Conducimos el RUF CTR Yellowbird: ¡la fiebre amarilla!

Mucho más que un 911 preparado...

Puede que la vuelta a Nürburgring del Porsche 919 sea la más rápida de todos los tiempos. Pero la mejor de todas, la más emocionante, la que más bocas abiertas ha dejado es otra… Se trata del vídeo promocional de 1987 en el que el preparador alemán Ruf anunciaba su flamante CTR Yellowbird.

Coches deportivos

Coches deportivos

Los coches deportivos nos hacen soñar despiertos: grandes prestaciones, promesa de sensaciones al volante, de una conducción sin igual. Los hay grandes, pequeños, bonitos, feos, caros y baratos. Pero todos ellos tienen en común una cosa: si merecen la pena, están aquí. ¡Sigue el link!

El piloto era el probador de Ruf, Stefan Roser. Vestía pantalones vaqueros, camiseta de manga corta, zapatos grises y calcetines blancos deportivos, muy en la línea de esa época. Ni casco ni mono. El motor 3.4 biturbo de ese 911 Carrera se traga el Infierno Verde en ocho minutos y cinco segundos, dejando tras de sí columnas de humo de neumático, largas cruzadas e infinitos contravolantes.

No es la vuelta más rápida en la historia de Nürburgring que haya hecho un Porsche, de eso no hay duda. Pero si no es la más, sí de las más entretenidas de ver. También, probablemente, fue de los primeros virales que existieron. Eso sí, en formato de cintas Beta y VHS. 

La grabación tiene el título de Faszination y son dos vueltas a Nordschleife: una completa on board y otra que es una especie de montaje con el coche como camera-car. Si alguna vez ha existido una grabación que demuestre que los medios o la calidad no importan si lo que se transmite es bueno, sin duda es esta cinta.

RUF CTR: Más rápido que los más rápidos

Aparte, están las cifras. Era una época en la que los pósters colgaban de las paredes de los niños y no tan niños, especialmente de los Countach y 288 GTO, con sus velocidades máximas rozando los 300 km/h. Pero ahí llegaba el CTR, que los pasaba a todos por encima con un dato casi increíble: casi 340 km/h. En poco tiempo, esta creación de Ruf se convirtió es una especie de unicornio automovilístico.

Y por lo tanto, el típico coche deportivo que jamás piensas que vayas a conducir. Además, Ruf solo construyó 29 unidades, que es menos de las que se hicieron del hipercaro Ferrari 250 GTO. Así que, ¿qué posibilidades hay no sólo de conducirlo, sino de hacerlo en el mismísimo número 001? En el mundo real, menos de cero. ¿Y en Pebble Beach? Bueno, en ese caso puede que estés a menos de una pregunta de ello. A esto ayuda que el nuevo propietario, Bruce Meyer, piensa que todos sus coches están para ser conducidos en lugar de estar parados. Pero bueno, la cosa está en que se me ocurrió proponérselo...

Probando el RUF CTR Yellowbird

Así que aquí estoy, en el 001, con su motor twin turbo al que Ruf le aumentó la cilindrada original de 3,2 a 3,4 litros. Muchos piensan que se trata del motor del 930, pero no es así. Lo que decía: aquí estoy al volante, mirando fijamente a través de este más que familiar frontal con los dos faros elevados. La primera marcha es de tipo dogleg, abajo a la izquierda. La palanca casi roza con la sujeción adicional de la banqueta.

La caja de cambios del Yellowbord es de diseño propio, ya que la de cuatro marchas del Turbo tenía un desarrollo demasiado corto y la de cinco del 3.2 no era capaz de gestionar el extra de potencia y par. Al salir del aparcamiento me queda claro que el Ruf no me va a dar demasiados quebraderos de cabeza. El motor parece pedir que le dé al acelerador, así que allá voy. 

Como una especie de catamarán dejando tras de sí su estela, el Yellowbird está casi inmediatamente avanzando veloz a lo largo del denso tráfico de Carmel Valley Road, una carretera de tres carriles. Primera, segunda, tercera... El duro embrague se maneja con precisión y el motor, con su clásico sonido metálico, se hace notar cada vez más. Los turbos empiezan a silbar. El empuje es sorprendentemente lineal, nada explosivo. Me preparo para meter cuarta… ¡Ups! Un vistazo al velocímetro me recomienda tranquilizarme un poco.

