¿Recordáis el Skyline de Paul Walker? Estuvo a punto de ser un Dodge Neon…

Nissan Skyline GT-R (R34) en '2 Fast 2 Furious'
¿Te imaginas a Brian O’Conner con un Dodge Neon tuneao?

El Nissan Skyline GT-R de Paul Walker en 2 Fast and 2 Furious es uno de los coches de película más míticos de todos los tiempos. El coche ya es espectacular, pero con los toques de la película, era una locura. Pues bien, ese mítico coche estuvo a punto de ser un Dodge Neon SRT-4: menos mal que Craig Lieberman, director técnico de la película, intervino para evitar esa tragedia.

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Y es que este gerifalte de Hollywood está destripando algunos de los secretos más interesantes de los proyectos en los que ha trabajado en su día, curiosidades que desconocíamos hasta la fecha. Estamos a finales de 2001 y Fast and Furious ya es un éxito. Paul Walker, interpretando al agente Brian O’Conner, recorre las calles con un Mitsubishi Eclipse, un Ford F-150 SVT y, claro, el mítico Toyota Supra.

Dodge Neon SRT

En ese momento la segunda película ya estaba preparándose a fuego lento, por lo que tocaba decidir los coches de la segunda película. En julio de 2001, Lieberman se había comprado un Nissan Skyline y pronto se enamoró del coche. La primera película había sido un éxito un Universal, la productora, estaba buscando coches. ¿La sorpresa? Estuvieron a punto de cerrar un acuerdo para que un Dodge Neon SRT-4 fuera el coche de Brian O’Conner en 2 Fast 2 Furious

Lieberman saltó como una bestia de la silla y se negó rotundamente. Afortunadamente, Universal escuchó al director técnico de la película y decidió hacerle caso y dar marcha atrás. El Nissan Skyline GT-R fue el elegido. En total, compraron cuatro Skyline GT-R R34 y no, no se utilizó ninguna réplica, todos fueron reales como la vida misma.

No es por humillar al Dodge Neon SRT-4, en Europa vendido como Chrysler Neon, pero la verdad es que el Skyline fue la decisión correcta, pese a que este pequeño Neon SRT-4 era un coche interesante: 1.100 kg de peso para 230 CV. ¡Un lobo con piel de cordero! Aunque con una imagen mucho menos poderosa que la del mítico Nissan Skyline GT-R R34. ¡Gracias, Lieberman!

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