Los científicos australianos han descubierto, o eso parece, la mejor manera de crear combustible de hidrógeno, produciéndolo con una eficiencia del 95 por ciento (más del 25 por ciento de mejora que cualquier método de la competencia). Lo mejor de todo es que solo requiere electricidad, agua y algo de ciencia pura y dura.

Estamos hablando, cómo no, de la electrólisis: dividir el agua en hidrógeno y oxígeno con electricidad. Con la tecnología actual, la electrólisis generalmente produce hidrógeno con una eficiencia de aproximadamente el 75 por ciento. 

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Entonces, para crear un kilo de combustible de hidrógeno puro, que contiene alrededor de 39,4 kWh de energía, se necesitan 52,5 kWh. 

Al mejorar la eficiencia de la electrólisis al 95 por ciento, significa que sólo se necesitarán 41,5 kWh para generar un kilo de combustible. 

Esa es una gran mejora con respecto al antiguo método de electrólisis, pero también con respecto a los métodos de producción de hidrógeno a base de combustibles fósiles, que tienen una eficiencia de alrededor del 75 por ciento en el mejor de los casos. Y uso de combustibles fósiles, de los que estamos tratando de alejarnos en estos días.

Si esta tecnología funciona como dicen sus creadores, llevará a que el hidrógeno verde sea el más barato y eficiente de producir. Y debido a que la energía eólica y solar ahora son más económicas que los combustibles fósiles, dará como resultado que el hidrógeno verde pronto podría ser mejor tanto económica como ambientalmente. 

Hysata, la compañía detrás del nuevo proceso, dice que el hidrógeno verde podría costar solo 1,38 euros por kilo en unos pocos años. Según la Agencia Internacional de Energía, el precio de la producción de hidrógeno a partir de gas natural, productos derivados del petróleo o carbón era de alrededor de 60 céntimos a 2,40 euros por kilo en 2019. 

A diferencia del hidrógeno, que procede de combustibles fósiles  y que es igual de dañino para el medio ambiente que el gas el petróleo o el carbón, el hidrógeno verde es respetuoso con el planeta y sólo se volverá más barato a medida que los costes de la energía verde continúen disminuyendo y no requiera de ningún gasto adicional. 

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Aun así, la electricidad es más fácil y eficiente de transportar y utiliza la infraestructura existente para hacerlo. Y cuando tiene la energía donde la necesita, es mucho más eficaz recuperarla de una batería que convertirla en una celda de combustible. Pero el hidrógeno es un combustible absolutamente esencial de todos modos. 

La electricidad, una vez generada, viaja a través de las líneas eléctricas existentes con una eficiencia de aproximadamente el 95 por ciento, gracias a la corriente alterna y al ingenio de un tal Nikola Tesla. Cargar una batería de iones de litio tiene una eficiencia de alrededor del 90 por ciento, y usar la energía de esa batería en un motor eléctrico es casi lo mismo. 

Supongamos que un motor eléctrico tiene una eficiencia del 95 por ciento (los motores de tipo imán permanente pueden alcanzar el 98 por ciento). Eso significa que aproximadamente el 73 por ciento de la energía de la central eléctrica/parque eólico/paneles solares se convierten en movimiento. Ese es el punto de referencia.

Para producir combustible de hidrógeno se requiere energía, ya sea de la red eléctrica o directamente de los combustibles fósiles. Más del 90 por ciento de toda la producción actual de hidrógeno, que ya es una industria de 120 millones de euros al año, proviene de combustibles fósiles, y el hidrógeno generado contiene aproximadamente el 75 por ciento de la energía necesaria para producirlo. 

Pero tomemos el escenario ideal absoluto para el hidrógeno: 95 por ciento de eficiencia para generar, utilizando electricidad basada en energías renovables transportada con una eficiencia del 95 por ciento. Eso es combustible 90 por ciento eficiente, ¿verdad? No del todo.

El hidrógeno tiene tres veces más energía por kilo que la gasolina. Pero por litro, a presión atmosférica, pierde mucha fuerza. Para usarlo como combustible, debe comprimirse a una presión increíble (generalmente de 5.000 a 10.000 PSI) o mantenerse en estado líquido, lo que significa enfriarlo a menos de 253 grados dejo cero. 

Como puedes imaginar, se necesita un equipo bastante especializado para comprimirlo o enfriarlo tanto y luego contenerlo a partir de entonces. Y, por supuesto, más energía. De hecho, un estudio de la Federación Europea para el Transporte y el Medio Ambiente encontró que almacenar hidrógeno requiere el equivalente al 40 por ciento de la energía almacenada en el propio combustible.