Prueba BMW M2 M Performance: ser el más radical tiene un precio

Javier Leceta

Si lo quieres todo, te costará caro

¡Qué coche más chulo llevas! Es el piropo doble (de una jovencita y de una empleada de la gasolinera) con el que da comienzo mi jornada de pruebas del BMW M2 M Performance, uno de los bichos más exclusivos que han pasado últimamente por mis manos y que podría contar entre sus rivales con algunos modelos tan emblemáticos como el Mercedes-AMG CLA 45, el Porsche 718 Cayman, el Audi RS3 Sportback e incluso su hermano mayor M4 (como alternativa más económica y racional).

Y es que, aunque no tengas ni puñetera idea de coches, aunque pienses que son un simple electrodoméstico más que podría venderse en el 'Yo no estoy loco' junto a las lavadoras, a simple vista te das cuenta de que lo que tienes delante es especial. Y decir especial cuando ya estamos hablando de todo un BMW M es mucho: no olvides que ya, de por sí, el BMW M2 es uno de los coches más deseados del mercado (aquí tienes la prueba del BMW M2 y 10 cosas que debes conocer del M2). Pero es que esta bestia blanca adornada con los colores representativos de la gama M, rojo, azul y celeste, es lo más de lo más: a unos les puede parecer impresionante, a otros algo macarra... pero indiferente no deja.

Prueba BMW M2 M Performance (trasera)

Como indiferente tampoco deja sus precio: para tener en tu garaje este BMW M2 M Performance deberás dejarte los 65.300 euros del M2 normal más otros 20.000 en los accesorios BMW M Performance que incluye. Unos extras que “trasladan el conocimiento del circuito a la carretera”.

Seguramente a estas alturas te estás preguntando, ¿pero es necesario algo más que un M2 para ser feliz? Realmente no, pero si eres de los pocos privilegiados que puedes comprarte este bicharraco y no te basta con eso, esta gama de accesorios mejora -¿es mejorable aún más?- la estética y sus cualidades dinámicas con componentes procedentes del mundo de la competición que afectan a la aerodinámica, motor, habitáculo e incluso suspensión. Una vez más, todo es cuestión de lo caprichoso que seas y de lo abultada que sea tu billetera, porque las opciones son numerosas y algunas muy muy caras... ¿Quién ha dicho que la exclusividad sea algo barato?

BMW M2 M Performance: el más especial

La tarjeta de crédito empieza a fundirse con el primer extra, fundamental para distinguir que este M no es uno cualquiera: las franjas tricolores deportivas BMW M Performance, presentes en la carrocería y paragolpes, son la seña más distintiva y visible de esta versión tan especial. En mi opinión le dan un toque muy racing al modelo alemán, aunque sin caer en lo estridente: son bonitas y punto. Eso sí, no te creas que van pintadas: son un juego de adhesivos -sí, has leído bien, son pegatinas (algo que no termina de convencerme)- que cuesta 250 euros. Pecata minuta para el efecto que crean.

Pero es solo el primero de los retoques que pueden verse en la carrocería, que como ves está rebajada (más abajo te cuento cómo se consigue y el sablazo que tendrás que pagar por ello). Los espectaculares riñones de la calandra, en negro, con varillas dobles y, como no, con el logo BMW M integrado, tienen un asequible coste de 332 euros. Lo mismo que las molduras laterales a juego y en color negro brillante (166 €).

Hasta ahora solo hemos gastado en baratijas: toca hablar de dinero de verdad. Entre los componentes aerodinámicos fabricados en plástico reforzado con fibra de carbono (PRFC) que incluye el BMW M2 M Performance de esta prueba y que “optimizan el flujo de aire en torno al vehículo” y mejoran su comportamiento, se encuentran el splitter delantero (1.430 eurillos), los apliques laterales (988 euros), las carcasas de los espejos retrovisores (690 €), el spoiler (565 €) y el difusor trasero en carbono (1.100 €). Poca cosa para lo que cuestan las llantas negras forjadas de 19 pulgadas con radios en Y y neumáticos deportivos, casi una cuarta parte (5.635 €) del equipamiento total del coche. Sí, son tan espectaculares como caras... pero las queremos. Sobre todo porque la cuenta de este coche de prensa la ha pagado BMW, para qué vamos a engañarnos.

El splitter delantero pone el toque 'galáctico'.
El splitter delantero pone el toque 'galáctico'.

Con más de 11.000 euros gastados, toca meter mano al interior, uno de los aspectos más criticados del M2 de calle. Tal y como acostumbra la marca en sus modelos, apuesta por una sencillez que en mi caso resulta excesiva (se agradecería algún guiño especial más racing para el modelo del que se trata). No obstante, para arreglar un poco la cosa,  el catálogo de accesorios de BMW M Performance cuenta con algunas opciones que añaden algo de pimienta al asunto. La primera, el kit Carbono Interior M Performance (482 €), que añade elementos decorativos en la palanca de cambios, consola central y freno de mano, además de las cubiertas M Performance del interior con Alcantara y fibra de carbono. Precisamente, la palanca de cambios de esta versión manual es una de las cosas que más me ha llamado la atención: es exclusiva de este modelo y destaca por el grosor de su pomo, realizado en aluminio y piel. Su única pega es que si tienes la mano algo pequeña -como yo- casi te resulta complicado agarrarla entera. Esto, por poner un defecto, porque su tacto es exquisito, tanto por los materiales nobles empleados como por su perfecto funcionamiento.

