eso quiere decir que el mullido, la sujeción y la comodidad general están fuera de toda duda. También su mullido tirando a firme me parece más que correcto.

Acomodado frente al volante, podrás disfrutar de una agradable visión. El panel de instrumentos de 12,3" es digital, y aunque la primera vez que lo vi (durante la prueba del nuevo BMW Serie 8) no me convenció, con el paso del tiempo reconozco que empiezo a apreciar cualidades como una buena legibilidad y diseño. Sigo pensando que la pantalla de información donde aparece el ordenador de viaje podría estar mejor aprovechada ofreciendo más campos de información, pero también supongo que su unos ingenieros mucho más listos que yo (y altos y guapos) han decidido dejarlo así, por algo será.

Quiero terminar esta prueba del 420i Cabrio con algo que realmente me encanta: el manejo de todo el sistema. Como es habitual últimamente, la pantalla central de hasta 10,25 pulgadas es táctil y su lógica de manejo es más que correcta, con botones grandes y menús intuitivos. Pero sin duda lo mejor es que elementos vitales como la radio o el climatizador tienen controles propios (y físicos). No solo eso: también tienes el mando giratorio habitual con botones que te permite manejarlo todo sin apenas apartar la vista de la carretera. Y, por si eso no fuera poco, también tienes un control por voz que funciona a las mil maravillas.

En definitiva, el BMW Serie 4 Cabrio es un coche caro, sí, pero es de esos modelos en los que, cuando te montas, sientes que vale todos y cada uno de los euros que has invertido en él. Muy bueno.

Nuestro veredicto

8