El coche feo de la semana: Toyota Mirai

Si el futuro ha de ser así, me quedo en el presente.

Los coches del futuro son una incógnita, evidentemente, pero hay muchos elementos que parecen tener en común para saber por dónde irán los tiros: fuentes de energía limpias y muy eficientes (como los coches eléctricos con más autonomía), mucha tecnología de entretenimiento y seguridad, conducción autónoma, etc. Ahora bien, esto en el apartado técnico, cuando hablamos de diseño, la cosa se pone fea: el Toyota Mirai es el coche feo de la semana y su estilo futurista se pasa de frenada. 

Quizás sea un coche adelantado a nuestra época, quizás los diseñadores de Toyota vean cosas que el resto de mortales todavía no vemos, pero lo que parece claro es que las últimas creaciones  más tecnológicas de la marca japonesa han sido, cómo mínimo, polémicas: el Toyota Prius también fue coche feo de la semana. No es por casualidad y no, no tenemos ningún tipo de manía a Toyota: por ejemplo, el Toyota CH-R, estéticamente, nos parece brillante.

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Pero estos sedán, con tantos ángulos, con elementos más bastos que la lija del cuatro, con elementos estéticos que parecen no tener ningún tipo de coherencia, no terminan de convencernos. El Toyota Mirai es un coche que se propulsa con pila de combustible, con hidrógeno, y la verdad es que representa una opción muy válida de movilidad de futuro. Ahora bien, podían haberlo hecho más bonito, me explico.

¿Has visto el frontal o la trasera del Toyota Mirai? En la parte delantera destacan dos tomas de aire gigantescas en la parte frontal que no tienen ningún sentido estético. No puedes poner un frontal con semejantes tomas de aire sin la necesidad de refrigerar nada, por puro gusto estético. La vista lateral no mejora mucho: aunque es algo más convencional que la del Toyota Prius, con menos ángulos y aristas, el problema aquí es que las ruedas son demasiado pequeñas para semejantes paneles de chapa sin demasiada gracia. 

Toyota Mirai: ¡unas ruedas de juguete!

Este problema de las ruedas pequeñas se vuelve en tragedia cuando echamos un vistazo al Toyota Mirai desde los tres cuartos traseros. Te recomiendo que mires la galería para entender de lo que estoy hablando: esos neumáticos tan pequeños, junto con unos faros traseros sin ningún orden ni sentido, de unas proporciones dantescas. Hay una luz horizontal que une ambos lados, fina, esbelta: ¿por qué no se podía haber quedado ahí? Habría lucido una trasera minimalista y moderna. Pero no, en Toyota decidieron que había que colocar dos luces extra, gigantescas, a cada lado. ¡Error! Craso error.

La cosa no mejora en el interior. Parece un coche hecho por piezas inconexas sin mucho sentido. El salpicadero está dividido en diversos trazados que provocan una sensación caos total. En la parte superior vemos una doble altura que guarda una pantalla integrada a modo de cuadro de mandos. Esto está bien: el problema viene con el salpicadero: la pantalla por un lado, las tomas de aire que van por libre y una parte baja del salpicadero donde se mezcla la palanca de cambios con el climatizador. ¡Menudo jaleo! Ni siquiera el volante, con la parte central casi cuadrada, se salva.

El Toyota Mirai pone sobre la mesa una alternativa de movilidad del futuro realmente interesante. El hidrógeno puede ser un Plan B fantástico, pero en Toyota deberían cuidar un poco más el apartado estético si es que quieren que el futuro se convierta en una realidad atractiva para mucha gente. Quizás en Japón, este estilo tan controvertido triunfe, pero para nuestros ojos europeos, el Toyota Mirai merece entrar, por la puerta grande, en el selecto grupo de coches feos de la semana.