Por qué el coche eléctrico podría provocar la Tercera Guerra Mundial

Porsche Taycan fábrica de Zuffenhausen
Hay una nueva revolución industrial en camino...

Hay muchos motivos para pensar que el coche podría provocar la Tercera Guerra Mundial y por eso, es necesario detenerse a evaluarlos. No queremos con esto dar palos de ciego, puesto que el coche se ha convertido en una especie de saco de boxeo para desahogarnos cada vez que no vemos claro qué nos depara el futuro.

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Pero es cierto que el mundo del automóvil tiene una gran responsabilidad; en un planeta globalizado y en continuo movimiento, el coche sigue siendo una de las principales formas de movilidad y libertad que tiene el ser humano, siendo capaz de conectarnos y salvaguardar distancias.

Sin embargo, para sobrevivir en el S.XXI, los automóviles tienen un nuevo papel que desempeñar: ya no solo tienen que llevarnos de un punto A a un punto B, sino también hacerlo de manera eficiente, respetuosa con el Medio Ambiente, lo más segura posible y además, entretenernos, tanto si vamos al volante como de pasajeros.

Por tanto, las nuevas formas de movilidad no solo están sometiendo a una carrera de fondo a los fabricantes, en busca de las mejores soluciones para ofrecer todo ese conglomerado de factores que acabo de mencionarte, sino también a los países que deben enfrentarse al surgimiento de nuevas industrias... y no todos están preparados de igual forma para lograrlo.

Industria 4.0: el automóvil nos acompaña

En el año 2016, Klaus Schwab, economista y empresario creador del Fondo Económico Mundial, se refirió por primera vez a la Cuarta Revolución Industrial, alegando que estamos de nuevo en una etapa de cambios industriales importantes. Resulta obvio, ¿no? Pero, ¿cuáles son esos cambios?

No voy a darte una clase de historia y economía aquí, pero sí ponerte en antecedentes para que tengas una referencia. Por ejemplo, en la Primera Revolución Industrial vimos como la mecanización, el carbón, el acero o la máquina de vapor cambiaron la sociedad; en la Segunda Revolución Industrial se produjeron grandes cambios en las factorías con la producción en serie, gracias a la que se conseguía mayor productividad y menos costes -de hecho, la fábrica de Ford fue la primera en tener una línea de montaje- el ferrocarril y el petróleo.

Fábrica Audi R8

La Tercera Revolución Industrial trajo consigo la Sociedad de la Información, con las Tecnologías de la Información y de la Comunicación y ahora, es el turno de la Industria 4.0, esa en la que nos encontramos con la digitalización, el Internet de las cosas y la robótica.

El coche, por tanto, juega un gran papel aquí. Las fábricas ya se están robotizando, los vehículos están sucumbiendo poco a poco a la inteligencia artificial con sistemas que les permiten comunicarse con nosotros y con el resto de usuarios -algo que será potenciado en el futuro con la mayor implantación del 5G- y aspiran a convertirse en la forma de transporte más eficiente y menos contaminante a través de su electrificación.

¿Y si la Tercera Guerra Mundial se midiera en rocas?

El proceso no va a ser fácil. Aunque prometen ser una pieza fundamental en la Cuarta Revolución Industrial y en la descarbonización del planeta, los vehículos eléctricos están también llenos de desafíos; el primero y quizá el que más preocupa a la población: su autonomía y la forma en la que almacenan la energía.

Aunque las baterías más difundidas son las de iones de litio, ya se investiga con nuevas materiales, como el telurio o el niobio, un material usado en automoción, centrales nucleares y armamento, para conseguir mayores rangos de autonomía, pero eso no está exento de complicaciones.

Con el niobio, considerado una de las 'tierras raras' y extraíble de solo tres lugares de la Tierra -Brasil, Canadá y Australia-, podrían hacerse baterías de alta densidad energética y con la capacidad de recargarse en apenas unos minutos (los cargadores Ionity permitirán hacerlo en un tiempo de en torno a 15 minutos) y esto sería excelente para el despegue de los coches eléctricos como los que llegan en 2020.

Por eso mismo, Donald Trump ha declarado este material como uno de sus favoritos y uno de los más estratégicos, hasta el punto de que sus reservas forman parte del plan nacional de seguridad de Estados Unidos (recuerda que también se utilizan en armamento). 

Y aquí es donde empiezan las tensiones... El mayor productor del mundo de niobio, la 'Companhia Brasileira de Metalurgia e Mineraçao' (CBMM), controla un 85% del mercado mundial. Pero recientemente, un consorcio de tres compañías chinas ha comprado ya el 15% de esta compañía...

Esto demuestra una gran ambición por parte del gigante asiático, que ya de por sí produce el 85% de las tierras raras del mundo; y esto, dado que esos materiales también contienen elementos químicos presentes en aparatos tecnológicos, pondrá a China en una posición de ventaja en cuanto a evolución y desarrollo frente al resto de países, principalmente Estados Unidos, que es con el que mantiene una gran tensión comercial.

De hecho, Trump ya ha visto amenazadas las exportaciones de las codiciadas 'tierras raras', debido a la situación de guerra comercial que EEUU y China mantienen desde marzo de 2018, lo que podría seguir incrementando la tensión entre estas dos potencias mundiales. Por tanto, podemos aventurarnos a decir que el coche eléctrico tendrá mucho que ver con una posible Tercera Guerra Mundial.

Un momento delicado para la industria

La crisis del petróleo de 1973 -en la cual la Organización de Países Exportadores de Petróleo decidió no exportar petróleo a EEUU y Europa occidental por haber apoyado a Israel en la Guerra del Yom Kippur- ya demostró en su momento que era capaz de desestabilizar la economía global e incluso algunos fabricantes de automóviles, que se vieron obligadas a sacrificar sus coches más 'tragones' y cambiar su filosofía.

Vale, quizá estemos hablando mas bien de una posible futura guerra fría, pero todo apunta a que a la larga, la situación geopolítica internacional puede convertir al coche eléctrico y el desarrollo de sus baterías en un nuevo actor secundario en sus conflictos de intereses. Algo que pondría a muchos países contra las cuerdas, en especial de aquellos que dependen de la nueva industria del automóvil como parte importante de sus finanzas. 

De momento, toda esta situación de tensión comercial entre EEUU y China ya ha provocado un empeoramiento en las condiciones de la economía global y la agencia de calificación Standard & Poor's habla de una desaceleración en la venta de coches a nivel mundial hasta 2021, provocado todo ello por la incertidumbre y la desconfianza del consumidor ante el panorama internacional, que ve peligrar su poder adquisitivo.