¿Cuál fue mejor, Opel Vectra o Peugeot 405?

Peugeot 405 T16
Vuelven los 90.

Los 90 vuelven a estar de moda: las marcas de ropa nos visten con colores chillones y estampados extravagantes, Bruno Mars mueve el cotarro con su Finesse… y nosotros ponemos frente a frente dos modelos de aquella década que dejaron más que buenas sensaciones: Peugeot 405 y Opel Vectra. ¿Cuál fue mejor?

Eran animales de otra época, una era todavía sin SUV en la que los monovolúmenes todavía tenían algo que decir y las grandes berlinas del segmento D campaban a sus anchas. Ambos estaban más cerca de los 4,5 metros que de los cuatro, tenían espacio interior para cinco personas y un maletero capaz.

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Empezaron su andadura prácticamente a la par, en 1988 el Opel y en el 87 el Peugeot, y contaron con dilatadas carreras, aunque el francés cesó su producción en el 97 mientras que el alemán conseguiría sobrevivir hasta 2008. Esto permitió que el primero dejara un par de generaciones en su haber y que el segundo llegara hasta las tres. Es por ello que se aprecia más la evolución en términos de diseño, mientras que los dos empezaron con las formas cuadradas y la predominancia de las líneas horizontales de los años 90, el Vectra se redondeó y en su etapa final pasó a utilizar un diseño más anguloso y poligonal.

Tanto uno como otro ofrecieron una gama amplia con múltiples opciones para los clientes. Además de la carrocería base estaban disponible en el mercado sendas versiones ranchera que aumentaban ligeramente sus dimensiones y potenciaban la habitabilidad y el espacio de carga.

Si prestamos atención a su oferta mecánica queda ratificado que son modelos de una época. El primero Peugeot 405 llegó a venderse con caja de cambios manual de cuatro velocidades y con potencias tan escasas que hoy nos parecen irrisorias (más aún teniendo en cuenta sus dimensiones) como 65 CV. Incluso menos potente era el Vectra en sus comienzos, con una opción diésel de 57 CV. A pesar de ello ya en su primera generación contaron con variantes de 160 y 204 CV respectivamente, este incluso con tracción integral.

La evolución se haría patente en su segunda generación, subiendo el francés hasta los 75 CV como mínimo y siendo el top de la gama regular el 155 CV. y decimos esto porque por encima se encontraba el magnífico Peugeot 405 T16, creado para cumplir las reglas de homologación de la FIA y con un motor 2.0 Turbo de 200 CV en momento puntuales podía rendir hasta 220.

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El alemán, en la que sería su fase intermedia, estaría disponible con una amplia gama de propulsores que tenían su suelo en el diésel de 82 CV y su techo en el V6 de gasolina de 170 CV. En su despedida ya no ofertaba ningún propulsor por debajo de los 100 CV, y ofreció sus versiones más potentes con el gasolina 2.8 V6 turbo de 280 CV.