Ford Focus RS contra Audi R8 V10 Spyder: golpe de Estado

¿Puede un compacto plantar cara a un superdeportivo? He viajado hasta el Pirineo para resolver el misterio de una vez por todas.

Hay momentos en la vida en los que tienes que encontrar respuestas a muchas preguntas. Algunas son claves en tu vida, otras simplemente pasajeras, generalmente derivadas de una conversación con tu almohada en una sofocante noche estival. Como periodista siempre me hago preguntas, como posibles temas o pruebas de coches, pero por encima de todas esas cuestiones diarias, hay una que lleva rondando en mi cabeza durante mucho tiempo: ¿puede un compacto actual, moderno, radical y supereficaz plantar cara a un superdeportivo? ¿Hace falta gastarse el precio de una casa con jardín y piscina para pasarlo realmente bien?

No podía más, tenía que conseguir una respuesta y, si nadie se lo había preguntado antes, tenía que ser yo quien saliese de dudas. La pregunta es clara y ya está sobre la mesa, pero ahora tengo que elegir a los contendientes de una batalla que va a ser polémica y cuyo resultado puede levantar ampollas. Tengo que hilar muy fino. El Audi R8 V10 Spyder me cautivó durante su presentación: rígido, eficaz, con un motor glorioso, sin techo para disfrutar del sonido, tracción integral que parece inmutable y muchas otras cualidades que lo convierten en uno de los deportivos más completos del mercado. El compacto lo tenía algo más claro: pocos pueden plantar cara al Focus RS y su tracción integral (aquí tienes la prueba del Ford Focus RS). Los magos de Ford Performance saben muy bien cómo se pone a punto un coche para sacarle la quintaesencia y el Focus es el mejor ejemplo.

Ford Focus RS contra Audi R8 V10 Spyder

Ford Focus RS contra Audi R8 V10 Spyder. Un Audi R8 descapotable de más de 200.000 euros contra un Focus con esteroides de poco más de 40.000. La gente me mira raro pero yo lo tengo claro: se pueden comparar, ¡se deben comparar! Los contendientes ya están sobre el asfalto y ahora solamente queda elegir el ring de boxeo adecuado para una prueba así. Necesito curvas, ya que en línea recta la cosa se decanta claramente hacia el superdeportivo, por lo que decido barrer para casa y acudir al Valle de Aran, cuyas carreteras me conozco como la palma de mi mano.

A mi izquierda el Audi R8 luce brutal, las enormes llantas multiradio en acabado mate esconden unos gigantescos frenos cerámicos, mientras que el sonido del motor V10 todavía es recordado (y odiado) por la mayoría de mis vecinos. El Focus también tiene un aspecto sensacional pero en cuanto a imagen poco tiene que hacer respecto al Audi: salvo los cuatro quemados de los rallys que enloquecen con su escape o el alerón trasero. Entrar en el Audi R8 es entrar en un mundo de perfección. Sé que suena algo bestia, pero créeme si te digo que este superdeportivo es uno de los coches más redondos que he conducido jamás. La postura al volante es sensacional, todo está en su sitio y el interior destaca por un minimalismo que resulta verdaderamente eficaz: aquí lo importante es conducir y el resto no importa.

Los detalles y la calidad general del R8 justifican todos los euros que inviertes en él.
Los detalles y la calidad general del R8 justifican todos los euros que inviertes en él.

Arranco y el V10 atmosférico, que comparte con el Lambo Huracán, pega un alarido que te deja claro desde el minuto cero que la cosa va en serio. Como ya dije durante su presentación, lo que más me gusta del R8 es su mix entre locura y sensatez, entre radicalidad y confort. La puesta a punto es muy noble y los 350 km que recorro hasta llegar al destino son una verdadera gozada: ¿un superdeportivo es incómodo? No todos, el R8 te permite viajar relajadamente y, a su vez, cuando quieres caña, ser la bestia que esperas de un coche así. Toca afrontar mis primeras curvas, por lo que coloco el modo dinámico: la suspensión magnética se endurece, la respuesta del motor es más puntiaguda y la transmisión apura más las marchas. Yo prefiero controlar el cambio mediante las levas tras el volante, que podrían ser algo más grandes y con un tacto ligeramente más metálico.

Hundo el pedal derecho y en un instante estás pegado al asiento. Es un motor extraordinario, con una buena respuesta en bajas y una contundencia brutal cuando los 540 CV se desatan a 7.800 vueltas: el sonido es estremecedor. Puedes seguir con el techo cerrado, pero es aquí donde un descapotable se disfruta en serio. Suelto el gas y un petardeo me acompaña mientras el cinturón aprieta mi pecho. Los frenos son contundentes y la dirección precisa, aunque me gustaría que tuviese un tacto algo más duro y comunicativo. Es increíble lo que traga este chasis, con refuerzos de fibra de carbono para compensar la ausencia del techo y obtener una buena rigidez torsional. Tienes que entrar muy rápido en una curva cerrada para que haya algo de subviraje, mientras que la tracción integral Quattro pone todo su empeño para que las pérdidas de tracción sean un cuento del pasado.

