La historia de De Tomaso: una marca de deportivos que merece volver

Moderno De Tomaso P72.

De Tomaso ha 'casi' desaparecido, pero lucha por resurgir.

Para muchos, De Tomaso representa una de las marcas más icónicas de coches deportivos de todos los tiempos. Sin embargo, no todo el mundo la conoce ya a estas alturas, y quizá sigue estando algo infravalorada hoy en día pese a sus muchos éxitos en las calles e incluso en el motorsport, habiendo llegado a la Fórmula 1.

Aunque adelantamos que oficialmente ha desaparecido, gracias a la inversión china podríamos encontrarnos con un resurgir muy esperado. De hecho, aunciaron en 2019 un superdeportivo con motivo de su 60 aniversario: el De Tomaso P72, que llegará a las calles en 2023. Pero no nos precipitemos y repasemos su (maravillosa) historia.

Alejandro de Tomaso, Isabelle y la ilusión por los coches

Alejandro de Tomaso e Isabelle (izquierda) y De Tomaso corriendo en Monza, 1961 (derecha).
Alejandro de Tomaso e Isabelle (izquierda) y De Tomaso corriendo en Monza, 1961 (derecha).

De Tomaso

Alejandro de Tomaso fundó la marca De Tomaso en 1959 en Modena, Italia. Como curiosidad, Alejandro volvió a la tierra desde donde emigraron sus abuelos a Argentina. De hecho, el apellido De Tomaso fue originalmente 'di Tommaso'.

Su afición por el automovilismo comenzó pronto: llegó a correr con un antiguo Bugatti Type 35 e incluso un Alfa Romeo en competiciones locales, alcanzando victorias más tarde al volante de Maserati A6GCS en los 1.000 kilómetros de Buenos Aires.

También llegó a correr brevemente en Fórmula 1 tras emigrar a Italia y trabajar como mecánico y probador de Maserati. En aquella época conoció al amor de su vida: Elizabeth 'Isabelle' Haskell, nieta de uno de los fundadores de General Motors.

Isabelle era también piloto, y se dice que realmente buena. De hecho, llegó a competir a finales de los años 50' con bólidos preparados por el propio Alejandro. Lo que se dice una pareja perfecta, en toda regla.

Sin embargo, los hermanos Maserati no dejaron a Alejandro explorar sus ideas de diseño y finalmente decidió fundar junto a su esposa su propia compañía: De Tomaso Automobili, en 1959.

Un comienzo prometedor con las carreras

Poco después presentó su primer bólido de carreras: un monoposto con motor trasero OSCA de 1,5 litros, con el que empezaría sus andadas en el mundo de la competición. Alejandro De Tomaso fabricó coches para Fórmula Junior, Fórmula 3, Fórmula 2, Fórmula 1 e Indycar hasta 1970.

De hecho participó en el Mundial de F1 durante varios años con un chasis propio y unidades de potencia OSCA, Alfa Romeo e incluso Ford. No tuvo demasiada suerte, pero empleó las primeras e innovadoras soluciones tecnológicas del deporte como componentes de magnesio que llevaron al fabricante a colaborar con el mismísimo Frank Williams.

El negocio de los coches deportivos y la pasión por el diseño

Carroll Shelby (izquierda) junto a Alejandro De Tomaso (derecha).
Carroll Shelby (izquierda) junto a Alejandro De Tomaso (derecha).

De Tomaso

En los años 60' estaba claro que construir coches deportivos era un gran negocio, e Italia comenzaba a despuntar en este ámbito. En 1963, De Tomaso presentó el Vallelunga (sí, como el famoso circuito), que fue uno de los primeros coches del mundo para calle con motor central y un chasis también de túnel central, que fue una seña de identidad de sus modelos.

Alejandro demostró ser una mente brillante y recibió la llamada de una leyenda: Carroll Shelby. En 1964, ambos acordaron construir un bólido de carreras definitivo: el De Tomaso P70, lo que además le valió al argentino para entablar una buena relación con Ford gracias al fundador de Shelby American.

