Tú, yo y esta redacción nos hubiésemos lanzado en tropel a por esta joya de Ferrari. Si hubiésemos tenido dinero para el deportivo, claro... Pero no es el caso, y ahora este maravilloso Ferrari F40 Competizione parece no haber calado entre los adinerados clientes de RM Sotheby's.

Si recordáis, hace unos días repasamos completamente su historia. Una vida repleta de carreras y competición, puestas a punto que han llevado a su motor hasta los 1.000 CV y una renovada estética en color Grigio Nardo que no dejaba indiferente a nadie.

Nadie ha estado dispuesto a pagar por la bestia

Atendiendo a las subastas de Ferrari F40 que hay por todo el mundo, era de esperar que un bólido así sobrepasase los 1,5 millones de euros de precio sin demasiados problemas... Sin embargo, no ha sido el caso y por el momento, la joya volverá a algún garaje.

Quizá su enorme inclinación deportiva pese a estar homologado para calle, con un interior más bien feo, con cables al descubierto, asientos baquet y una consola central de carreras, no han convencido al adinerado público de la subasta de Monterey, California.

¿Han dejado de gustar este tipo de coches? Muy probablemente. Los superdeportivos de alto rendimiento actuales están al nivel de estas máquinas tan preparadas y con acabados de mayor calidad en líneas generales.

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El lujo y la opulencia parece haber superado hace mucho tiempo a las ansias por la pureza de conducción y el "no me importa no tener radio en el coche, porque lo conduzco para escuchar el motor".

Toda una pena, pero un Ferrari F40 sigue siendo, sea cual sea su forma, un F40. El último deportivo en cuyo diseño intervino el mismísimo Enzo Ferrari y un vehículo que marcó a toda una generación y la historia de la marca de Maranello.

Alguien lo querrá en algún momento. Con el tiempo, el Ferrari F40 aumentará aún más su precio en el mercado, y esta es una de esas historias que podrían comenzar con un coche que nadie quiere y que dentro de un par de décadas, aparece en un garaje lleno de polvo y se subasta por un valor muy superior... ¡Quién sabe!