Aunque para grosores descomunales, el del espectacular volante M Performance Pro. Poner tus manos en él es toda una sensación -incluso aunque no hayas arrancado aún el coche- gracias a su revestimiento de Alcantara y su espuma más dura. Su marca central está marcada con una vistosa franja en color azul y las costuras M están realizadas en tres colores. Su precio, 885 euros, tampoco me parece tan elevado para el toque deportivo que da. Otros elementos exclusivos son las molduras de las puertas con la leyenda M Performance iluminada por Leds (350 €), los atractivos pedales de aluminio con perfiles de goma para evitar que el pie resbale (130 €) y unas alfombrillas de diseño deportivo y material antideslizante (225 €), de las que directamente prescindiría: su tono grisaceo hace que sean muy poco sufridas y enseguida se ensucien (tal y como pude comprobar en esta prueba del BMW M2 M Performance). El último aditamento interior son las molduras de carbono de las puertas (798 €), un toque que siempre es de agradecer en este tipo de coches (ya sabes, el carbono nunca es suficiente tratándose de todo un M como éste).

Prueba BMW M2 M Performance (volante)

Los extras que de verdad cuentan

Vale, pero con casi 15.000 euros gastados en el BMW M2 M Performance de esta prueba aún no hemos visto nada que haga a este coche más cabr... Tranquilo, que aquí llega el primero: el sistema de escape M Performance, que hace más aún más guerrero el sonido de un motor que, de por sí, no está nada mal. Sus dos modos, Sport y Track, pueden accionarse a través del mando remoto Bluetooth situado junto a la palanca de cambios. Eso sí, para sacar su lado más macarra primero tienes que pulsar el botoncito rojo situado en el maletero (ya sabes, los botones rojos siempre suelen tener una función apocalíptica...), y después accionar pulsar dos veces el mandito en cuestión: en ese momento, el modo Track se libera y las mariposas del escape se abren totalmente para que éste ruja sin cesar. Pisa el acelerador y todos los que te rodean buscarán ipso facto el origen de ese estruendo ensordecedor.... que es a la vez música celestial. Un sonido tan ensordecedor que BMW solo recomienda su uso en circuito... Salvo que seas de esos que piensan que las reglas están para saltárselas. El paquete de escape M Performance ( 2.327 euros) también incluye un silenciador con el logo M Performance grabado y un escape de 80 mm con el interior perforado. Las molduras del tubo de escape realizadas en carbono tienen un sobreprecio de 1.280 euros.

Prueba BMW M2 M Performance (difusor y escape)

Y, por fin, la mejora que reduce la altura del coche: se trata de una suspensión de muelles helicoidales (3.000 euros), que baja la distancia al suelo entre 5 y 20 milímetros con respecto a la estándar. Para ello cuenta con 16 niveles de rebote y 12 de compresión que puedes configurar según tus preferencias con una serie de herramientas que encontrarás en el maletero. Eso sí, ya te digo, que elijas la configuración que elijas, el coche se muestra más neutro que el modelo convencional, aunque también algo menos confortable (no obstante tampoco me ha parecido que sea una tabla insoportable).

La hora de la verdad: prueba del BMW M2 M Performance

Tras habernos gastado 20.633 euros en equipar este M2 tan especial llega la hora de la verdad. Como te contaba al principio, mi punto de partida es, como no, la gasolinera: prepárate para pasar por allí con mucha frecuencia, porque como imaginas este coche no es precisamente ahorrador (el consumo oficial de 8,5 litros rápidamente se dispara a los 10 o más en cuanto empiezas a disfrutar un poco...). Sobre todo si, como es el caso, conduces la versión con cambio manual: más divertida, pero también más sedienta.

La postura de conducción, baja, te recuerda en todo momento que estás en un coche de concepción deportiva. Las alturas, para los SUV... Y, aunque tengas seleccionado el modo Comfort, el coche empuja con fuerza desde el principio gracias a los 370 CV de su motor BMW M TwinPower Turbo de 6 cilindros, 3,0 litros y 465 Nm de par máximo (35 Nm más con ayuda de la función Overboost a regímenes de entre 1.350 y 4.500 rpm). Un empuje que te catapulta a los 100 km/h en tan solo 4,5 segundos y que hace que, cuando quieras darte cuenta, ya estés volando por la autopista a velocidades ilegales: a 120 y en sexta, la aguja se encuentra por debajo de las 3.000 vueltas. El sonido, sin ser ensordecedor, resulta delicioso; aunque si vas a realizar un viaje largo, prepárate para la sinfonía. Pero bueno, éste es un coche concebido sobre todo para la diversión y el circuito, no para bajar al pueblo de tu suegro con la familia. Ah, un par de detalles frikis que se me olvidaban: su velocidad máxima está limitada a 250 km/h, pero con el paquete M Driver (opcional) podrás llegar a los 270 km/h. En cuanto a sus desarrollos (km/h cada 1.000 rpm), son los siguientes: 8,6 (1ª), 15,3 (2ª), 22,9 (3ª), 30 (4ª), 35,3 (5ª) y 41,7 (6ª). Vamos, que vete pensando en un viajecito a Alemania si quieres probarlo a fondo...

