Leyendas de Le Mans #1: el Mazda 787b, único vencedor con motor rotativo

Mazda 787b en las 24 horas de Le Mans.

El único ganador de Le Mans con motor Wankel y el primer japonés

Quedan nada más y nada menos que seis semanas para las 24 Horas de Le Mans, que este año 2022 se celebrarán el 11 y 12 de junio. Con motivo de un acontecimiento histórico como es esta prueba de resistencia, cada semana repasaremos dos nuevos coches legendarios de la prueba, siendo el primero en esta ocasión el Mazda 787b.

Un bólido que se convirtió en el primer vencedor japonés de la historia y el único que lo ha hecho jamás con un motor rotativo. Su vida, debido a las normativas, fue corta pero intensa. Hoy recordamos a este superdeportivo de Mazda y su aventura en Le Mans.

Mazda: la marca que se atrevió a romper del dominio de Porsche y Jaguar

Porsche 962C en Norisring, 1987
Porsche 962C en Norisring, 1987

Porsche

Entre 1981 y 1987, Le Mans fue dominada por Porsche. Los alemanes aterrizaron en aquellos años con los Porsche 956 L y los Porsche 962C, que junto a grandes pilotos como Jacky Ickx o Derek Bell, arrasaron a lo largo de casi una década.

Jaguar y Sauber tomaron el relevo. En 1988, los primeros vencieron con el Jaguar XJR-9LM, y lo volverían a hacer en 1990 con la evolución Jaguar XJR-12, mientras que Sauber se adjudicó el triunfo en 1989 con su Mercedes-Benz C9.

Japón nunca había ganado la prueba, y se estaba viviendo el apogeo de los Grupo C, una categoría con unas limitaciones de 800-1.000 kg de peso mínimo, 100 litros de combustible como máximo y, en el resto de apartados, una gran libertad en líneas generales.

Un Mazda RX-7 con un motor Wankel de 2.000 CV... ¡TopGear American Tunes #1!

El único fabricante de aquellos años que hacía algo distinto en cuanto a motores era Mazda, que vio como su famosísimo Mazda RX-7 cautivaba a compradores y pilotos de todo el mundo por el genial bloque rotativo Wankel. Las carreras nacionales fueron un buen caldo de cultivo para el ansia deportiva de la marca, y a finales de los años 80' ya era incontrolable.

Nace el proyecto del Mazda 787b

Mazda 757 en el Nürburgring Oldtimer Festival, 2007.
Mazda 757 en el Nürburgring Oldtimer Festival, 2007.

Inicialmente, el programa comenzó en 1986 con el Mazda 757, que participó en Le Mans bajo el amparo de la normativa IMSA GTP Class con un motor Wankel de 3 rotores 13G. Reemplazó a una serie de coches del Grupo C2, como el Mazda 737C que compitió también en Le Mans y se llevó un podio en 1985.

El aspecto y mecánica del Mazda 757 evolucionó después al Mazda 767, que fue introducido en 1988 de nuevo en Le Mans con un mal resultado, que desembocó en una versión 767b que sí cosechó mejores puestos un año después. Fue de hecho este coche el que recibió el motor Wankel 13J de 4 rotores y cerca de 600 CV que sentaría las bases del futuro triunfo.

Los buenos resultados en las 24 Horas de Daytona y la muestra de fiabilidad en Le Mans 1990 (donde el Mazda 767b fue uno de los tres coches de 20 en acabar el evento de su clase), el sueño parecía estar a solo un paso. Y esa fue la chispa que dio vida al vencedor.

El Mazda 787b aterrizó en los circuitos en 1991, como modificación final del 787 estándar. Incorporó un motor Wankel R26B con 4 rotores, 3 bujías por rotor y 2,6 litros de cubicaje que produjo unos 700 CV a 9.000 rpm y 608 Nm de par máximo a las 6.500 rpm. Un ritmo de giro atronador.

