Leyendas de Le Mans #4: Jaguar D-Type, en medio del peor accidente

Jaguar D-Type, pilotado por el campeón de Le Mans 1988 Andy Wallace.

Tecnología de aviación sobre el asfalto de la Sarthe y el peor accidente de la historia de Le Mans.

Son varios los coches británicos que han vencido en las 24 Horas de Le Mans, pero quizá pocos son tan icónicos como el Jaguar D-Type. Este pequeño bólido fue llamado a continuar con los triunfos de la marca en los años anteriores, después de una época de dominio francés e italiano.

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Jaguar vino de ganar con su C-Type en 1953, y entre 1954 y 1957 fabricó este nuevo coche deportivo con el único objetivo de dominar la prueba de resistencia francesa. Para ello, se diferenció claramente de su predecesor, incorporando una carrocería sencillamente preciosa (y funcional, claro).

Un Jaguar nacido de la aviación

Jaguar D-Type (izquierda) seguido de otros clásicos de la marca.
Jaguar D-Type (izquierda) seguido de otros clásicos de la marca.

Jaguar

La aerodinámica comenzó a tomarse enserio durante los años 50', y no fueron pocos los fabricantes que apostaron por innovadoras tecnologías en los diseños de sus carrocerías. Sin embargo, Jaguar fue un paso más allá con el diseño de su D-Type.

El bólido contó con un habitáculo monocasco compuesto de aluminio, amén de un subchasis construido en el mismo material. La reciente Segunda Guerra Mundial hizo que el diseño exterior estuviese influido por la aviación: una baja resistencia en el fondo plano del coche, ángulos agudos en la zona del capó y una gran aleta estabilizadora en la parte trasera.

También se emplearon tecnologías como una bolsa deformable de aviación para el depósito de combustible y un cárter seco que asegurase la lubricación continua del motor. En el resto de la mecánica, todo se mantuvo exactamente igual que en el Jaguar C-Type, desde suspensiones hasta la unidad de potencia.

El Jaguar D-Type contó con un motor XK de 6 cilindros en línea DOHC que comenzó siendo de 3,4 litros, se amplió hasta los 3,8 litros en 1957 y se tuvo que reducir por nuevas normativas hasta los 3,0 litros en 1958. La potencia del bloque ascendió hasta poco más de 270 CV en la versión de máximo cubicaje, e incluso se siguió usando con un mayor tamaño en diversos coches de calle.

Unidades limitadas, lucha contra Mercedes y el peor accidente de la historia

Rudolf Uhlenhaut y su hijo en un Mercedes-Benz 300 SLR prototipo en Monza, 1955..
Rudolf Uhlenhaut y su hijo en un Mercedes-Benz 300 SLR prototipo en Monza, 1955..

Mercedes-Benz

Del Jaguar D-Type se produjeron, según datos de la marca, 75 unidades. Todas ellas preparadas para la competición, y unas 16 versiones XKSS legalizadas para la carretera. El despliegue para equipos de fábrica y clientes fue bastante amplio, y la ofensiva en Le Mans comenzó en 1954.

Sin embargo, los D-Type sufrieron una serie de problemas relacionados con los filtros de combustible que obligaron a sus pilotos (Duncan Hamilton y Tony Rolt) a parar varias veces en boxes. Pese a la posible remontada, Ferrari acabó alzándose con la victoria.

Aunque hubo un sabor agridulce, los datos fueron prometedores: el Jaguar era poco más de 20 km/h más rápido en la recta Mulsanne que su rival italiano. Habría que volver a intentarlo, y se volvió a competir en 1955.

Aquel año hubo un rival que también recordamos estos días, porque se ha convertido en el coche más caro de la historia: el Mercedes-Benz 300 SLR, vendido recientemente en subasta por 135 millones de euros. El bólido alemán tenía tras el volante al mismísimo Juan Manuel Fangio, la leyenda de la Fórmula 1, y la lucha prometía ser magnífica. Pero llegó la desgracia.

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El peor accidente de Le Mans de la historia, sufrido por un segundo Mercedes pilotado por Pierre Levegh. Un coche de Austin Haley pilotado por Lance Macklin realizó una peligrosa maniobra de entrada a boxes mientras el Mercedes del 'Chueco' Fangio y Levegh perseguían al Jaguar de Mike Hawtorn e Ivor Bueb, que estaba justo delante.

Levegh quiso avisar a Fangio del peligro, y en la maniobra de esquive, se estrelló a más de 200 km/h contra las gradas repletas de espectadores. El coche explotó, perdiendo la vida el piloto y más de 80 aficionados que allí se encontraban con otros tantos heridos.

La carrera, pese al drama, no se suspendió. Eran otros tiempos, y la organización aseguró que fue debido a que así se aseguró el paso de ambulancias y servicios de emergencia. Hawthorn y Bueb vencieron al día siguiente, aunque la victoria de Jaguar quedó muy ensombrecida por un accidente que horrorizó a Europa.

Mercedes y Scuderia Lancia fuera de la competición, y prohibición en muchos países

Las consecuencias de aquel terrible accidente fueron inmensas. A nivel legal Francia, Alemania, España y Suiza prohibieron los grandes premios. Algunos países durante un breve periodo de tiempo, y en el caso de Suiza, durante más de 60 años hasta que se ha vuelto a permitir únicamente la competición con coches eléctricos.

Mercedes-Benz abandonó la competición hasta 1989, así como la Scuderia Lancia durante otros 20 años. Pero siempre se puede extraer algo positivo de estos momentos, y eso fue la evolución en seguridad: para espectadores y participantes, cinturones de seguridad, cascos, monos ignífugos...

En 1956 se volvió a celebrar el evento en Le Mans, y Jaguar consiguió acabar con solo uno de sus tres coches inscritos de fábrica en sexto lugar. La victoria fue para el equipo privado Ecurie Ecosse de Edimburgo, con Ron Flockhart y Ninian Sanderson al volante.

El fabricante se retiró aquel año, pero en 1957 hubo una enorme presencia de equipos cliente que junto a la evolución de 3,8 litros del motor, ocuparon cinco de las seis primeras posiciones. Ecurie Ecosse volvió a vencer con un primer y segundo puesto, siendo los campeones otra vez Ron Flockhart e Ivor Bueb.

Al año siguiente, en 1958, la normativa limitó los motores a 3,0 litros, y la falta de fiabilidad (y entusiasmo, seguramente) de Jaguar, terminó con el sueño de la marca británica por volver a Le Mans con fuerza.

Aunque cinco victorias en una década es un récord envidiable, y toda una hazaña, desde luego. Algo que no se ve muy a menudo en Le Mans y de lo que en Jaguar podrán estar orgullosos siempre. Escribieron historia con un coche maravilloso, incluso durante uno de los momentos más sombríos del deporte.

Actualmente existen unidades en subasta extremadamente caras de este coche clásico. En 2016, RM Sotheby's ofertó una en Monterrey que alcanzó un precio de 21,8 millones de dólares, convirtiéndose en el Jaguar más caro de la historia. También existe una edición limitada de 25 unidades construida desde 2018 con los planos originales que sobrepasó ampliamente el millón de euros de precio.