Opinión: ¿pierden esencia las marcas cuando hacen coches idénticos?

Es lo mismo, pero no es igual...

Echa un vistazo a la galería que tienes sobre estas líneas y, después, a la que hay bajo ellas. Parece el mismo modelo, ¿verdad? Pero no lo es: las sinergias entre marcas, especialmente las automovilísticas, traen como resultado este tipo de cosas. Como un Toyota GT86 y un Subaru BRZ, idénticos en todo (aparentemente), excepto en el logo.

¿Qué consiguen estas uniones (aparte, claro está de un abaratamiento de costes)? Aquí se abren dos caminos: el de los que piensan que las marcas de coches pierden identidad con este tipo de ‘sociedades’, y la senda que dice que su esencia sale reforzada.

Sigamos con el mismo ejemplo, nuestro Toyota y nuestro Subaru (aunque están PSA, propietaria ahora de Opel, el Volkswagen Crafter y el MAN TGE, las alianzas Renault-Mercedes…), quizá por ser el más claro. Si alguien no es muy puesto en el sector del motor –sí, amigo, también existe esa gente-, puede llegar a pensar que está ante el mismo vehículo, con distinto color. De nada habrá servido que el GT86 defienda su tono naranja y el BRZ ese precioso azul eléctrico para ser reconocido.

Sin embargo, una investigación más profunda nos lleva al siguiente nivel: el motor es el bóxer de Subaru, prodigio donde los haya. La electrónica y el diseño vienen de Toyota. Y ha sido un acierto para el primero meter aquí su ‘marca de la casa’, pues la mecánica resultará identificable por cualquier petrolhead, la alabará y la buscará.

Por lo tanto… en este caso, sí podemos hablar de una identidad reforzada, aunque ambos modelos compartan todo y sólo se distingan en los pequeños detalles estéticos. Precisamente, son estas aparentes nimiedades las que juegan a favor de los dos y los hacen brillar con luz propia. No, amigo, una compañía no va a perder su esencia por repartir tecnología, imagen o un coche entero con otra. Lo que cuenta es el logo que está sobre su parrilla. Y si has buscado ése y no otro, por algo será…