Carroll Shelby: el hombre que cambió la historia de Ford

El De Tomaso P70 estaba llamado a ser el sucesor del Shelby Cobra y competir en 1966 en la Can-Am, así que todos se pusieron manos a la obra para sacar adelante a este coche. Pese a esta ilusionante aventura, los egos de Shelby y De Tomaso chocaron profundamente ante las diferencias en la interpretación de los diseños y los asfixiantes plazos impuestos por el estadounidense.

La ruptura final llegó con la guerra de Ford y Ferrari: Carroll Shelby consiguió el contrato para poner a punto el Ford GT40 con el objetivo de vencer en las 24 Horas de Le Mans, con lo que el proyecto del P70 quedó prácticamente abandonado. Finalmente se acabaron dos unidades: una para competiciones estadounidenses y otra para Europa.

El chasis de este bólido se adaptó para crear un nuevo coche deportivo de calle sucesor del Vallelunga, al que apodó 'Mangusta'. ¿Por qué? Pues porque este mamífero es inmune a las picadoras de cualquier serpiente, incluida la cobra (el emblema de Shelby American).

Se produjeron más de 400 unidades del De Tomaso Mangusta hasta 1970, y entonces llegó el acuerdo con Lee Iacocca y Ford. El objetivo era hacer que los italianos fabricasen un GT que pudiera producirse en masa y venderse en los concesionarios de Lincoln-Mercury de Ford.

Había que eclipsar al Chevrolet Corvette, así que Ford compró parte de la marca y nació el De Tomaso Pantera. Su éxito fue inmediato, vendiéndose más de 1.000 unidades en Estados Unidos en su primer año, lo que impulsó a la marca a actualizar el coche posteriormente con potencias que llegaron a los 350 CV gracias al motor Ford V8 que montó.

Alzamiento del imperio y bancarrota

Alejandro De Tomaso con un Pantera en la fábrica de Ford.
Alejandro De Tomaso con un Pantera en la fábrica de Ford.

De Tomaso

La relación con Ford era increíble, pero la crisis del petróleo azotó el mundo y todo se fue al traste. Sin embargo, De Tomaso creó un imperio italiano de renombre que hizo que aguantase el vendaval una temporada. Adquirió Maserati (que vendió al Grupo Fiat en 1993), así como la compañía Ghia de carrocerías, Carrozzeria Vignale, Moto Guzzi, Benelli e Innocenti.

Este gran conglomerado lo llevó a seguir lanzando grandes iconos deportivos que solían presentarse en eventos italianos, como el Salón del Automóvil de Turín: el De Tomaso Deauville (1971-1985), Longchamp (1972-986) o el Guará, basado en el Maserati Barchetta Stradale y el último coche diseñado por Alejandro (1993-2004).

Alejandro falleció en 2003 debido a problemas derivados de una parálisis cerebral sufrida a principios de los años 90', lo que dejó a medias el proyecto de un nuevo De Tomaso Pantera. Las cosas a partir de ahí fueron a peor, y en 2012 la firma pasó a ser controlada por el gobierno italiano y se declaró en bancarrota.

Un resurgir muy esperado

Se ve una luz al final del túnel que brilló como nunca antes en el Goodwood Festival of Speed 2019. Entre 2015 y 2019 pasó de mano en mano hasta que el grupo chino Ideal Team Venture se adjudicó a la marca en subasta.

Aunque la cosa quedó en silencio, ese mismo año se presentó en Goodwood al De Tomaso P72, diseñado por Jowyn Wong con un motor Ford V8 y bajo el apoyo económico del fabricante alemán Apollo Automobil. De hecho, toma el chasis de fibra de carbono y varias tecnologías del conocido superdeportivo Apollo Intensa Emozione.

Del nuevo De Tomaso P72 se producirán únicamente 72 unidades a un precio que superará los 700.000 euros con un diseño totalmente rompedor, que se inspira en los deportivos de Le Mans de la década de los 60', como el Ferrari 330 P4: muy aerodinámico y bajo, con formas redondeadas que recuerdan a la aviación clásica, un amplio habitáculo acristalado... Una maravilla.

Su llegada al mercado se prevé en 2023, y con ella el lento resurgir de una marca que podría dedicarse a la producción de deportivos al más puro estilo de Koenigsegg o Bugatti. Poco a poco, con grandes diseños y una buena dosis de historia a sus espaldas. Ojalá triunfen de nuevo.