Con la llegada del Mazda3, y entre tantos coches híbridos, modelos con cilindradas de menos de un litro y demás, probablemente pienses que Mazda está un poco en su mundo.

Por si no lo recuerdas, el nuevo Mazda3 utiliza dos tipos de propulsores, un Skyactiv-D (turbodiéseldiésel) de 116 CV que va a representar en torno al 2% de las ventas totales, y el de gasolina, denominado Skyactiv-G.

Este último es un 2.0 atmosférico de cuatro cilindros con 122 CV y un par de 213 Nm, puede que el único de este tipo que exista entre los coches nuevos de 2019. Su funcionamiento es suave y progresivo y, hasta la llegada del motor Skyactiv-X, del que aseguran que será revolucionario, es el único bloque que puede contar con la etiqueta Eco al contar con un sistema mild hybrid asociado a un sistema de 24 voltios.

Durante la prueba del Mazda3 2019 pude preguntar a Christian Schultze, el director de Desarrollo Tecnológico de Mazda, por qué utilizaban un 2.0 de gasolina y además atmosférico.

La respuesta fue sencilla: "los motores downsizing con turbo están pensados para ser homologados en el ciclo NEDC". La cuestión es que ahora este ciclo de homologación ha quedado obsoleto y ahí es donde entran en juego los motores de gasolina atmosféricos, que son más lineales.

Schultze me dijo que con los pequeños bloques con turbo, después de la patada, lo único que consigues al seguir subiendo de revoluciones es disparar el consumo, mientras que con su apuesta de atmosférico mild hybrid se logra un consumo más controlado y contenido.

Desde luego, en la marca llevan tiempo apostando por este tipo de propulsores, así que igual el tiempo acaba dándoles la razón. Pero entre nosotros, conducir un dos litros atmosférico con cambio manual es algo que parecía olvidad o y es una pena, porque es de lo más divertido...