Muy querida y reclamada en países del Este de Europa, era lenta pero segura, tenía una amplia capacidad y tuvo diferentes carrocerías. Así fue la Skoda 1203, una furgoneta que hoy recordamos y que tuvo una larga vida a la par que un éxito de ventas, como se demuestra que se vendieron 160.000 unidades de las versiones que se ofrecieron. 

Este modelo de Skoda se presentó al público por primera vez el 14 de septiembre de 1968, y su producción en serie comenzó en la planta de Škoda en Vrchlabí (República Checa) el 20 de noviembre de 1969. Esta furgoneta estuvo muy presente en la vida cotidiana de los checoslovacos. También circuló por Francia, Bélgica y Egipto, y en Turquía se transformó para ser una irreconocible pick-up.

Antes de que se lanzara el 1203, la compañía checa trató de incorporar a su gama el modelo 1202, pero no tuvo financiación y no llegó a ver la luz. Pero sí que se aprovecharon elementos como el motor que posteriormente montaría nuestra protagonista de hoy. Era un propulsor de gasolina OHV de cuatro cilindros, 1.221 cc, 49 CV (39 kW). 

El que estrenó la gama en 1969 fue la variante compacta furgón de 12 toneladas, que pesaba sólo 1.170 kg pero tenía unas dimensiones exteriores de 4.520 × 1.800 × 1.900 mm. Tenía una velocidad máxima de 90 km/h, y a 60 km/h constantes consumía 11 litros de gasolina cada 100 km.

El siguiente en aparecer fue un minibús, al que siguieron otras variantes, desde camiones de plataforma plana hasta diversas versiones de montaje, pasando por ambulancias y coches fúnebres. También se fabricaron algunas unidades de una variante de camión de plataforma extendida, que el equipo de fábrica utilizado para transportar coches de carreras.

El Škoda 1203 fue objeto de continuas modernizaciones. Para su 20º aniversario (1988), el vehículo recibió un motor más grande y potente, de 1.433 cc y 57 CV (42 kW). La nueva caja de cambios de cinco velocidades reduce las revoluciones del motor a regímenes más altos y, por tanto, también su emisión de ruidos y su consumo de combustible. 

Los frenos de doble circuito contribuyeron a mejorar la seguridad, pequeños ajustes refrescaron el diseño de la carrocería y, en la década de 1990, apareció bajo el capó un motor diésel de cuatro cilindros y 1,9 litros de bajo consumo de Volkswagen. 

El TAZ se privatizó después de 1989, pero la producción del popular modelo continuó con su nombre original. A partir de 1993, comenzó a ofrecerse como TAZ 1500. Tres años más tarde se agregó la mencionada versión diésel con la denominación TAZ 1.9D, y la versión clásica de gasolina, ahora con inyección de combustible, pasó a llamarse TAZ 1.5i (« i» de «inyección»).