Prueba del nuevo Mazda MX-5 en la Transfagarasan. ¡Adiós, coche autónomo!

Prueba Mazda MX-5 2019
Fans del coche autónomo, yo os invoco.

No me canso de repetirlo: vivimos en un tiempo de cambio. Es por eso, que la prueba del Mazda MX-5 2019 es más especial que nunca. Llega en el momento perfecto, como esa fuente de agua al final de una larga excursión, como el enchufe escondido en cualquier aeropuerto. Los coches autónomos prometen acabar con el placer de conducir, como los coches con cuatro ruedas acabaron también con el placer de montar a caballo, tal como afirman algunas figuras 'postmodernistas' como Elon Musk y su legión de fieles adoradores. 

A toda esta gente, que utiliza el coche como un mero medio de transporte, va dedicada esta prueba. Dedicada, que no dirigida. Dirigida va a ti, petrolhead. Y es que esta prueba del nuevo Mazda MX-5 me ha dejado clara una cosa: muchos vemos en el automóvil algo más que un medio de transporte y coches como este, afortunadamente, no hacen más que reafirmarnos en nuestra posición. ¿Por qué digo todo esto? Me voy a dejar ya de rollos y voy a ir al grano.

Estoy seguro que tú también aplaudiste con las orejas cuando te enteraste que el Mazda MX-5 iba a ser más potente. Bueno, todos lo hicimos, salvo quizás aquellos más puristas que quieren la mayor sencillez y honestidad posible. El pequeño roadster crecía hasta ponerse a tiro de la infranqueable y psicológica cota de los 200 CV. 184 CV y una línea roja situada en las 7.500 vueltas, más de 1.000 revoluciones extra disponibles presidiendo el cuadro de mandos. Pero, ¿hay algo más o solamente hablamos de un extra de potencia?

Prueba Mazda MX-5 2019: restyling ligero

Seamos sinceros: considerar al Mazda MX-5 2019 como un restyling es algo atrevido. Más bien me atrevería a decir que es la consecución de un plan maestro trazado en el momento de su lanzamiento. Y creado con mucha cabeza, ojo. La cuarta generación del MX-5 llegó con un diseño realmente apetecible, volviendo a la simplicidad, a la austeridad y a la sencillez. Más ligero que sus predecesores, parecía inspirarse en la primera generación, la más querida por los puristas.

Los éxitos se reprodujeron como setas en un bosque húmedo. El público respondió convirtiendo al Mazda más famoso de la historia (con respeto máximo al Mazda RX-7 y su motor rotativo) en el deportivo más vendido es España y en la mayoría de mercados occidentales. Obviamente su precio tiene buena parte de culpa (más tarde te hablaré de ellos), pero también su condición de coche bueno, divertido, fiable, barato de mantener y barato de comprar. ¿Cómo mejorar un producto tan apetecible y que funciona tan bien? Pues allá donde hay margen. 

Prueba Mazda MX-5 2019

El motor ha sido operado en los quirófanos de Hiroshima e incorpora una renovada admisión, con mayor colector y válvula de admisión, una reducción de la fricción y la masa inercial, gracias a una renovada distribución de los contrapesos del cigüeñal, mejora también la inyección de combustible, etc. En conjunto mejoran la potencia, el par y la manera de entregar la potencia, también el refinamiento de la mecánica: 184 CV, 205 Nm y 7.500 rpm de giro máximo. El nuevo sistema de escape pone la guinda al conjunto y me da la bienvenida cuando, en la fría mañana de Sibiu, el Mazda MX-5 2019 de esta prueba cobra vida. Debo confesar que de primeras sorprende y la verdad es que no recuerdo ningún otro MX-5 con un sonido tan cautivador, al menos sin recurrir a empresas de escapes aftermarket.

Mazda MX-5 2019: un motor con más chispa

Más allá del motor, muy pocos cambios, pero que suponen un paso adelante, no hacia detrás, condición sine qua non en cualquier buen restyling que se precie. El primero también lo descubro nada más empezar la prueba, incluso antes de encender el alma de este coche: la postura al volante mejora gracias a la incorporación de un eje de dirección regulable en altura y profundidad, sin duda, una de las grandes demandas de los propietarios del MX-5. Parece una tontería, pero ayuda y mucho a encontrar tu posición perfecta tras el volante.

Los primeros metros discurren con total tranquilidad, en los kilómetros que separan Sibiu (capital de Transilvania) de la pequeña localidad de Cartisoara, donde comienza una de las carreteras más imponentes del mundo. Hay varias cosas que me gustan del MX-5: os las voy a citar, aunque no supongan ninguna novedad respecto a la anterior versión. Me gusta el cambio manual de seis velocidades, lo fácil que resulta arrancar y cambiar de marcha, el agradable tacto de embrague y la precisión del pomo al insertar las marchas: te recuerdo que la versión con capota rígida monta en opción un cambio automático de convertidor de par. Elegirlo debería conllevar penas de cárcel.

