Así es el Peugeot VLV, el primer eléctrico de Peugeot

Peugeot VLV
La necesidad agudiza el ingenio.

Desarrollar un coche en 1941 era solo apto para valientes, especialmente si te llamas Peugeot, una marca de coches francesa en la Francia ocupada por el Tercer Reich. En plena II Guerra Mundial nació el Peugeot VLV, un coche único en su especie y que respondía una necesidad de movilidad en un momento de tremenda dificultad. El primer Peugeot eléctrico de la historia nació no por respeto hacia el medio ambiente sino por un problema concreto, aunque sin quererlo, se convirtió en todo un visionario.

Te interesa: los mejores coches eléctricos

El Peugeot VLV era un coche urbano, pensado para desplazamientos cortos dentro de la ciudad. Su nombre significaba Vehículo Ligero de Ciudad y dejaba clara su concepción. La movilidad durante la guerra se convirtió en un lujo y la ausencia de combustible hizo a Peugeot plantearse la necesidad de desarrollar un coche eléctrico.

Un vehículo eléctrico de guerra

No hay que olvidar el contexto para entender la situación de Peugeot y de un país como Francia durante la ocupación nazi. La marca creó este vehículo para poder mantener los servicios mínimos de la población en esa época, como correos o las farmacias. El combustible era un lujo por lo que la electricidad era una alternativa.

El Peugeot VLV era un coche muy pequeño y tomó la base del Peugeot 201, siendo aún más corto y con una llamativa disposición de ruedas, con las traseras prácticamente unidas. Contaba también un techo de lona para conseguir mayor ligereza. Y es que la potencia no era destacable.

El primer Peugeot eléctrico de la historia contaba con un sistema eléctrico formado por cuatro baterías de 12 voltios que alimentaban un motor eléctrico de 3,3 CV. Para las necesidades del momento no hacía falta más: alcanzaba los 36 km/h y podía recorrer hasta 80 km de autonomía eléctrica. No está mal para un coche creado en esas circunstancias.

Uno de los elementos clave para conseguir ese rendimiento positivo era un construcción ligera, con una carrocería fabricada en aluminio y que pese al peso de las baterías conseguía un peso final de 365 kg. Un coche eminentemente práctico cuyo objetivo era movilizar a un país para sobrevivir sin la necesidad del ejército nazi.

Lamentablemente, el coche se presentaba como un cierto rayo de luz de Francia como país independiente y capaz de tener una industria propia. El Gobierno de Vichy canceló este proyecto en 1943 cuando ya se habían fabricado 377 ejemplares. Sin duda, un coche especial para Peugeot y para los amantes del coche eléctrico. Un coche nacido de la necesidad y que hoy puede convertirse en todo un emblema de la electricidad como forma de transporte.