Ferrari: "Una película dramática sobre el sufrimiento y la muerte en la vida de Enzo"

Enzo Ferrari película

Hemos asistido a la premiere de Ferrari, la película dirigida por Michael Mann y donde Adam Driver da vida a Il Commendatore. Un drama profundo, más allá del motor.

Con mucho entusiasmo, he podido asistir a la premiere de Ferrari. Una de las películas de coches más esperadas por los amantes del motor y que narra la vida del mismísimo Enzo Ferrari durante la década de 1950, mientras luchaba con Maserati por la hegemonía en Italia.

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Sin embargo, no es una película centrada únicamente en la competición y los coches. El director, Michael Mann, ha querido centrar su vista en la vida de Il Commendatore (Adam Driver), su mujer Laura Ferrari (Penélope Cruz), su amante Lina Lardi (Shailene Woodley) y pilotos de la talla de Peter Collins (Jack O'Connell) o Alfonso de Portago (Gabriel Leone).

No es el filme que muchos esperaban, pero me aventuro a decir que relata una historia interesante. Bien contada, con un diseño de vestuario y ambientación maravillosos, efectos especiales a la altura y unas actuaciones sensacionales. Hablemos un poco de Ferrari, con spoilers. ¡Así que si todavía no la has visto, vuelve más tarde!

Un drama personal y sobre el asfalto

Enzo Ferrari es una figura idealizada. Un verdadero mito para los amantes de los coches deportivos y competiciones como Le Mans o la Fórmula 1. Sin embargo, fue una figura llena de luces y sombras. Con una vida complicada y un temperamento que se ha relatado en multitud de ocasiones.

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Ferrari comienza narrando la lucha que existe entre la marca de Maranello y Maserati. Una rivalidad que iba desde la F1 hasta el récord de vuelta en el Autódromo de Módena. Ambas compañías estaban sufriendo una crisis financiera y la batalla iba mucho más allá de los coches.

Y para dominar Italia, el Cavallino Rampante y el Tridente di Bologna debían enfrentarse en la Mille Miglia. Una prueba al estilo del TT Isla de Man, pero con superdeportivos de la época recorriendo toda Italia por carreteras públicas.

Mientras el negocio sufre problemas y los pilotos, también. Eugenio Castelloti perdió la vida en 1957 en el circuito de pruebas de Módena conduciendo el Ferrari que participaría ese mismo año en las 12 Horas de Sebring. Momento en el que Alfonso de Portago entra en escena como nuevo piloto de la Scuderia.

Enzo Ferrari perdió a su hijo Dino poco antes, en 1956 a la edad de 24 años debido a una enfermedad incurable. Un hecho que supuso un trauma para su padre y su madre, cuya relación se deterioró con los años radicalmente pese a ser copropietarios de la marca de automóviles.

Tiempo antes, Enzo vivió una aventura de la que nació su segundo hijo, Piero Ferrari. Aunque no consiguió el apellido hasta el fallecimiento de la primera esposa del ingeniero y que sigue vivo a día de hoy. De hecho, ocupa el cargo de vicepresidente del fabricante italiano.

Es entonces cuando Enzo se enfrenta al dilema que supone la relación con su primera mujer, con su amante y al nuevo hijo al que quiere y cuida en la localidad de Castelvetro di Modena, pero sin ser reconocido aún. Y, por otro lado, el hecho de que la empresa no está en su mejor momento y de que, según su filosofía, las carreras deben servir para vender coches en las calles.

La crisis en Le Mans con las victorias durante años de Mercedes y Jaguar se saldó con el dominio absoluto de Ferrari durante la primera mitad de los 60' hasta la llegada del Ford GT40.

Sin embargo, se habla de la incursión financiera de Enzo Ferrari con Ford y su presidente, Henry Ford II; además de con Fiat y Giovani Agnelli. Fechas que difieren ligeramente de la realidad, porque las negociaciones entre Ford y Ferrari sucedieron en una reunión en 1963 y no fue hasta 1969 cuando Maranello acabó en manos del Grupo Fiat.

Pese a esta puntualización, la breve licencia histórica sirve de precedente a los hechos en los que se centra el filme: la Mille Miglia de 1957. Un evento donde participaron más de 170 coches deportivos. Entre ellos, cuatro vehículos oficiales de fábrica de la Scuderia Ferrari con Piero Taruffi, Wolfgang von Trips, Olivier Gendebien, Peter Collins y Alfonso de Portago.

Una alineación de astros para batir a Maserati, que jugó las cartas de Stirling Moss, Giorgio Scarlatti, Hans Herrmann y Luigi Belluci. Todos ellos retirados salvo Scarlatti, que acabó en cuarta posición detrás de los tres Ferrari del podio.

A nivel de fotografía, la película es muy superior a Lamborghini, estrenada también rencientemente. La recreación de Italia, personajes y la propia Mille Miglia y sus coches clásicos es una oda al recuerdo.

Pero lo que pudo ser una jornada memorable, se convirtió en una tragedia. Fon de Portago y su copiloto, Edmont Nelson, perdieron el control de su Ferrari 335 S y mataron a 10 espectadores (5 de ellos niños), dejando a otras 20 personas heridas. Una tragedia a la que se sumó el fallecimiento de Joseph Göttgens en Florencia (aunque no aparece en la película).

Película Enzo Ferrari Alfonso de Portago

La desgracia echó encima de Enzo Ferrari a toda la prensa y la justicia italiana en un momento de crisis emocional y familiar. Un hombre que había levantado una barrera en su corazón frente a los pilotos y que se enfrentaba, año tras año, a sus accidentes mortales. De hecho, a raíz del suceso, nunca se volvió a celebrar otra Mille Miglia.

El famoso beso entre Fon de Portago y la actriz Linda Christian, poco antes de su accidente, está retratado en la película. Apodado históricamente como "El beso de la muerte"

La escena del accidente es absolutamente desoladora y retrata a la perfección lo que fueron tiempos mejores y también, peores. Sin seguridad, con bólidos extremadamente potentes y complicados de conducir y con pilotos capaces de jugarse el tipo en cada curva o en cada recta para ganar.

Aunque el final de la película de Ferrari se torna abrupto. Quizá porque quiénes conocemos la historia de lo que vino después, esperábamos algo más. Aunque de haber una segunda parte, sería centrada en las desgracias que acontecieron en Fórmula 1 con el fallecimiento de Luigi Musso y Peter Collins en 1958, su amigo Mike Hawhorn en 1959, Wolfgang en 1961 y Lorenzo Bandini en 1967.

Sin duda, el filme ilustra perfectamente el temple de Enzo Ferrari y también ese desdén por la vida sobre el asfalto de sus pilotos, con quiénes prefirió no tener una relación afectiva por motivos obvios, mientras añoraba la existencia de su hijo. Una figura mitificada que el director nos acerca, con una visión mucho más personal, llena de cariño, añoranza y crueldad.