Creo que me he excedido: dudo que un Focus pueda superar algo así. Dejo el Audi y me subo en el Ford. Los bacquets son mucho más duros pero también te recogen mejor. Lo malo es que no se pueden regular en altura y el puesto de conducción es demasiado alto: me cuesta encontrar la postura ideal. Echo un vistazo a mi alrededor y los plásticos tampoco creo que estén a la altura: evidentemente, aquí no hay color con el Audi, pero hay otros compactos deportivos, como un León Cupra, que ofrecen mejores acabados. Empezamos mal.

Saltar del interior del Audi al del Focus es como viajar 10 años atrás en el tiempo.
Saltar del interior del Audi al del Focus es como viajar 10 años atrás en el tiempo.

Arranco y el cuatro cilindros responde con un sonido sugerente, lejos eso sí de la brutalidad sonora del Audi. Es la primera vez que me subo al Focus y la verdad es que la sensación es estar en un coche muy, muy racing: la suspensión es muy firme, mientras que la dirección apenas gira y se siente mucho más dura que la del Audi. Es un coche que en un uso práctico es más bronco y menos agradable, todo lo contrario de lo que se podría pensar a priori: lo único bueno es que tienes plazas detrás para llevar a tus amigos y un maletero que en el Audi es más bien...inútil. Confieso que en los primeros kilómetros, circulando tranquilo, no me está gustando: el puesto de conducción es muy alto y el motor, pese a responder con contundencia, se asocia con un cambio que podría ser más preciso. No me termina de convencer: mucho tiene que mejorar para que haga sombra al Audi....

Ford Focus RS o Audi R8 V10 Spyder: ¿quién gana entonces?

Y entonces llega la sorpresa. Acudo al puerto del Portillón, una carretera que une España y Francia y que es el lugar perfecto para probar un coche así: rectas, curvas rápidas, curvas lentas. Coloco el modo en Sport (el modo drift para otro día) y decido comprobar dónde están los límites del coche. El Focus es más exigente que el Audi en todos los aspectos, incluso para arrancar: tienes que pillarle el punto perfecto de embrague para conseguir esa salida ideal. El cambio me sigue pareciendo poco preciso para un coche así, pero cuando empiezo a entrar fuerte en las curvas, todo cambia. El eje delantero se agarra al asfalto como una lapa, mientras que el motor empuja con contundencia. Toda la dureza antes criticada aquí brilla como las estrellas. Lo confieso: me vengo arriba y el Focus parece no tener límites. Los frenos, el motor, la suspensión, pero especialmente esa tracción del eje delantero me deja sin aliento. Llego al puerto completamente exhausto y con una sonrisa en la boca. ¡Qué coche! ¡Cómo va! Estoy unos segundos sentado en el interior con solo una cosa en mente: tengo que volver a hacerlo. ¡Creo que podría pasarme toda la vida haciendo esto!

El mundo al revés: el Ford es más radical y menos utilizable que el R8

Regreso a casa tranquilo y ahora veo al Focus con otros ojos: ya no me parece tan incómodo e incluso los plásticos parecen mejores. He probado los dos coches en una carretera de curvas y toca decidir. ¿Puede un compacto deportivo ser tan emocionante como un superdeportivo? ¿Puede el Ford Focus RS con el Audi R8 V10 Spyder? Debo encontrar las palabras exactas para evitar malentendidos, no sé si lo voy a lograr: el Audi es un coche redondo, bueno en absolutamente todas las facetas y con ese aire de exclusividad que el Focus no tiene. El RS, en cambio, es un coche para disfrutar como un loco pero en su terreno, en curvas: aquí puede poner en apuros a más de un superdeportivo. Es cierto que el R8 Spyder es una versión pensada para agradar a todos, mientras que el Focus es algo mucho más exigente y solo apto para quienes quieran renunciar a todo en pro de la eficacia y la diversión en términos dinámicos. ¿Puede un compacto emocionar como un superdeportivo? Sí, puede, pero yo me quedo con el Audi: es un coche que te hace sentir especial en cualquier momento y circunstancia: ¡vale hasta el último euro que cuesta!

Datos técnicos

Audi R8 V10 Spyder

Motor: V10

Cilindrada: 5.204 cc

Potencia: 540 CV a 7.800 rpm

Par: 540 Nm a 6.500 rpm

Tracción: integral

Transmisión: doble embrague, 7 vel.

Aceleración: 0–100 km/h en 3,6 s

Velocidad máx. 318 km/h

Consumo y emisiones: 11,7 l/100 km, 277 g/km CO2

Peso: 1.795 kg  

Precio: 209.370 €


Ford Focus RS

Motor: 4L Turbo

Cilindrada: 2.266 cc

Potencia: 350 CV a 6.000 rpm

Par: 470 Nm @ 2.000 rpm

Tracción: integral

Transmisión: manual 6 vel

Aceleración: 0–100 km/h en 4,7 s

Velocidad máx. 266 km/h

Consumo y emisiones: 7,7 l/100 km, 175 g/km CO2

Peso: 1.599 kg

Precio: 41.815 €

Nuestro veredicto

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