Prueba Mazda MX-5 2019

Más: me gusta mucho su suspensión. Es un deportivo para puristas, para gente exigente y que va al grano, por lo que sería factible que fuese demasiado rígida o dura. Nada de eso, los kilómetros pasan sin el menor esfuerzo y eso se agradece. Otra cosa muy interesante del MX-5 y que lo convierte en un deportivo muy comprable: los consumos son de risa. El motor se ha evolucionado pensando también en la máxima eficiencia de combustible. Homologado en el ciclo WLTP y en la normativa Euro 6D, es fácil llevarlo en torno a los seis litros de media, aunque lo más sorprendente será al terminar la prueba y ver, que tras pegarle un tuve salvaje durante todo el día, la media marca unos alucinantes 7,4 litros.

Prueba Mazda MX-5: equilibrado, disfrutable y barato 

Pero en este coche, estarás de acuerdo conmigo, en que la eficiencia pasa a un segundo plano. Generalmente este es un coche de placer, un segundo coche o coche de domingo. Así que el objetivo aquí no es otro que pasar un buen rato. Las curvas están a la vuelta de la esquina por lo que comienzo con el procedimiento habitual. Desacoplo el techo de lona al pilar A y lo tiro para detrás, sin esfuerzo, enganchándolo en la parte trasera en unos cinco segundos. O menos si tienes un buen bíceps. Aquí no hay modos de conducción ni historias electrónicas modernas, aquí siempre está instalado el ‘modo Fiesta’.

Prueba Mazda MX-5 2019

La carretera Transfagarasan comienza entre bosques, combinando rectas con curvas bastante rápidas, con alguna más cerrada y con un buen asfalto. El cielo es gris y la lluvia amenaza el ambiente. Decido aumentar el ritmo y el motor, como es de esperar, sube de vueltas sin prisa pero sin pausa. No se puede decir que sea un coche lento (acelera de cero a cien en 6,5 segundos) pero no esperes una gran patada, propia de los motores sobrealimentados que inundan nuestras carreteras. Es un motor progresivo, ahora todavía más elástico y disfrutaba en cualquier régimen de vueltas. Te obliga a trabajar con el cambio manual y eso, más que un pero, es toda una alegría. 

Las curvas cada vez son más cerradas y la cosa se pone seria. En el último tramo de la cara norte, la que aparece en la mayoría de fotografías que aparecen en google, la niebla es protagonista, pero deja margen para poder trazar con brío pero con cautela: el firme mojado no invita a hacer el loco. El coche luce un comportamiento noble y sereno, apoyado en una dirección precisa y una suspensión que elimina de raíz cualquier atisbo de balanceo. Es en este terreno cuando el MX-5 saca a relucir sus genes, su fantástica herencia.

Carretera Transfagarasan: ¡una oda a la conducción!

Creo que es importante que entiendas que no estamos ante un coche radical. Ni de lejos. pero tampoco ante uno de peluquera, para lucir melena al viento. El equilibrio en su puesta a punto es prodigioso y creo, honestamente, que es lo mejor del coche. Las curvas se suceden, el motor goza en la parte media y alta del cuentavueltas y la diversión es total. Afortunadamente, los 90 km de la Transfagarasan dan para mucho y es prácticamente imposible no terminar con una sonrisa en la boca.

Prueba Mazda MX-5 2019

Llego a la presa de Vidraru, en el extremo sur de la ruta, aunque no es el final, sí será el momento de dar la vuelta. La prueba del nuevo Mazda MX-5 me deja muchas cosas claras. La primera es clara: sigue siendo el referente hablando de diversión al volante (y efectividad) a buen precio. Segundo, es un coche apto para todo el mundo, no es radical ni es difícil de conducir, es muy noble y preciso y cualquiera podrá pasar un buen rato a sus mandos. Tres: Mazda sabía perfectamente que no necesitaba mucho para mantener a su mítico MX-5 en la lista de los Reyes Magos (la real, no la del Euromillón imaginario) de muchos petrolhead. 

Un motor más potente, más elástico y más chillón, combinado con un puesto de conducción más personalizable y agradable, con más tecnología (conectividad Apple CarPlay o Android Auto de serie y nuevos elementos tecnológicos de seguridad en la versión RF) y con un consumo de risa. Combinado con el fantástico chasis y una caja de cambios deliciosa. ¿Qué más se puede pedir? Pues un buen precio. También lo tienes: la versión básica estará disponible desde poco más de 21.000 euros, con todos los descuentos aplicados, mientras que la más exclusiva, potente y equipada, será tuya por poco más de 30.000 euros.

Que el MX-5 sea el deportivo más vendido no es casualidad ni fruto del destino. La prueba del Mazda MX-5 2019 me reafirma en lo que ya imaginaba: en Mazda saben muy bien que guardan una joya en su gama y, por nada del mundo, harán que su esencia se pueda ver empañada. Muchos dicen que en unos años estará prohibido conducir. Yo no soy adivino, pero me cuesta mucho pensar que el ser humano pueda renunciar a coches como este. Este pequeño artefacto de cuatro ruedas pone sobre la mesa la cara más lúdica del automóvil, más allá de un mero medio de transporte, más allá del caballo del Siglo XXI que más de un iluminado quiere terminar convirtiéndolo. ¡Larga vida al coche como elemento de diversión!

Nuestro veredicto

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