Prueba BMW M2 M Performance (curva)

Y es que para comprobar cómo estira el coche me veo obligado a reducir marcha tras marcha. Subir de vueltas en sexta o quinta te lleva a velocidades de cárcel. En tercera piso a fondo el acelerador: 4.000, 5.000, 6.000 revoluciones... Pero la cosa se está desmadrando, el BMW no deja de empujar y no quiero que mi jornada de pruebas del BMW M2 M Performance acabe con todos los puntos de mi carné de golpe (eso, en el mejor de los casos). Lo que está claro es que tanto caballo es mucho más de lo que necesitan la inmensa mayoría de los conductores, o todos si no te encuentras dentro de un circuito.

Pero yo estoy en carretera abierta, concretamente en uno de los puertos que forman parte de mi recorrido habitual para probar coches: me conozco de sobra cada curva, así que es el mejor sitio para ver de lo que es capaz este M2 tan especial. La potencia, que sobra para viajar tranquilamente por la autopista, aquí viene de maravilla para salir de una curva dando gas en busca de la siguiente: el coche empuja de lo lindo y el M2 sigue devorando curvas: una, otra, otra... Todo funciona a la perfección y transmite mucha confianza al volante: el set up es excepcional, la suspensión deportiva hace su trabajo -aunque a veces pueda resultar un tanto dura-, el chasis mantiene el tipo en todo momento, la dirección me permite tirar el coche por dónde quiero y el cambio manual de seis velocidades responde a la perfección y de forma precisa. Ah, un detalle que no te ha contado: cuando cambias, el coche te echa una mano y hace solo el punta-tacón. Puede gustarte o no -a mí no me importa-, pero estoy seguro que a muchos conductores les vendrá bien esa ayuda extra.

Eso sí, mientras disfruto como un enano en un parque de bolas, el ESP parpadea en todo momento avisándome de que estoy pasando de los límites razonables... para un coche normal. Pero éste no lo es, así que decido conectar el modo Sport, para que me deje juguetear un poco más. Las curvas pasan vertiginosamente y sigo sintiéndome muy cómodo al volante. Con el modo Sport +, el ESP me ha abandonado completamente y la cosa se vuelve más loca: el coche empieza a deslizar más y comienzo a tomar más precauciones para que la cosa no se vaya de madre. Tampoco es plan acabar con el coche aparcado encima del quitamiedos... No seré yo el que tenga que llamar a BMW para contarles que su joya de más de 85.000 euros ha tenido un pequeño percance...

Prueba BMW M2 M Performance (maletero)

Toca volver a casa. Pero con tranquilidad: ya he sudado todo lo que tenía que sudar hoy. Bueno, me falta una cosita para que la jornada sea completa. Abro el maletero y a la izquierda veo el famoso botoncito rojo. Lo acciono y rápidamente entro en el coche para pulsar dos veces el interruptor del mando Bluetooth: el escape se ha quitado su bozal, y ahora ladra con fuerza. Tanta, que seguro que todos los conductores que me han visto salir a lo 'Fast and furious' del peaje habrán pensando “vaya gilip---”. Sí, un fanfarrón gillip..., pero muy feliz. Es mi momento, y a quien no le guste que suba el volumen de la radio. Si no puedes dar la nota puntualmente con un coche como este M2 M Performance, apaga y vámonos (eso sí, siempre respetando las reglas de la carretera y aunque te entren continuamente ganas de saltártelas...).

Lo reconozco, tras probar este BMW M2 M Performance debo reconocer que es uno de los coches que más me ha cautivado últimamente. Vale, no me lo compraría... En primer lugar porque no tengo dinero para hacerlo. Y en segundo porque tal vez sea demasiado racing para el uso diario y para las manos que tenemos la mayoría de los conductores... Es más, racionalmente hablando dudo que prácticamente nadie necesite más que un M2 de calle -y si lo necesita-. Pero bueno, qué leches, seguramente si ganase algo mucho más de lo que gana un periodista de motor seguramente vería las cosas de otra forma. El caso es que la realidad es la realidad. Aunque me quedo con lo que me dijo la mujer de la gasolinera cuando le repliqué que el coche no era mío: “bueno, pero te lo dejan conducir”. Pues sí, y encima con gasolina gratis (algo que en este pepino es muy pero que muy importante). ¿Se puede tener mejor plan para un sábado que ponerte al volante de uno de los coches más exclusivos del mercado, que no te cueste un duro y que encima hasta te paguen por ello? Sin rencores, amigos...

Nuestro veredicto

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