El circuito de Laguna Seca, en guerra contra los vecinos por el ruido

  • Los vecinos del histórico circuito estadounidense de Laguna Seca quieren que se acaben las carreras para siempre.
  • Como pasa en el Circuito del Jarama de Madrid, las casas se contruyeron después del circuito. Aun así, las quejas se mantienen.

Los circuitos están hechos para correr. Para la competición, para el ruido de los motores de combustión y para que los aficionados disfruten. Sin embargo, a algunos grupos de personas les parece una gran idea comprar una casa al lado de una pista en busca de "tranquilidad". Eso es lo que pasa en Laguna Seca o incluso, en el Circuito del Jarama en Madrid.

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El circuito estadounidense es uno de los más icónicos del mundo gracias a su clima árido, su trazado y a la famosa curva del "sacacorchos". Se abrió en 1957 y, desde entonces, ha albergado todo tipo de eventos de motorsport como MotoGP o la Indycar.

Sin embargo, a partir de la década de 1970 se comenzaron a construir alrededor diversos complejos residenciales que han obligado a la dirección del circuito a limitar su nivel de ruido y actividad anual. Actualmente, no se permiten vehículos que superen los 90 dB de sonido y solo hay actividad 35 días al año.

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El estatus legal de la pista está en un limbo, ya que esquiva las normativas anticontaminación del estado de California para poder continuar con su actividad histórica. Una actividad que, según los vecinos, ha aumentado entre 2021 y 2023.

Estos residentes han demandado oficialmente al circuito ante la justicia, alegando que las carreras, trackdays y otros eventos se han incrementado respecto a lo vivido entre la década de 1970 y el año 2021. Pero el asunto va mucho más allá: pretenden que las carreras se acaben para siempre. Un absoluto despropósito que recuerda mucho a la situación que se vive en Madrid.

En el documento de la demanda, se habla de instalaciones deficientes, permisos del uso del suelo y del alquiler de la pista que no corresponden con la actual legislación, un impacto medioambiental negativo e incluso la presencia de sustancias como el arsénico en la infraestructura de desagües de la pista. Todo esto, por supuesto, sin datos que respalden tales afirmaciones.

La lección es simple: si no te gusta el sonido de los motores, no compres una casa al lado de un circuito. Un deporte que de por sí, está pasando momentos difíciles, debe lidiar con esta clase de problemas. Desde EE.UU hasta España o Nürburgring. De momento, habrá que esperar a ver como reacciona la justicia a estas acciones de los clubes de campo y residentes californianos.