Un interior clásico, como no puede ser de otro modo. Foto: DW Burnett
Un interior clásico, como no puede ser de otro modo. Foto: DW Burnett

Esta cosa es rápida de verdad. Como debe ser, en realidad: tengo unos 470 CV para mover apenas 1.150 kilos. Pero también está el sonido. Y las sensaciones. Y el feeling analógico: la aguja del velocímetro subiendo; las inserciones directas, todas las grietas y resaltos del asfalto traspasadas al asiento y al volante.

Una conducción temepramental

El volante. Es la perfecta definición de “dirección sensacional”. Sería fácil perderse en un mar de metáforas y descripciones. Pero al final lo mejor es ir a lo sencillo: no hay nada igual. No es perfecta, ya que se aligera según subes el ritmo y de hecho se pierde algo de comunicación con la carretera. Pero en el fondo no es más que una representación fiel de lo que está ocurriendo en el eje delantero…

En este punto estoy en un largo resalto urbano en pleno giro. Acabo de torcer en Laureles Grade, una sinuosa carretera que avanza hacia el circuito de Laguna Seca. Cuando empiezo a creer que el CTR es un dócil gatito, decide ponerme a prueba: la rueda toca una irregularidad, gira hacia la izquierda y casi acabo en el carril contrario. En un coche de 1,2 millones de dólares...

Sí, antes ya estaba concentrado, pero ahora estoy en plena alerta roja por exceso de adrenalina. Y es de lo que va este CTR 001: de estar alerta, de disfrutar de la conducción pura. No es simplemente tirarte en el asiento, pisar a fondo el acelerador y subir y bajar marchas con las levas del volante. Tienes que conducirlo activamente. Es algo muy físico, sin duda. Como un 911, pero multiplicado por dos. Un Porsche 911 al cuadrado, un 911 con todas sus maneras de deportivo amplificadas.

Tenía grandes expectativas en este coche, y desde luego que no me ha defraudado. Algo digno de mención dado el tiempo que he tenido para hacerme ideas preconcebidas acerca de los Yellowbird. Pero hoy no quiero hablar del pasado. Quiero pensar en el presente y en el futuro. Por eso a mi lado está el Ruf CTR de 2017, el sucesor espiritual de ese primer modelo.

Al volante del nuevo RUF CTR

Aunque a primera vista pueda parecer una variante potenciada de un 964, no es el caso. Si lo examinas más despacio ves que apenas hay piezas comunes con el Porsche. Sólo el parabrisas y la luna posterior, además de los cristales de las puertas y los marcos de las ventanillas provienen de las estanterías de Weissach.

El nuevo Yellowbird tiene un chasis tubular de carbono recubierto de más carbono: la carrocería desarrollada en casa. Los frenos y la suspensión son nuevos, y el motor es una unidad Mezger de 3,6 litros muy evolucionada de la original (997 Turbo). La caja de cambios de seis velocidades también es específica de este CTR.

Volante de tamaño perfecto para contravolantear. Si te atreves a cruzar un coche de 1,2 millones. Foto: DW Burnett
Volante de tamaño perfecto para contravolantear. Si te atreves a cruzar un coche de 1,2 millones. Foto: DW Burnett

El resultado es una versión aún más extrema que la original. Pesa 1.200 kilos, pero tiene 710 CV y 827 Nm de par, lo que sobre el papel parece más que suficiente. Pero nada más lejos de la realidad: al conducirlo por el mismo recorrido que el 001 todo ha ido mucho más fluido y suave, pero, importante, ha sido igual de especial. Algo de la rabia del primero ha desaparecido, pero queda esa sensación de empuje infinito, de feedback extremadamente directo. Es todo lo que esperas que la segunda generación del Yellowbird sea.

Y sin embargo, hay una cosa que echo de menos. Le pregunto a Alois Ruf, quien me acompaña en este increíble paseo, si está pensando hacer otro vídeo como Faszination con este modelo. “¡Ja! ¡Probablemente, sí!”, dice. ¿Quién sería el conductor? “Tiene que ser Stefan. Aún tiene esos zapatos"…