Su peso fue de únicamente 830 kg, con una relación de 0,84 CV/kg y una serie de tecnologías y soluciones punteras para la época, desarrolladas por Mazda. Aunque, eso sí, la caja de cambios de 5 velocidades fue resultado de una colaboración puntual con Porsche. El coche estaba listo para correr y demostrar de lo que era capaz, con un as bajo la manga para llevarlo incluso a las 10.000 rpm.

El fuerte de Mazda: una extraordinaria fiabilidad

Mazda 787b corriendo en las 24 Horas de Le Mans, 1991.
Mazda 787b corriendo en las 24 Horas de Le Mans, 1991.

Mazda

Pese a los rumores que circulan sobre sus consumos de aceite o falta de fiabilidad, se constató absolutamente todo lo contrario. El Mazda 787b carecía de ritmo a una vuelta, es cierto. De hecho, el Mazdaspeed #55 clasificó 12º, el #18 lo hizo 17º y el #56 comenzó desde la 24ª posición. 

Entre el Mercedes C11 #31 del Team Sauber Mercedes que se alzó con la pole y el coche estrella de Mazda, hubo en clasificación una diferencia de +12,233 segundos. Pero las 24 Horas de Le Mans son muy largas, y puede pasar absolutamente de todo.

¿Sabéis quién estuvo al volante del Mercedes que salió primero? El mismísimo Michael Schumacher, que años después se convertiría en leyenda de Fórmula 1. Jaguar y Porsche eran los únicos que podían plantar cara a la marca de la estrella, pero sufrieron sanciones BOP (balance of performance) en sus viejos C2 con lastre de peso que los dejaron fuera de la lucha.

Mercedes C11 de Mauro Baldi lidera el Grupo C en Monza, 1990.
Mercedes C11 de Mauro Baldi lidera el Grupo C en Monza, 1990.

Mercedes-Benz

Por tanto, con Mercedes liderando el evento, Mazda quedó sola ante la remontada junto a su Mazda 787b #55 pilotado por Johny Herbert, Bertrand Gachot y Volker Weidler. Por normativa, los Mazda eran unos 200 kg menos pesados que sus contrincantes, y el motor rotativo alcanzaba su funcionamiento óptimo funcionando a máximo ritmo, al contrario de la opinión de muchos.

Los Mercedes C11 comenzaron a sufrir problemas al final de carrera, mientras todo se desmoronaba. Fallos en la caja de cambios, un accidente del coche de Schumacher, paradas en boxes para reparaciones... Mientras, los japoneses ofrecieron un ritmo constante y muy rápido que no se vio truncado en ningún momento.

El Mazda 787b cruzó la meta después de 24 horas de carrera con una ventaja de dos vueltas sobre el segundo coche. Jaguar se hizo con las dos plazas restantes del podio y la cuarta posición gracias a sus sensacionales bólidos, pero todas las miradas se fueron al coche de naranja japonés.

Adiós al Grupo C y los motores Wankel

La victoria fue asombrosa, porque nadie daba un duro por ver a Mazda triunfar. No se sabe si por decisión propia o por presión de sus rivales, pero la FIA decidió prohibir los motores rotativos Wankel para siempre y sustituir al Grupo C por el Campeonato Mundial de Sport Prototipos con motores de 3,5 litros convencionales.

La historia ya estaba escrita, y el éxito estaba grabado para siempre en la pista de Le Mans. Aún así, Mazda se asoció con Jaguar para correr al año siguiente con un motor V10, aunque solo pudieron ser cuartos y poco a poco, se retiraron de la competición. La esencia de sus unidades de potencia pesaba demasiado, y aquellos intentos no significaban lo mismo.

Actualmente, el Mazda 787b es todo un icono para los fans de los rotativos en todo el mundo. El coche vencedor se encuentra en el museo de la marca en Hiroshima, y se fabricaron cuatro unidades más para participar en eventos automovilísticos de todo el mundo, como el Goodwood Festival of Speed. Sencillamente, historia viva del automovilismo.