Si no lo conocías, está claro que esto te va a impactar. Su nombre es Shinichi Morohoshi y se trata de una de las grandes figuras de la cultura JDM y los coches modificados, aunque no hablamos de japoneses. En este caso se trata de superdeportivos de Lamborghini con un estilo muy peculiar.

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Si de por sí, los vehículos de la marca italiana suelen tener colores vistosos y un diseño muy agresivo, Morohoshi san lleva la extravagancia un paso más allá, con tonos de todo tipo y luces de neón, llantas enormes, pinzas de freno pintadas, dibujos en la carrocería... ¡Una locura!

Los Lamborghini JDM de Shinichi Morohoshi

Probablemente, hayas visto alguna vez el Lamborghini Diablo de Shinichi Morohoshi. Un vehículo clásico de color morado al que se le han colocado algunos vinilos cromados, detalles en dorado, llantas moradas y luces de neón por todo el coche.

Aunque el curioso personalizador posee también un Lamborghini Aventador 50º Aniversario de color verde con luces LED de todo tipo y una estética única, que incorpora piedras brillantes y otros detalles. Ese es el estilo Kabukichō (un barrio de Japón algo estrafalario donde la mafia japonesa ha tenido cierta presencia siempre).

Inicialmente, Morohoshi hizo fortuna con negocios poco lícitos cuando tenía unos 20 años. Una mala vida de la que era consciente y que le alejó de su familia. Lo perdió todo frente a la justicia y la policía. Decidió empezar de cero con un objetivo: conseguir algún día el coche de sus sueños, un Lamborghini.

Muy pronto comenzó a personalizar vehículos de la marca italiana y atrajo la atención de dueños y pilotos de la escena callejera de Japón. Su filosofía es clara: odia la normalidad, se inclina por la individualización. La personalización en todos los aspectos de la vida.

Desde relojes o muebles hasta deportivos. Una famosa revista japonesa de motor lo lanzó al estrellato y aunque ha recibido críticas, con los años se ha convertido en una referencia mundial, Muchos dueños de Lamborghini quieren un Morohoshi en su garaje.

Si bien es cierto que su historia va más allá. En 2019 tuvo un accidente con el Aventador 50º Aniversario en una autovía por un cambio de trayectoria imprevisto de un camión. Cambió parte de su mentalidad y percepción de la vida. E incluso conserva la aleta, un faro y una llanta de aquel vehículo.

Aunque le ofrecieron otros coches, mantuvo en secreto que, en realidad, estaba restaurando aquel bólido tan especial para él. Llevó nueve meses y ahora, es una pieza icónica que muchos curiosos y aficionados visitan en Tokio. ¿Sobrecargado? Los puristas opinan que sí, pero esa es la clave del estilo JDM: no deja indiferente a nadie.