La escasez de baterías eléctricas amenaza una nueva crisis en la industria automotriz

Cinco diferencias clave para comprar un coche eléctrico o uno de gasolina

Gustavo López Sirvent

Cuando parecía que se había solventado la carencia de microchips, que tan de cabeza ha traído a los fabricantes de vehículos eléctricos, los expertos advierten de que la escasez del litio y, sobre todo del níquel, puede provocar un atasco y una disminución de fabricación de baterías en un breve espacio de tiempo. 

Parece que cuando la crisis por la escasez de microchips había quedado atrás, ha surgido un nuevo problema en la fabricación de los coches eléctricos. Y es que el hecho de que este tipo de vehículos tengan componentes tan específicos y que el mercado haya crecido exponencialmente hace que los materiales empiecen a disminuir.

Según informan nuestros compañeros de Business Insider España, los próximos elementos en escasear a la hora de la fabricación de vehículos eléctricos serán las baterías. Voces autorizadas como las de Elon Musk, dueño de Tesla, y Robert Scaringe, jefe del fabricante estadounidense Rivian, ya han advertido de que esta carencia puede limitar el crecimiento de la electromovilidad. 

Puestos a analizar, vemos que el hecho de que escaseen las pilas eléctricas va a depender de dos factores: el primero, de la cantidad de centros de producción disponibles; y el segundo, del coste que se le impongan a los fabricantes, sobre todo por materias primas raras como pueden ser el litio y el níquel, que son los elementos base de las baterías actuales. 

Un grave problema al que se enfrenta el sector es que también hay escasez de factorías de baterías, porque la implantación de coches eléctricos está en los albores. Ahora bien, todo va a depender del  volumen de producción que haya y de la demanda real y prevista. Para evitar el colapso por falta de fábricas, ya se están construyendo nuevos centros en China y Estados Unidos.

La preocupación crece cuando hay consultoras como McKinsey, que atisban que se acerca la citada escasez de baterías en la industria automovilística. Aun así, hay un halo de optimismo gracias a que  las nuevas construcciones anunciadas puedan cubrir la demanda hasta 2030. Pero no acaba ahí el problema porque es probable que esta disminución de baterías no permita abaratarlas.

El hecho de que se esté demandando más litio y níquel del que se puede extraer de los yacimientos provoca que no se pueda acelerar el proceso de fabricación, con lo que los precios seguirán siendo altos. No hay tanta sequía en cuanto al litio se refiere, pero sí en la del níquel. 

La industria siderúrgica se nutre de este metal, que supone alrededor del 65% del volumen de producción anual. Además, se espera una previsión de crecimiento del 25% anual en la industria de las baterías, por lo que se presume que pueda haber atasco en los suministros y se encarezca el producto.

Además, en Europa hay una doble preocupación. La primera de ellas es que los fabricantes europeos están dependiendo de los proveedores chinos, que controlan el 80% del mercado; y la segunda alarma nace de los productores de níquel. El remedio más rápido podría ser producir en Europa baterías que se necesitan para este mercado.

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