Ni PCCB, ni PSCB: ¡Porsche vuelve a los frenos de tambor!

Estás flipando. Pero en realidad no es para tanto.

Sé que tras haber visto 10 deportivos con los discos más pequeños que los PCCB del nuevo Cayenne te resultará totalmente increíble creer que Porsche vuelve a los frenos de tambor, pero es completamente cierto. ¿Se acaba de venir tu mundo abajo? No desesperes, porque para entender este paso atrás hay que irse... atrás. A su programa Classic, concretamente. 

Los mejores Porsche de la Historia

Una de las muchas virtudes de los deportivos de Porsche es que, además de poder encontrar algunos por menos de 20.000 napos en el mercado de segunda mano, resultan tremendamente fiables. Prueba de ello es la estimación que la propia marca ha hecho y que afirma que dos de cada tres cohetes ensamblados en sus factorías todavía sigue rodando. Y sí, eso incluye ejemplos como el Macan o el 911 Carrera 4 GTS que probé hace algunos meses... y también a joyas como el 356 Speedster -aquí tienes cómo nació el modelo-, el 928 o el 959. En Stuttgart son muy conscientes del importante legado que tienen que proteger y por eso la división especializada en clásicos no deja de invertir en ampliar su catálogo de piezas originales... y en restaurar a un estado inmaculado a sus leyendas. 

VÍDEO: ¿crees que son éstos los Porsche más deseados?

Hasta ahora, la única solución para reponer el equipo de frenos de un 356 A -producido a partir de 1956- era encontrar uno de segunda mano en mejor estado o liarse la manta a la cabeza sustituyéndolo por el del modelo B que, además de suponer una ‘obra’ curiosa, también alteraba el aspecto original del coche. Gracias a Porsche Classic ahora los afortunados propietarios de uno de los primeros emblemas de la firma pueden seguir disfrutándolo con unos tambores de la mayor calidad, garantía... ¡y fabricados en Austria! 

Porsche vuelve a los frenos de tambor, amigas y amigos. Y lo hace incorporándolos a su inmenso y siempre creciente listado de piezas Classic. A razón de unos 2.000 dólares por repuesto, claro. Nadie dijo que tener un unicornio en el garaje fuera imposible. Pero tampoco puede ser barato. ¡Ay!