Prueba: BMW 420d 2021: el polémico Serie 4 ya está aquí

Al final no es tan grave es frontal

Antes de empezar la prueba del BMW 420d, pensaba que lo que me esperaba no me iba a gustar. No me iba a gustar estéticamente claro, porque de la dinámica y calidad de acabados no tenía ninguna duda.

Pero lo cierto es que reconozco que las fotos no le hacen justicia al Serie 4. Eso, o ya me he acostumbradlo a ver un frontal con una calandra gigante.

El caso es que con el nuevo BMW Serie 4 ya más que presentado, ahora me toca conducirlo. Según la marca, este coupé es más ancho y más bajo que antes: lo primero mejora la habitabilidad interior, mientras que lo segundo permite bajar el centro de gravedad 21 mm con respecto a su hermano el Serie 3.

En la práctica lo noto como más maduro. Hay bastantes cambios en el interior. Por ejemplo, los controles del climatizador pasan a ser los del resto de la gama: cambian las dos ruletas tradicionales por unos pequeños pulsadores un tanto pequeños.

También se 'cae' el botón de arranque. No es que desaparezca, no, sino que pasa de estar en la parte superior de la consola central a ubicarse junto a la palanca del cambio, en la misma consola que ya tienen los BMW Serie 3.

¿Ha sido el diseño del BMW Serie 4 un acierto?

Afortunadamente, en BMW mantienen el manejo con controles físicos (aunque se combinan con una pantalla táctil) que facilitan la vida mientras conduces. Y poco se habla de los botones  programables con casi cualquier función que tienen los de Múnich desde hace bastantes años. Me parece una de las cosas más cómodas, pues puedes sintonizar una emisora de radio o activar el mapa con orientación norte y zoom de 100 metros, por ejemplo.

Dinámica del Serie 4: ¿adivinas?

¿Y en marcha? Sin duda es lo mejor de la prueba del este 420d. Circulando por autopista a velocidades legales, irás a 120 unas 1.600 vueltas en octava marcha sin apenas escuchar el murmullo del cuatro cilindros diésel de 1.995 cc. Tampoco vas a notar vibraciones y el aire pasa bastante desapercibido: sin duda en el nuevo modelo se ha hecho un gran trabajo para reducir los valores NVH.

El 420d de la prueba llevaba la suspensión M Sport, lo que significa que los amortiguadores son más firmes. Eso, unido a los Good Year Eagle F1 225/45-255/45 R19 opcionales, hacen que todo lo que ocurra en el asfalto pase con claridad al habitáculo. La parte buena es que tiene una pisaba soberbia cuando el asfalto está en buen estado, pero en zonas bacheadas podría llegar a cansar.

Pero este es un coche muy de conductor, un coupé de dos puertas ideal no solo para el que "quiere un BMW" por lo que significa por imagen, sino por su conducción. Se podría decir que te involucra: desde la dirección rápida, precisa y directa (quizá demasiado pesada en modo Sport) hasta el tacto del freno: todo te hace querer subir el ritmo fuera de la red principal de carreteras.

¿Y qué ocurre entonces? Que te lo pasas en grande. Así de sencillo. Esta prueba del BMW 420d transcurría por carreteras repletas de curvas de todo tipo: abiertas, cerradas, horquillas, asfalto en buen estado, roto, mojado, medio mojado, seco... El paraíso de cualquiera que quiera conducir.

Cuando la cosa se retuerce se nota que el chasis está afinado. Ni balancea ni cabecea, y te avisa con mucha antelación cuando vas a llegar al límite para que puedas bajar el ritmo. Si no lo haces, sacará a relucir el carácter de un propulsión, pero es cierto que con un reparto de pesos del 50% en cada eje y el diferencial trasero autoblocante M Sport, tienes una comunicación tan fluida con el coche que es complicado que la cosa se ponga fea.

¿Y de motor? ¿Cómo va el 420d?

En cuanto al motor, no se puede decir que sea muy glamouroso tener un cuatro cilindros diésel de dos litros bajo el capó. Pero el caso es que el mercado manda y, probablemente, será una de las versiones más vendidas por muchas razones.

Para empezar, hace unos consumos muy bajos y cercanos a los 5,5 litros. Pero es que además tiene un sistema Mild Hybrid de 48 voltios que le permiten tener la pegatina Eco, lo que es una gran ventaja a la hora de circular por zonas con restricciones porque juega en la liga de los mejores coches híbridos. Y además cuesta 49.350 euros, 950 más que el acceso a la gama, el 420i con 184 CV.

Prueba BMW 420d 2021

En todo momento el comportamiento es suave. Tanto, que durante la prueba del BMW 420d he tenido algún momento en el que he deseado un poco más de punch, una patada algo más poderosa cuando entra el turbo un poco antes de las 2.000 vueltas.

Me ha ocurrido sobre todo al salir de alguna curva cerrada donde hay que bajar mucho la velocidad: al pisar para salir, la entrega de potencia es suave y parece que los 1.680 kilos (según la ficha técnica) se le atragantan un poco.

Pero al pasar a carreteras convencionales más anchas es donde me he dado cuenta de que este coche está mucho más cómodo en este tipo de terrenos que en zonas ratoneras. 

Coches deportivos

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La diversión sin duda está, y aparece a borbotones, pero creo que donde te va a salir la verdadera carcajada es cuando hayas hecho un viaje largo, disfrutando del coche sin prestar atención al consumo, y veas que no has llegado ni a los seis litros. Entonces te acordarás de todos esos que te quieren convencer de que un SUV híbrido enchufable te hace 1,9 l/100 km y te reirás. Mucho. 

A modo de resumen, tras la prueba del BMW 420d podría decir que este es un modelo perfecto para el día a día (siempre que no necesites dos puertas más o más espacio), con el que viajar, disfrutar conduciendo sobre asfalto en buen estado y con el que demostrar al mundo que sí, que te gusta conducir.

Nuestro veredicto

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Etiquetas: Coches híbridos